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París, Francia. La coral Ibaeta Abesbatza, de Donostia, ofreció a fines del mes pasado dos conciertos en sendas iglesias de París, con una notable acogida por parte del público local, gracias a la buena labor de promoción de Jean Marie Guezala, director del coro Anaiki. La formación donostiarra, compuesta por unas 60 personas, actuó en la iglesia de Saint Louis de l'Île el 26 de octubre, en un concierto que ha dejado un gran recuerdo a los cantores. Mientras el coro ensayaba la iglesia comenzó a llenarse y a la hora del concierto, a las cuatro de la tarde, el aforo estaba completo.

"Por el número de asientos y la gente que tuvo que quedarse de pie, calculamos que asistieron unas 450 personas", explican fuentes del coro. El repertorio estuvo compuesto en su totalidad por piezas de compositores vascos, como es habitual en los concierto de esta coral, que fueron muy bien recibidas. "Pasada la tensión, nos fuimos a celebrar el éxito al Barrio Latino con una cena amenizada con cantos en euskera, para sorpresa del resto de comensales, que aplaudieron y nos animaron a seguir. Luego prolongamos la fiesta en la calle, donde se nos sumaron algunos compatriotas euskaldunes", cuentan.

[Ibaeta Abesbatza, dirigido por Donato Unanue, durante su actuación en la iglesia de Saint Louis (foto IbaetaAbesbatza)]

Al día siguiente, el coro cantó en la parroquia del Perpetuel Secours del barrio de Asnieres, durante la misa oficiada por el compositor oñatiarra Félix Ibarrondo. Fue acto muy emotivo, y posteriormente los integrantes de Ibaeta aprovecharon la oportunidad de saludar al compositor vasco.

La estancia en París concluyó con una visita a la Eskual Etxea, donde el coro fue agasajado con una comida de hermandad por los coros Anaiki y Gernika. Los integrantes de Ibaeta Abesbatza fueron recibidos por el presidente de Eskual Etxea y disfrutaron de una comida consistente en una sopa suletina de castañas, confit de pato -"soberbio", alaban fuentes del coro--, postre, vino navarro y patxaran. "No faltaron canciones, ni una herridantza, y alguna jota hizo brotar lágrimas de ojos navarros".

La experiencia ha resultado inolvidable para este coro guipuzcoano, que agradece de corazón el recibimiento de la Eskual Etxea, y emplaza a coros y directiva vascos de París a una futura visita a Donostia.