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Ana María Bidegaray: la vasca que humanizó las grandes guerras desde Uruguay (Noticias de Gipuzkoan)

2019/02/01

La escritora Arantzazu Ametzaga publica la biografía de María Ana Bidegaray, benefactora de la sociedad vasca durante las contiendas del siglo XX

Lotura: Noticias de Gipuzkoa

Harri Fernández. Es una figura “muy poco conocida”, pero su labor influyó en la “humanización” tanto de la primera como de la segunda Guerra Mundial. María Ana Bidegaray tuvo una vida de película, desde su mismísimo nacimiento. Pese a ser hija de emigrantes vascos en Uruguay en el siglo XIX -marcharon a Latinoamérica en la emigración producida por las Guerras Carlistas-, Bidegaray nació en Iparralde. No en vano, por voluntad de su padre, el matrimonio retornó al caserío familiar a Hazparne en 1890 para que María Ana adquiriese “cuna vasca”.

Así lo recordó ayer la escritora Arantzazu Ametzaga, que acompañada por su hijo, el investigador Xabier Irujo -Ametzaga es viuda del político nacionalista Pello Irujo, hermano de Manuel de Irujo y Andrés de Irujo-, en la presentación de la “biografía emocional” que ha preparado sobre Bidegaray, a la que llegó a conocer personalmente en la diáspora, publicada por la editorial Euskal Erria.

La publicación se enmarca dentro de los actos que el Parlamento de Uruguay promovió el año pasado, coincidiendo con el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial. “Como Uruguay no participó a nivel militar, sus labores se resumieron en ayudar a humanizar la contienda”, expuso Irujo, también director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada (EEUU).

En 1910, María Ana Bidegaray se casó con Raymond Janssen, Cónsul General de Bélgica en Uruguay, y fue esta unión la que facilitó la creación de lo que se llamó la Red Bidegaray, considerada por la autora como un antecedente de la Comète de la Segunda Guerra Mundial.

Con 28 años de edad, mientras se encontraba asentada en Uruguay y a través de la influencia y relaciones diplomáticas de su marido, comenzó a colaborar con los servicios secretos británicos y franceses y obtuvo información sobre los campos de prisioneros alemanes más allá del frente, y colaboró en la construcción de una “red de espionaje” que permitió a prisioneros belgas cruzar a la zona aliada y que también ayudaba a alimentar a la población civil. Lo hizo, además, según recordó Ametzaga, mientras llevaba a cabo labores domésticas de crianza de sus hijos y de cuidado de sus padres: “Tenía las tareas domésticas añadidas a todas las empresas que ella emprendió”.

Sobre esta red, y en general sobre la propia figura de Bidegaray, Irujo comentó que hay mucho que investigar todavía. Esta activista del siglo XX recibió por su colaboración una condecoración del rey Alberto I de Bélgica. No obstante, “no se conocen los informes” referentes a esta distinción, por lo que no se desconoce el detalle de los servicios que prestó a la corona entre 1914 y 1918.

Bidegaray continuó con su labor humanizadora en la cuarta década del siglo XX. El Gobierno del Lehendakari Agirre creó un grupo de espionaje en el que participó la mujer y que tenía como objetivo descubrir a agentes fascistas -españoles, italianos y alemanes- que actuaban en el país, dado que, tal y como recordó Irujo, otros países latinoamericanos como Argentina estuvieron alineados con las potencias del eje -Uruguay, en ambas contiendas, se posicionó con los aliados-.

Durante la guerra, continuó con su labor de “benefactora” de la población en Europa, especialmente en Iparralde, y trabajó junto con el Comité Belga de Socorros de Guerra y con la Cruz Roja -fue condecorada por la institución-, labor que no concluyó en 1945. Dos años después, ayudó a organizar una recaudación de fondos y de ropa de abrigo, bajo el nombre Comité de Ayuda a los Vascos de Francia. “Creo que los vascos cuando trabajamos somos ejemplares, ella fue ejemplar para Uruguay y para los vascos. Recobrar estas figuras es magnífico, es darnos ejemplo de que se puede ir en la vida haciendo el bien y buscando la paz”, subrayó la biógrafa.

ESCRITORA, MENTORA Y FEMINISTA. Ametzaga conoció personalmente a Bidegaray, hasta que abandonó Montevideo a los trece años. “Fue la primera escritora que conocí”, bromeó la autora.

Bidegaray también fue escritora y poeta y llegó a publicar tres trabajos -Irujo explicó que intentan publicar un cuarto inédito-. Uno de esos trabajos, que inspiraron a Ametzaga para iniciar el camino de la literatura, fue Cuna Vasca (1948), una autobiografía novelada de la vasco-uruguaya.

“Cuna Vasca es una biografía canónica de un inmigrante vasco en América. Cuenta donde se hunden las raíces de su vasquidad a pesar de haber vivido toda su vida fuera de Euskadi”, explicó Irujo, quien subrayó el carácter feminista de Bidegaray “para su época”, para después volver a incidir en lo poco que se conoce tanto de esta autora como de las mujeres vascas del siglo XX: “Hay mucho que descubrir y que escribir de la mujer vasca en la diáspora”.



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