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María Elena Etcheverry de Irujo: «Ekin ha sido para la cultura vasca el faro que iluminaba las tinieblas»

14/12/2004

María Elena Etcheverry de Irujo, responsable de la editorial Ekin (foto euskalkultura.com)
María Elena Etcheverry de Irujo, responsable de la editorial Ekin (foto euskalkultura.com)

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Creada por Andrés Irujo a principios de los años 40 en Argentina, la editorial Ekin fue durante la dictadura franquista el máximo exponente de la cultura vasca en el exilio y una tribuna para difundir los trabajos de los intelectuales y escritores del país. Continuadora de la labor comenzada por su marido, María Elena Etcheverry ha estado en Euskal Herria para poner al alcance del público vasco los fondos históricos de la editorial y para presentar el acuerdo de colaboración entre Ekin y Txalaparta, que ya ha dado sus primeros frutos. El diario Gara publica en su edición de hoy esta entrevista a la actual responsable de la editorial vasca porteña.
Nacida en Buenos Aires, María Elena Etcheverry se remonta hasta los padres de su padre para situar sus orígenes vascos, «él de Baigorri y ella de Aizarnazabal». Ello no fue obstáculo para que desde muy joven se sintiera atraída por sus raíces, aprendiera el euskara y haya trabajado incansablemente desde Argentina por el fomento de la cultura vasca. Actualmente es la responsable de Ekin, la histórica editorial que fundó su marido, Andrés Irujo, en el año 1942.

­¿Cómo surgió su interés por la cultura vasca?

Yo era muy pequeña cuando fallecieron mis abuelos, pero desde joven quería conocer más acerca del hecho cultural vasco. Las conversaciones con mi padre me dieron la posibilidad de empezar a conocer algunos aspectos del Pueblo Vasco, saber que existía y descubrir esa lengua preindoeuropea que es patrimonio de la Humanidad y que siempre quise conocer. Pero no sabía que existían centros vascos, en realidad yo entré al Centro Vasco cuando murió mi padre, por medio de la misa que hay de la comunidad vasca, en la que se canta en euskara. Entonces me dije que tenía que aprender euskara, llegué al conocimiento de que se enseñaba euskara y empecé a concurrir. Al fallecer mi padre se enteraron de que me entusiasmaba lo vasco y me hicieron miembro de número del Instituto Americano de Estudios Vascos, empecé a tratar a la gente de la comunidad y pude dar satisfacción de forma más completa a todo mi interés por los temas vascos. Allí conocí a mi marido, Andrés Irujo, y pasé a relacionarme más directamente con la editorial Ekin.

­La editorial se creó en el año 1942. ¿Cómo fue la puesta en marcha de Ekin?

El proceso surge de la situación en la que vivían los exiliados tras la guerra. Mi marido pensó que la manera de dar a conocer a la gente la causa vasca y dar un espacio de expresión a los intelectuales vascos era a través del libro. El hizo esta propuesta a la delegación vasca en Argentina y le dijeron que era una idea estupenda pero que hacían falta recursos económicos de los que no disponían. Andrés siguió buscando recursos y gente que le acompañase en el proyecto, así se vinculó con Isaac López Mendizabal, que tenía una tradición de librero de varias generaciones y también con Sebastián Amorrortu, que fue una especie de mecenas que apoyó el proyecto. El dio el crédito durante toda su vida, adelantaba el capital antes de editar el libro y luego, una vez que se empezaban a vender los ejemplares, la editorial se lo devolvía. De esta forma y con un sistema de suscriptores que tenían voluntad de apoyar el proyecto se empezaron a editar los primeros títulos de Ekin.

­Han sido muchos y muy importantes los autores y libros que ha publicado Ekin a lo largo de más de 70 años de historia. ¿Cuál de ellos destacaría?

El primer título que se publicó fue “El genio de Nabarra”, de Arturo Campión, y luego vino “Los primitivos navegantes vascos”, que lo escribió el decano de los historiadores de Argentina, Enrique Gandia, un autor muy valorado. A partir de ahí es muy difícil valorar títulos porque ha habido muchos y muy valiosos. Martín Ugalde tiene un trabajo muy interesante, “Unamuno y el vascuence”; Leizaola publicó cinco libros y de Barandiaran está “El hombre prehistórico en el País Vasco”. También José Antonio Agirre pudo publicar su “De Gernika a Nueva York pasando por Berlín”, un libro que ayudó mucho a dar a conocer la problemática vasca al mundo. Por otra parte, el catálogo de Ekin también nos ha dejado algunos libros en euskara, por ejemplo hay un libro muy curioso que es “Euskaldunak Argentinan”. También hay un título muy interesante que es el “Martín Fierro”, una versión en euskara del poema clásico de la literatura gauchesca, es una edición en euskara y en castellano, aunque no es una mera traducción, su autor era un bertsolari y respeta la métrica y el ritmo propios en la versión en euskara, algo muy curioso.

­¿Estos libros se publicaban pensando en los exiliados de la guerra?

Los libros de Ekin no eran solamente para los exiliados, sino que también servían para dar a conocer al mundo la causa vasca, porque los vascos de entonces estaban estigmatizados como «rojos separatistas». Eso no se correspondía con la realidad, ya que desde el punto de vista ideológico había vascos que eran de comunión diaria y desde el punto de vista del separatismo no creo que esa idea estuviera tan asentada como hoy en día, simplemente querían que les dejaran ser ellos mismos. Por eso, el público al que se dirigían los libros no sólo eran los vascos sino que también se pretendía dar a conocer al mundo la realidad vasca. Además, Ekin era el espacio para que los creadores e intelectuales vascos pudieran dar a conocer sus trabajos.

­Los libros de la editorial comenzaron a ser distribuidos clandestinamente en la parte de Euskal Herria que vivía bajo el franquismo. ¿Qué importancia tuvieron esos trabajos en esa situación de represión política y cultural?

Esos libros que se editaban en Argentina fueron llegando a la Península traídos de uno en uno por gente que quería colaborar con el hecho cultural vasco y que contrabandeaban con nuestros libros. Eso hizo que se valorase más la actividad de la editorial, ya que de no haber existido esta actividad no sé qué situación habría hoy en día. ¡Qué grave hubiera sido estar durante más de una generación con una ausencia de conocimiento de la propia cultura, un paréntesis intenso de cuarenta años es fatal para cualquier cultura! Martín Ugalde dijo en alguna ocasión que Ekin era como una luz en las tinieblas.

­En este contexto, ¿hubo intentos en Argentina para obstaculizar la actividad de la editorial?

Las dificultades que tenía la editorial eran principalmente económicas, pero además de ello sí que hubo algún incidente con las autoridades políticas. Como consecuencia de uno de ellos un libro de Ekin tuvo la distribución más veloz que uno se pueda imaginar. Era el libro “¿Para qué?”, escrito por un carlista de los que dieron el golpe contra la República y que luego fueron traicionados por los militares de Franco. Eso es lo que el autor contaba en ese libro, que se iba a publicar para una reunión que se iba a hacer en la ONU. Pero había una estrecha amistad entre nuestro dictador Perón y Franco, así que la Policía argentina rodeó con carros de asalto la editorial en un intento de secuestrar la edición de “¿Para qué?”. Pero en la editorial se había tenido un conocimiento previo de 24 o 48 horas de que se iba a intentar secuestrar ese libro y para entonces ya no estaba allí, se habían distribuido todos los ejemplares entre la comunidad vasca.

­Tras la muerte de Franco muchos exiliados regresaron a Euskal Herria y la actividad cultural comenzó a desarrollarse desde aquí. ¿Cuál ha sido la actividad de Ekin a partir de ese momento?

El hecho de que se empezara a publicar acá fue un cambio total, Andrés tenía muy claro que nunca se podría competir desde Argentina con los libros que se editaban en suelo vasco. Su idea era que la editorial continuara siendo una tribuna para el escritor vasco o de origen vasco y para temas vascos, pero las dificultades económicas eran grandes y el ritmo se ralentizó. Cuando falleció mi marido, en el año 93, yo asumí la dirección de la editorial, una actividad que he ido compaginando con mi actividad profesional como médico y desde entonces mi mayor esfuerzo ha sido el de poner los fondos al alcance de todo el mundo.

­¿En qué se concreta el acuerdo de colaboración al que han llegado con la editorial Txalaparta?

Gracias a esa colaboración ha sido posible traer los libros históricos de Ekin a la Feria de Durango y además hay un acuerdo para la coedición de algunos libros del fondo de la editorial; el primero de ellos ha sido “Inglaterra y los vascos” de Manuel Irujo. Otro de las objetivos de este acuerdo es el de poner al alcance de la gente que vive en Euskal Herria el fondo editorial de Ekin.

­En ese sentido, ¿han mostrado interés las instituciones vascas hacia Ekin y el fruto editorial de tantos años de trabajo?

Tengo que decir que nunca hemos solicitado ningún tipo de ayuda, ya que puede parecer que la editorial es una empresa con ánimo de lucro y con ese criterio jamás he pedido apoyo para ella, porque cualquiera puede tener suspicacias. De todas formas, al volver a traer los libros de Ekin a Euskal Herria la idea es que las instituciones públicas adquieran la colección completa de los títulos publicados, porque así, a través de las bibliotecas y centros de documentación, se multiplicaría el acceso a esos libros. Lo que pretendemos es que estén a disposición de la gente, ya que son libros formativos, muchos de ellos siguen teniendo plena vigencia y hablan de la historia del Pueblo Vasco desde muchos puntos de vista.

­Tras el homenaje que se tributó a la editorial en la edición de 2001, este ha sido la primera vez que Ekin ha contado con un puesto propio en la Feria de Durango. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Ha sido estupendo estar en contacto con tanta gente y ver la avidez con la que muchos miraban los libros. He visto un interés muy grande y hemos vendido muchos libros de la colección. Ha sido bonito ver cómo venía alguien y decía: «Este libro lo tuve, llegaba de tal y tal manera, luego lo presté y jamás lo recuperé». También había gente que volvía al día siguiente con una pequeña lista para recuperar los libros que le faltaban. La verdad es que el cansancio y el esfuerzo han valido la pena y trataremos de volver.

­Tras esta buena acogida en Euskal Herria a los fondos históricos de Ekin, ¿qué proyectos tiene la editorial de cara al futuro?

La actividad de la editorial va a continuar. Por una parte, Ekin y la Casa de la Cultura Vasca en Buenos Aires pretenden desarrollar una actividad más comunada, tenemos proyectos muy interesantes. Yo poseo un fondo de archivo documental muy importante gracias a toda la actividad que desarrolló Andrés con Ekin y me gustaría hacer un trabajo de catalogación y archivo de esa biblioteca personal de mi marido para poner al alcance de la gente esos fondos históricos. Y por otro lado, el acuerdo que hemos alcanzado con Txalaparta es muy importante y vamos a intentar seguir dando a conocer en Euskal Herria el catálogo histórico de Ekin. En Durango he visto que la cultura vasca está viva y eso es muy importante. La cultura es lo que da razón de ser a los pueblos y a la gente y el fenómeno de la globalización intensifica el deseo de la gente de acceder a su propia cultura, es una manera particular de vincularse con el mundo.

(publicado el 14-12-2004 en el diario Gara)


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