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'Madrilen, igandean, a misa de doce': la iglesia de San Ignacio, punto de encuentro de fieles vascos en Madrid

20/12/2010

Un momento de un bautizo en la iglesia de San Ignacio. (MartaFernández-Deia)
Un momento de un bautizo en la iglesia de San Ignacio. (MartaFernández-Deia)

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Hace ya casi tres siglos --en 2015 se cumplirán 300 años-- que un grupo de 109 vascos de Alava, Bizkaia y Gipuzkoa formó en Madrid la Real Congregación de Naturales y Originarios de las Tres Provincias Vascongadas. Y ésa es precisamente la entidad que mantiene en Madrid, en la calle Príncipe, la iglesia de San Ignacio de Loyola. Cada domingo, el oñatiarra aita Pedro Olalde oficia la misa 'al estilo vasco', en la que están presentes el euskera, los cantos y modos vascos y cuando es menester participa por ejemplo el Orfeón Vasco de Madrid. Leire Gondra firma este artículo publicado ayer en el diario Deia.

Leire Gondra, Madrid. Aitaren, Semearen eta Espiritu Santuaren izenean... Un centenar de personas se santigua al ritmo que marcan las palabras del capellán. Sobre el altar, la amatxu de Begoña. Fuera del templo, Madrid palpita con el alegre bullicio habitual de las mañanas de domingo. Y es que, existe un reducto en pleno centro de la capital del Estado donde la fe se puede vivir en euskera. En la calle del Príncipe, en el barrio de las Letras, se alza orgullosa la iglesia de San Ignacio de Loyola. La iglesia de los vascos en Madrid.

Esta iglesia, que depende canónicamente del Arzobispado de Madrid, y que está vinculada a las tres diócesis vascas, pertenece a una institución que posee un nombre que evoca tiempos antiguos: la Real Congregación de Naturales y Originarios de las Tres Provincias Vascongadas. Los orígenes de esta sociedad hay que buscarlos en 1715, año en que fue fundada por 109 señores que residían en Madrid y que procedían de tierras vascas. La cuestión es que, casi tres siglos después, y a pesar de las vicisitudes de la historia, de las convulsiones de la guerra, y de las sucesivas desamortizaciones que menguaron sus posesiones, esta Congregación sigue viva, activa, y cuenta actualmente con 400 miembros.

Hoy, la Congregación vela para que los vascos en Madrid puedan seguir practicando su fe y sus rezos sin renunciar a sus raíces culturales. Así, cada domingo, en la iglesia de San Ignacio de Loyola, se celebra misa bilingüe a las doce del mediodía. "Las oraciones y los cantos son en euskera y la homilía se celebra en castellano", explica Pablo Beltrán de Heredia, secretario de la Congregación. "En general, los que acuden a esta misa son vascos que viven en Madrid. Y estos, en ocasiones, traen a parientes que están de paso en la ciudad. Viene también gente que no es vasca y que acude porque le gustan los cantos y cómo se desarrolla la misa, pero es una minoría", explica. Pablo es un bilbaino que recaló en Madrid en 1969, y es un claro ejemplo de que cuando uno está fuera de casa añora las costumbres y los detalles del día a día. "Cuando llegamos a Madrid yo echaba en falta el estilo de las homilías, de la celebración de las misas tal y como se hacían en el País Vasco. Aquí era algo distinto. A mí me dejaba frío", explica, añadiendo que estas misa en la iglesia de San Ignacio eran para él "una necesidad". Además, Pablo asegura que, curiosamente, ha sido en Madrid donde ha mejorado su nivel de euskera "El euskera siempre me había interesado y aquí, al incorporarme a estas celebraciones, quería saber bien lo que decíamos en los cantos, etc. y me puse a estudiar euskera", explica.

La celebración de la misa no es la única actividad que acoge la parroquia de San Ignacio. También celebra recitales de coros que viajan desde Euskadi y, por supuesto, del Orfeón Vasco de Madrid, que además del dar el concierto de Navidad y el de fin de curso, participa un domingo al mes en la misa llenando el templo con solemnes cantos religiosos.

Un columbario

La Congregación de Naturales y Originarios de las Tres Provincias Vascongadas es la propietaria tanto de la iglesia como de los locales traseros donde se ubican la rectoría y la oficina de la institución. Y ahora, desde esta Congregación están dándole vueltas a un curioso proyecto que le sacaría más provecho a estas instalaciones al tiempo que ofrecería un peculiar servicio. Y es que, están pensando en crear un columbario; es decir, una serie de nichos para que reposen las cenizas de personas fallecidas. El nacimiento de este posible proyecto tiene una razón de ser. Son muchos los vascos que en un momento determinado recalan en Madrid y acaban estableciéndose en la ciudad definitivamente. Muchos quieren que al fallecer sus restos sean llevados a su tierra natal, Euskadi, pero otros, se encuentran con que en Madrid han nacido sus hijos, sus nietos, y que sus seres queridos más importantes están en la capital del Estado. "Hay quien prefiere que sus cenizas se queden aquí para que sus familias les tengan cerca para visitar sus restos las fechas señaladas", explica Pablo. Es por ello que ahora estudian la posibilidad de construir ese columbario y analizan el interés real por este proyecto que puede existir por parte del colectivo vasco en Madrid. La Congregación se encuentra ahora en conversaciones con una empresa especializada para estudiar las posibilidades, requisitos sanitarios, etc.

Tres enormes tallas de los años 40 de la Virgen de Begoña, de San Ignacio de Loyola y de San Prudencio, dominan el interior del templo de estilo modernista. Su fachada neorrománica ha sido restaurada gracias a las aportaciones de las diputaciones forales, aunque todavía queda mucho por hacer, por ir arreglando en esta iglesia y en sus instalaciones. Es lo que tienen los edificios antiguos, tan llenos de historia y de vivencias: que los recuerdos pesan sobre los añejos cimientos y las vetustas vigas... Un tesoro que merece la pena preservar. Y en ello está volcada la Congregación, intentando hacer frente a los costes económicos que ello supone.

Don Pedro, el capellán

Tiene sonrisa franca, discurso cariñoso y mirada expresiva. Pedro Olalde es un religioso oñatiarra que ejerce de capellán en la iglesia de San Ignacio. Nacido en 1930, estudió en los Maristas y empezó su formación en el seminario en Antzuola en 1942. Pertenece a la Sociedad de vida apostólica, fe y justicia, que creó en su día junto con otros hermanos. Con el tiempo acabó en Madrid, donde también trabaja en la parroquia de Santa María la Mayor, en la zona de Estrecho. "En 2003, don Carmelo Etxenagusia, el obispo auxiliar de Bilbao, porque nosotros dependemos del Obispado de Bilbao, me dijo: Padre, ¿tú quisieras ser capellán de la iglesia de San Ignacio de Madrid? Y yo contesté: ¡Encantado! Y desde entonces estoy aquí", explica don Pedro.

Así, es don Pedro quien oficia tanto las misas de los domingos como las honras fúnebres o las bodas que también acoge esta iglesia de los vascos en Madrid. Hubo una temporada en la que también se celebraban bautizos, pero ahora esa posibilidad es más restringida ya que la Diócesis de Madrid establece que los niños deben bautizarse en la parroquia que les corresponde. Pero hay veces que los párrocos dan la autorización para que se pueda celebrar el sacramento en la iglesia de San Ignacio y luego ellos inscriben al bebé en la parroquia a la que realmente pertenecen.

Precisamente el mes pasado, la pequeña Arantza recibió su bautismo en este templo. Su aita, Asier Otxoa de Eribe, es un gasteiztarra que lleva siete años en Madrid. Él y su mujer andaban buscando un lugar para celebrar este día tan especial. "Nos hizo ilusión que hubiera en Madrid una iglesia que celebrara misa en euskera y contactamos con la gente de la Congregación", explica Asier. "No ha sido fácil, porque ha habido que obtener una serie de autorizaciones de diferentes parroquias…", añade. Una vez salvadas todas las trabas, la pequeña ha podido recibir este sacramento de manos de don Pedro y en la iglesia de San Ignacio. "Es de agradecer la disposición y la ilusión que ha mostrado la Congregación para que este bautizo se celebre aquí", destacaba Asier.

Los fieles habituales y la familia de la recién bautizada llenan los bancos del templo. Un proyector plasma sobre una pared desnuda la letra de las canciones en euskera, así como su traducción. El Gure aita se alza imponente sobre los tejados de Madrid. Una armónica lanza sus primeras notas. Suena dulce el Haurtxo polita. Arantza, engalanada, dormita en brazos de aitatxu.

(publicado el 19-12-2010 en Deia)



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