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Plata de Potosí para construir la plaza [Arrasateko "Herriko Plaza"] (El Diario Vascon)

2021/01/24

La plata de las fabulosas minas bolivianas de Potosí sufragó la construcción de la plaza pública que hoy conocemos como Herriko Plaza. La investigadora de Arrasate Zientzia Elkartea y profesora de la UPV-EHU Ana Isabel Ugalde desvela esta curiosidad histórica en una reciente investigación sobre la casa Indianokua de la calle Iturriotz.

Lotura: El Diario Vasco

Kepa Oliden / Arrasate, Gipuzkoa. Dos hijos de este noble solar, cuya fachada luce las armas de los Mercado-Oquendo y los Zabala-Guraya, donaron en 1688 a la villa que les vio nacer los 1.000 escudos de plata –un 'pastizal' de 40.000 euros del siglo XVII– que la villa invirtió en la construcción de la plaza pública en el mismo lugar que hoy la conocemos, «aunque todavía se tardarían unos cuantos lustros hasta que se erigiera el magnífico ayuntamiento que la preside». El edificio consistorial diseñado por Martín de Carrera se inauguraría en 1766.

Ugalde detalla que tan espléndido donativo provino de los hermanos Lorenzo y Francisco de Narriondo, caballeros de Santiago ambos y personajes prominentes en la opulenta ciudad colonial de Potosí, pertenecientes al virreinato de Perú.

La casa de Indianokua pasó al patrimonio de los Aranguren de Monterrón por un matrimonio con el conde en el año 1818

Siete miembros del linaje de los Oquendo-Mercado-Narriondo recalaron en Potosí y Lima durante los siglos XVII y XVIII

Estos dos miembros de la elite vasca que dominaba la extracción de plata desempeñaron importantes cargos. Pero sus brillantes carreras se desarrollaron bajo el amparo de los familiares que les precedieron en la emigración a las Indias. Como apunta Ugalde, «no emigraba quien quería, sino quien podía». Y en la aventura americana, los Mercado-Oquendo u Oquendo-Mercado, «fueron los apellidos que prevalecieron». La familia fue el sostén, pues a la estela del primero que marchó a las Indias siguieron otros miembros de la misma, frecuentemente requeridos por el que les precedió, coincidiendo simultáneamente varios de ellos.

Lorenzo y Francisco de Narriondo emprendieron el viaje a América llamados por su tío Juan Fernández de Mercado Oquendo (nacido en 1603), que no tuvo hijos varones. Y éste a su vez había emigrado llamado por su tío Juan de Oquendo Guraya (nacido en 1583), el primero de la familia que se estableció y se enriqueció en Potosí, pero fallecido sin descendencia.

El pionero Juan de Oquendo Guraya «debió de ser un miembro destacado de la colonia vasca, pues en 1601 figura entre los participantes de la Fundación de la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu de Potosí». Ana Isabel Ugalde señala que «en 1607 ya era un hombre acaudalado de la ciudad del Cerro Rico», donde ostentó importantes cargos.

Compró una hacienda a 10 leguas (50 km.) de Potosí, en la Serranía de Mataca, a la que llamó Nuestra Señora de Aránzazu. Y murió en 1622 en la misma hacienda en un episodio sangriento de la guerra entre vicuñas –coalición de castellanos, andaluces, extremeños y otros– contra los vascongados que ostentaban el control político y económico de la ciudad y de sus minas de plata.

Juan de Oquendo Guraya fue inhumado en la iglesia de su hacienda, puesto que los asesinos «le prohibieron a su viuda Beatriz de Andrade llevarlo a La Plata o a Potosí».

Para cuando su sobrino Juan Fernández de Mercado Oquendo arribó a Potosí, su tío ya había muerto. Pero entabló amistad con otros dos mondragoneses, Mateo de Aranguren (el que más tarde edificaría el actual palacio de Monterrón) y Martín de Barrutia (del Palacio de Udala), que le ayudaron en su inserción potosina. Siguiendo la estela de su difunto tío, invirtió en los ingenios de la plata y aumentó su fortuna. Se casó con Ana de Eguíbar, criolla, hija de vascos.

Como no tuvo hijos varones, llamó a su sobrino Lorenzo de Narriondo Mercado Oquendo y lo convirtió en yerno al casarlo con su hija Ana de Oquendo y Eguíbar.

Ugalde revela que el cronista potosino Arzans de Ursúa cuanta que la boda constituyó uno de los grandes acontecimientos de Potosí, por los fastos y la elevada dote de la contrayente.

Pero con la muerte de Lorenzo de Narriondo en 1690 no terminan las gestas americanas de este linaje. Otros descendientes continuaron su estela e hicieron las Américas.

«Cualquiera de los 7 miembros de las familias Oquendo, Mercado o Narriondo que recalaron en Potosí o en Lima y amasaron una gran fortuna bien pudo financiar la vivienda donde residían sus parientes en la villa y hacer colocar los escudos en su fachada» afirma Ugalde.

Pero 'indianos', sensu stricto, fueron José de Oquendo Mercado (1622-h.1690) y su nieto Juan Bautista de Oquendo y Arcaraso (1680-1734). Volvieron de las Indias y fue su regreso el que granjeó el sobrenombre de Indianokua al solar familiar de Iturriotz,

Esta casa de Indianokua, de los Oquendo-Mercado o Mercado-Oquendo, pasó a formar parte del patrimonio de los Aranguren de Monterrón. La razón, explica Ugalde, el enlace en Mondragón en 1818 de Dª María Rosa González de Echabarri Plaza, tataranieta de José de Oquendo, con Manuel María de Aranguren Gaytán de Ayala (1794-1852), conde de Monterrón.



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