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La selección vasca en Georgia: 80 años de una visita que dejó huella (Noticias de Gipuzkoan)

2017/04/28

Efeméride. Georgia celebra el aniversario de la gira que la selección de Euskadi realizó por la URSS en 1937, y que dejó una profunda impresión en la república caucásica

Lotura: Noticias de Gipuzkoa

Misha Vignanski / Efe. La selección vasca de fútbol nunca ha podido participar en una competición oficial, pero eso no le ha impedido tener un hueco en la historia de este deporte. En 1937, en plena Guerra Civil, el Gobierno Vasco organizó un equipo que, bajo el nombre de Euzkadi, tenía como objetivo recaudar fondos en el extranjero para la contienda. Entre otros lugares, el combinado vasco recorrió la antigua Unión Soviética y dejó una huella imborrable por su calidad futbolística, especialmente en la pequeña Georgia.

“Nací el año en que vinieron los vascos (1937). Comencé a jugar con el Dinamo Tiflis a los 20 años. Habían pasado dos décadas, pero futbolistas y aficionados seguían hablando de la selección vasca”, relató Vladímir Barkaya, histórico delantero georgiano.

Los vascos, que recorrieron la URSS con el legendario Isidro Lángara a la cabeza, disputaron nueve partidos, de los que ganaron siete, empataron uno y perdieron otro, ante el Spartak Moscú, pero fue en Georgia donde fueron mejor recibidos, tanto en Tiflis como en otras ciudades de la zona.

Quizás porque en su momento en la república caucásica se popularizó la teoría de que los vascos estaban ligados con los antiguos pobladores de Georgia, que en los tiempos remotos también era llamada Iberia.

El interés fue tal, que 300.000 personas solicitaron entradas para un partido que se disputó en un estadio con capacidad para 40.000.

La gente vendió toda clase de pertenencias para permitirse una entrada, desde joyas, a relojes y bicicletas.

“Mi abuela fue de las afortunadas que pudo asistir al encuentro entre los vascos y el Dinamo. Cuando era pequeño siempre me hablaba de la inolvidable atmósfera que había en el estadio y sus alrededores”, recordaba Tedo Dzaparidze, asesor del primer ministro georgiano.

Las entradas se vendieron con diez días de antelación, algo nunca visto por aquellos lares, y dos horas antes del pitido inicial el estadio estaba hasta los topes.

“Yo no entiendo nada de fútbol, pero cómo se puede no ver jugar a los vascos”, escribió entonces el poeta Iosif Grishashvili.

En vísperas de su llegada, los georgianos no dejaban de hablar de que los vascos “juegan de cabeza no peor que con los pies” y que Lángara tiene “un fenomenal golpeo de balón”.

“Bienvenidos”, rezaba el cartel que se colgó en una de las tribunas del estadio, mientras los futbolistas locales se dirigían a sus rivales como “hijos de la heroica España, del País Vasco”.

Y es que, como no podía ser de otra forma, el líder soviético, Iosif Stalin, nacido en Georgia, había tomado partido en favor de la República en la Guerra Civil española y así lo reflejó esos días la prensa local.

Los georgianos eran famosos por su técnica depurada y, de hecho, fueron comparados con Uruguay y alcanzaron la final de la Copa soviética en 1936.

Pero poco pudieron hacer ante el talento y la fuerza de la selección vasca, ante la que el Dinamo cayó (0-2) con goles de Lángara y de Minaev en propia puerta en un encuentro disputado el 24 de julio.

“Los vascos demostraron una gran técnica, una gran organización y un extraordinario juego de cabeza”, escribió entonces el diario local Comunistas.

EL “LEOPARDO” LÁNGARA. Otro famoso poeta georgiano, Valerián Gandrindashvili, quedó tan impresionado por el juego de los vascos que incluso les dedicó unos versos en los que comparó al pasaitarra Lángara, que había disputado el Mundial de 1934 con España, con un leopardo.

“Lángara pelea como un leopardo. Aplaudimos a los vascos ininterrumpidamente”, escribió tras el partido.

Por ese motivo, los georgianos se animaron a pedir al Kremlin que los vascos se quedaran en Tiflis unos días más para jugar un segundo partido, a lo que accedieron.

Eso sí, esa vez el rival de la selección vasca no fue el Dinamo, sino un combinado de los mejores futbolistas de la república, lo que no impidió que los visitantes ganaran de nuevo (3-1) con dos tantos de Lángara y uno de Emilio Alonso, mientras Regueiro e Iraragorri se perdieron el partido del 30 de julio por lesión.

Los invitados no se limitaron a entrenarse, sino que paseaban diariamente por las calles de Tiflis, viajaron de excursión por toda Georgia, fueron invitados a numerosos banquetes y se quedaron prendados de sus mujeres y su música.

“Lángara decía que Tiflis le recordaba a Bilbao. Nos entendíamos, pese a que no hablábamos el mismo idioma. Los vascos no solo eran fantásticos futbolistas, sino también maravillosas personas”, comentó Boris Paichadze, mejor delantero georgiano del momento.

Ahora, 80 años después, el portavoz del Ministerio de Deportes, Lasha Goduadze, aseguró que tiene intención de conmemorar el aniversario con una exposición de fotos y la edición de un libro.

“Los partidos contra los vascos fueron un punto y aparte para el fútbol georgiano”, apuntó el funcionario, cuyos planes han sido respaldados por la embajada española.

La gira de la selección vasca, que fue organizada con el fin de recaudar fondos para la causa republicana, arrancó en abril de 1937 en Europa y terminó en América Latina, donde varios de los jugadores se acabarían quedando.



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