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70 años después de que su familia abandonase Euskadi, Davide Cerchi Zarraolandia regresó y recuperó el euskera (Deian)

2016/02/08

Escuchar hablar en euskera a Davide da algunas pistas de la particular historia que guarda tanto su familia como él. Tiene un acento italiano inconfundible e incluso mantiene esa característica forma de gesticular transalpina. Pero también tiene un deje y unas expresiones muy lekeitiarras que se hacen notar en medio de ese euskera fluido que ha recuperado en los últimos años. Aunque nació en Génova hace 46 años y hoy vive entre Lekeitio y Eibar, para entender su vida hay que retroceder 80 años en el tiempo.

Lotura: Deia

Ander Goyoaga. El entrenador y exjugador de waterpolo Davide Cerchi Zarraolandia, doctor en Ciencias Políticas, se instaló en Euskadi hace seis años. Si el waterpolo, las ganas de recuperar el euskera y una forma de ver la vida muy particular fueron las motivaciones que le llevaron a emprender este viaje, la Guerra Civil y el avance franquista fueron los factores que obligaron a sus familiares a afrontar el camino inverso. La familia Zarraolandia-Leniz se vio forzada a abandonar Euskadi por la militancia política de Liborio Zarraolandia, gudari de ANV y abuelo de Davide.

Él fue el primero en abandonar territorio vasco y, tras múltiples vicisitudes, se terminó estableciendo junto a su familia en Génova. Allí terminaría naciendo Davide, del matrimonio entre Nere, su madre lekeitiarra, e Italo, su padre, italiano de Liguria. “Vivíamos con mis abuelos y en mi casa se hablaba euskera lekeitiarra e italiano. Aunque la situación que había vivido mi familia fue muy dura, no viví un ambiente politizado y mucho menos de odio. Era algo más cultural, de cariño por Euskadi y por Lekeitio. La verdad es que no hablábamos de España; cuando era niño pensaba que era un país que se encontraba en Sudamérica”, comenta.

LOS VERANOS. El ambiente familiar y los veranos en Lekeitio le sirvieron para aprender euskera, aunque sin terminar de afianzarlo. “Tengo cuadrilla lekeitiarra desde que era un niño y un gran recuerdo de los veranos allí. Éramos bastante trastos, tenemos historias increíbles”, explica con una sonrisa.

Dice que le gustan los “cambios de escenario” y en 2010 se plantó en Lekeitio para aprender euskera y entrenar a waterpolo en Eibar

En la bulliciosa y portuaria Génova, Davide se enganchó desde niño al deporte y, por influencia de su padre, a la Sampdoria: “Este equipo es mi pasión y casi mi enfermedad; aunque el Athletic es mi segundo equipo gracias a mi aitxitxa”. Por diferentes circunstancias, sin embargo, comenzó a jugar a waterpolo, un deporte con mucho peso en Italia. Llegó a jugar como portero en la máxima categoría y, como profesional o aficionado, recorrió miles de kilómetros entre piscinas de media Europa.

En el año 2010 se le presentó la oportunidad de dar un impulso a este deporte en Euskadi. Y detrás de esa opción vio otros alicientes: afianzar el euskera, regresar a Lekeitio... “En Eibar buscaban un entrenador para impulsar el proyecto deportivo del equipo de waterpolo. Me presenté a la prueba, a la que también se había presentado un croata y un ruso, y me escogieron. Me gustan los cambios de escenario; a lo largo de mi vida he tenido varios. Creo que está bien cambiar el chip y verte de repente en una situación diferente. Al principio me dedicaba exclusivamente a entrenar a los equipos y a ir al euskaltegi, aunque faltaba mucho a clase y he aprendido de una forma bastante libre. Después, empecé a trabajar como comercial en una empresa de máquina-herramienta. Sigo entrenando unas cinco horas al día. Es duro, pero me encanta este deporte”, explica.

Casi tres cuartos de siglo después de que su abuelo hiciese la maleta para abandonar Euskadi, Davide la deshacía en el piso que su familia mantenía junto al puerto lekeitiarra. El balance, seis años después, no puede ser mejor. El Urbat Urkotronik está consiguiendo unos resultados excepcionales dentro del panorama del waterpolo vasco y, aunque reconoce fallos gramaticales, hace varios años que habla con total fluidez en euskera. “Prefiero hablar en euskera que en castellano, que se parece demasiado al italiano y los acabo mezclando. Me da pena que haya gente que lo sepa hablar y no lo utilice; en Lekeitio no pasa pero sí en Eibar. Creo que algunas personas no lo valoran tanto como yo”, indica. El año pasado incluso protagonizó junto a algunos conocidos eibartarras una campaña municipal para impulsar el uso del euskera en la localidad.

Los mejor de este regreso, no obstante, le ha llegado en el terreno personal. Desde el mes de agosto su compañera eibartarra y él son padres de Andoni. Algún día tendrá que contarle las vueltas que dio la vida de su familia antes de que él llegase a este mundo.



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