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Viceconsejero de Política Lingüística: «Necesitamos un debate amplio y sin prejuicios sobre el euskera»

09/09/2006

Patxi Baztarrika, viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco (foto Michelena-DV)
Patxi Baztarrika, viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco (foto Michelena-DV)

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Entre otros problemas, el euskera se enfrenta a inercias y costumbres a la hora de asentarse en el mundo y la vida pública y oficial. Tras años y siglos en los que ha permanecido fuera del sistema, hoy todos los menores de 25 años lo han estudiado y aprendido en la casa o en la escuela, al menos en la porción occidental del país. Pero existe aún un alto porcentaje de la población que es castellanoparlante monolingüe a quien el euskera y la cultura que se desarrolla en esa lengua le son ajenos. Paralelamente, otros ciudadanos luchan por poder vivir en euskera. En opinión de Patxi Baztarrika, el futuro reside en sumar voluntades y en consensuar, no sólo sobre el papel sino en la vida diaria. Pasa por incorporar, convencer y ejercer, más que por cualquier otra cosa. Así responde el viceconsejero las preguntas de Nerea Azurmendi en El Diario Vasco.
La constatación del desequilibrio entre el creciente grado de conocimiento del euskera y su utilización --sobre todo en los ámbitos informales y en la vida ordinaria-- es la conclusión prácticamente unánime de la mayoría de los estudios y análisis referidos a la actual situación del euskera. Era el punto de partida del documento 'Futuro de la Política Lingüística' que la Viceconsejería de la que es responsable Patxi Baztarrika presentó a finales del pasado año, y está en la base de los proyectos inmediatos de la misma.

-¿Puede interpretarse la distancia entre el conocimiento del euskera y su uso como un relativo fracaso de la política lingüística que se ha aplicado desde que, en 1982, se aprobó la Ley de Normalización del Euskera?

-No, en absoluto, porque en líneas generales se ha hecho lo que se tenía que hacer. Como en todo proceso, hay luces y sombras, pero prevalecen las luces, porque si echamos la vista atrás veremos que se han producido avances importantísimos, sobre todo en el ámbito del conocimiento. En veinte años, por ejemplo, hemos conseguido asegurar la transmisión intergeneracional del euskera, que no es poco. Pero cuando hablamos del camino que se ha recorrido, gracias al esfuerzo que ha realizado toda la sociedad, no podemos caer en la autocomplacencia, ni hablar de fracaso cuando reconocemos los problemas, que los tenemos, e importantes. Yo prefiero hablar de una necesaria actualización y adaptación de la política lingüística con arreglo a los cambios que se producen en la sociedad, porque la normalización y la recuperación de una lengua no son producto de una suma de leyes y decretos, sino un proceso de cambio social que requiere un amplísimo consenso cultural, social y político. Es, en definitiva, un proceso que guarda relación directa con las voluntades de la sociedad.

-Además de al mencionado, ¿a qué otros problemas debería hacer frente esa actualización?

-Desde mi punto de vista, y aunque no se puede generalizar, otro de los problemas importantes es que una parte significativa de los monolingües erdaldunes [castellanoparlantes] vive de espaldas y mantiene una actitud indiferente al euskera y hacia el mundo que crea, se expresa y vive en euskera. Por otra parte, quienes desean vivir en euskera tienen grandes problemas para ejercer ese derecho en muchos ámbitos, y ése también es un problema importantísimo. Mientras siga existiendo en esta sociedad una parte de la misma que quiera --con todo el derecho del mundo-- vivir en euskera y no pueda hacerlo, tendremos un problema social importante por resolver, y la única manera de hacerlo es ir construyendo con paciencia y flexibilidad una sociedad completamente bilingüe en la que podamos vivir en la lengua de nuestra elección.

-De momento, ¿dónde y cómo podrían confluir esos dos mundos?

-En la ampliación del consenso en torno al euskera; en la asunción por parte de todos de que no es suficiente la igualdad formal de las lenguas, sino que también lo es la igualdad social, la igualdad de oportunidades de uso lingüístico para los ciudadanos. El objetivo es que podamos vivir también en euskera, no sólo en euskera, y para ello el conjunto de la sociedad, también los erdaldunes monolingües, tiene que asumir el euskera y su extensión como un objetivo del conjunto de la sociedad, sin excepciones. Y todos tenemos que asumir, porque el objetivo lo merece, no sólo flexibilidad en los ritmos sino también los esfuerzos, renuncias, incomodidades y compromisos que un proceso de estas características conlleva.

-¿Qué argumentos utilizaría para animar a los que pueden ser considerados indiferentes a que participen y se impliquen en ese proceso?

-Les diría, en primer lugar, que el futuro es plurilingüe, y que el plurilingüismo no es fuente de pobreza sino de riqueza, incluso individual, y que no deberían vivir de espaldas al euskera porque se están perdiendo un mundo muy enriquecedor. Les recordaría también que los derechos lingüísticos que asisten a los ciudadanos no son sólo individuales sino colectivos, y que el derecho de una persona a vivir también en la lengua de su elección sólo es ejercitable en la medida en que el conjunto de la sociedad en la que se desenvuelve le da la oportunidad de hacerlo, lo que no deja de ser una cuestión de pura democracia. Y subrayaría la gran aportación que pueden hacer --en la medida en que trabajen desde la voluntariedad y a su ritmo a favor de un bilingüismo real-- a la convivencia, a una sociedad vasca más cohesionada y vertebrada. Es la aportación que han hecho, y debe ser reconocida y agradecida, miles de euskaldunberris.

-¿En esa tesitura, qué cuestiones debería tener especialmente en cuenta el mundo del euskera?

-Sin ignorar que tiene sus propios problemas, serios y relacionados con la imposibilidad, todavía, de ejercer plenamente sus derechos, puede contribuir a motivar a los indiferentes haciendo del euskera una lengua atractiva, generando productos que muestren que quien vive de espaldas al euskera se está perdiendo algo. Eso no significa producir más y más y más, porque debemos tener muy clara la medida de lo que somos, hoy en día, una comunidad de 600.000 hablantes, sino de producir mejor. Y entender, también, que el euskera es un patrimonio de todos, que debe estar al margen de cualquier connotación política o partidista. Como decía Michelena, «nuestra lengua tiene que encontrar el espacio suficiente, sin aventuras ni maximalismos, para asegurar un futuro de continuidad y crecimiento». Creo que esa frase sirve para todos.

-Una de las cosas que más ha cambiado en los últimos años es, precisamente, el espacio del euskera y la tipología del euskaldun.

-Sí, y es precisamente a esa nueva realidad a la que tenemos que adaptarnos. Hace treinta años, algunos dudaban de que pudiera escribirse sobre física y filosofía en euskera, consideraban que era una lengua idónea para la vida ordinaria y las tareas menores. Hoy, paradójicamente, muchos jóvenes escriben mucho mejor sobre física o historia en euskera que en castellano pero no utilizan preferentemente el euskera en su vida cotidiana. Más de la mitad de los menores de 25 años son bilingües, tiene una relación natural y nada ideologizada con el euskera. Ya hoy, la mayoría de los bilingües menores de veinte años son euskaldunberris que viven en entornos urbanos y familiares donde la la lengua natural de relación que predomina es el castellano. En todas las proyecciones de futuro, ése es el segmento clave; dentro de doce o quince años la mayoría de los vascohablantes serán euskaldunberris cuya relación con la lengua es muy distinta a la que han tenido otras generaciones. Y la tipología del euskaldun seguirá cambiando a nada que se acierte en la integración lingüística de la población emigrante. Esos cambios no nos tienen que asustar, pero los tenemos que tener muy en cuenta.

-¿En qué medida condicionan esas transformaciones las estrategias relacionadas con la normalización y recuperación del euskera?

-De hecho, ya las está condicionando, porque es en esos colectivos en los que se está haciendo patente el desequilibrio entre el conocimiento del euskera y su uso. Son bilingües, y cada vez lo serán en mayor proporción gracias a la escuela. Hacen los exámenes en euskera, pero cuando tienen que contar un chiste lo hacen en castellano; empiezan desde muy jóvenes a tejer sus redes de relaciones en castellano. Otro de los aspectos clave guarda relación con el modo de motivar a ese colectivo para que se comprometa con el euskera, cómo conseguir una mayor adhesión al euskera. Determinados mensajes ya no les llegan, hay que adscribir al euskera otros valores para convencerles de que ya no se trata sólo de salvar al euskera, sino también de utilizarlo, porque es, entre otras cosas, el elemento más común de nuestra identidad, necesariamente plural.

-Da la impresión, sin embargo, de que esa pluralidad no siempre ha estado representada en los debates clave sobre el euskera.

-Así es, y del mismo modo que la administración tiene necesidad de mejorar y de intensificar sus esfuerzos, la iniciativa social, entendida en el sentido más amplio, tiene que hacer un esfuerzo por sacudirse determinadas inercias. La casa del euskera no es una casa monocolor y con una sola habitación, sino una casa con muchas habitaciones pintadas de distintos colores. Esa es una condición fundamental, necesaria e imprescindible si queremos fomentar el también imprescindible consenso social. Nadie debería utilizar el euskera de manera exclusiva y excluyente, y tampoco nadie, escudándose en eso, debería despegarse del euskera desentendiéndose de las responsabilidades que le corresponden en la medida en que no es algo «de otros», sino patrimonio de todos, al margen de cualquier otra connotación.

-Sobre la base de esas reflexiones, ¿tiene prevista el Gobierno Vasco alguna acción concreta?

-Mantener, en un ambiente de colaboración creciente entre las instituciones que ya se está estructurando y con la participación de la representación más amplia posible de toda la sociedad, lo que está planteado para esta legislatura: seguir incidiendo en el incremento del uso. Para ello, pondremos en marcha dentro de este mismo año un debate ampliamente participativo que durará los meses que tenga que durar y tendrá como objetivo hacer un análisis de lo que se ha hecho y estudiar las prioridades y líneas de acción del futuro, tomando como base las líneas estratégicas que se establecieron en el Plan General de Promoción del Uso del Euskera.

-¿Están definidas las características formales de ese debate?

-Habilitaremos un espacio en el que puedan participar de una manera u otra centenares de personas. También no vascohablantes, por supuesto. No podemos obligar a nadie a participar, pero se invitará a todos a hacerlo. Necesitamos un debate sin prejuicios, sin miedo a la crítica o a la autocrítica, amplio en lo que respecta a la participación y al enfoque, en el que todo el mundo pueda expresarse con total libertad.


DOS SÍMILES Y UNA MISMA CUESTIÓN CLAVE

N. A. Patxi Baztarrika recurre a alguna que otra figura retórica --en el sentido estricto del término-- para reiterar ideas que, expresadas de otro modo, podrían enredarse en tecnicismos o resultar excesivamente crudas. Compara así el proceso de normalización lingüística con «la ascensión a un 3.000». En esos casos, «es evidente que no siempre llega primero el que empieza a subir el manera acelerada; de hecho, es posible que ni tan siquiera llegue.

Para subir a la cima de un monte hay que saber elegir el itinerario más adecuado, marcar un ritmo acorde con las posibilidades reales y dosificar las fuerzas. Además, lo bonito es llegar juntos, en grupo. Y todo el grupo tiene que asumir que a la cima no se llega sin esfuerzos, sin sudar, sin sacrificio». En términos montañeros, rigurosamente cierto, tan cierto como que hay muchísima gente que ni tan siquiera se plantea salir de casa para practicar un deporte ciertamente duro. O es más partidaria de las expediciones ligeras y especializadas... Tanta, tal vez, como la que tampoco tiene ningún interés en pintar con sus propios colores la «casa del euskera» multicolor a la que Baztarrika dedica otro símil o, por el contrario, no desea más variedad cromática que la existente.

¿Cómo animar a la gente a que practique en esos términos el montañismo y la decoración? «Esa es la cuestión clave», dice Baztarrika. Lo que sucede es que la que es verdaderamente clave es la respuesta. Y, en la mejor tradición polifónica del país, mejor que sea una respuesta coral, por muy buenos que sean --o crean ser-- los solistas. Tal vez así se eviten gallos y falsetes.


(publicado el 03-09-2006 en El Diario Vasco)


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