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Donostia-San Sebastián. Amantes de la música de uno y otro lado del Atlántico se han alegrado estos días por la elección de la necochense Julitxu Gysling Zubillaga como presidenta de la Federación de Coros de Gipuzkoa, un reconocimiento a la gran dedicación de esta vasco-argentina al mundo de la música coral. Es también una muestra de la aportación de la Diáspora a la cultura vasca, que, lejos de limitarse a perpetuarla y repetirla desde la distancia, la mantiene viva, y, en casos como el de Julitxu, la trae de vuelta enriquecida con vivencias y culturas de otros países.

Ella recibe el nombramiento con "la satisfacción que te da el que tanta gente deposite en ti esa confianza" y con la intención de seguir con los proyectos y servicios que ofrece la federación a los 110 coros federados.

El legado del aitona

Julitxu Gysling comenzó en el mundo de la mano de su abuelo, el errenteriarra Hipólito Zubillaga, txistulari, músico y director de coros, que a los 21 años emigró a Argentina y fue uno de los fundadores del Centro Vasco de Necochea. A los cinco años, su nieta Julitxu, ya cantaba en dos de los coros dirigidos por él, uno de ellos el coro infantil del centro vasco. "Desde que tengo uso razón, estoy a su lado. Con dos añitos, ya me llevaba a los ensayos de sus coros y me sentaba en una silla al lado del piano cuando los pies aun ni me llegaban al suelo. Fue mi primer director, mi profesor de música en el colegio", cuenta.

[Julitxu, mostrando desde txiki sus ganas de aprender a tocar el txistu, en brazos de su orgulloso aitona, Hipólito Zubillaga (foto JGysling)]

"Él escuchaba discos de Andra Mari de Errenteria, del coro Pizkunde de Caracas, y tenía un LP de Eskifaia Abesbatza de Hondarribia, le apasionaba ese coro y me enseñaba a reconocer también en ese disco señales de calidad", rememora Julitxu. Años más tarde, ya afincada en Euskal Herria, ella pudo conocer al director de este coro, Javi Busto, y cantar con él durante más de diez años.

El centro vasco, segunda casa

La euskal etxea necochense también fue, y sigue siendo, una gran referencia para la vasco-argentina. "Mis hermanos y yo, nos hemos criado allí. Para muchos el centro vasco ha sido y es nuestra segunda casa; la casa de una familia más que grande. Fui dantzari, txistulari, canté en el coro y fundé y dirigí hasta que me vine a Euskal Herria, el coro infantil "Gure Aziak". Mi familia (entre ellos tres sobrinos dantzari txikis) sigue allí, trabajando, participando en lo que empezaron nuestros abuelos cuando llegaron: preservar, mimar y difundir nuestras raíces".

[Julitxu, a la izquierda, junto a sus hermanos, en el retoño del Árbol de Gernika de Necochea, en el Aberri Eguna de 1991 (foto JGysling)]

La euskal etxea necochense es un centro muy activo y Julitxu, que sigue manteniendo un estrecho contacto, lo ve "muy en movimiento. Por suerte, dejando muy, pero muy claro, que mas allá de las adversidades, o de lo difícil que se pongan las cosas "HACER" siempre es posible. Son una familia fuerte, llena de ganas, incansable, y no saben quedarse quietos".

De nuevo, Errenteria

Hace 21 años, Julitxu decidió dar el salto y cumplir su sueño, viniendo a vivir a Euskal Herria. "Vivía como tantos jovenes de la diaspora con el corazón de este lado del mar. Mi adolescencia la pasaba leyendo sobre mitología vasca y escuchando a Imanol, Mikel Laboa, Lertxundi, Lete....  Después de un par de viajes que hice con mis aitonas, conseguí en 1992 una beca para estudiar euskera un par de meses en Lazkao, y me quedé; con el orgullo inmenso de haberlo hecho en la Errenteria que tanto amaba mi abuelo".

Durante sus años en Euskal Herria, la conexión con su aitona se mantuvo firme, hasta el fallecimiento de Hipólito Zubillaga hace cinco años. "Él vivía feliz a la distancia cada movimiento mío en la música coral, cada concierto, cada viaje, cada certamen, cada grabación, todo lo que he ido creciendo aquí en lo musical. Lo compartía con él cada semana por teléfono y eso le hacía inmensamente feliz. Todo, todo lo que hoy en mi vida (y en la de mis hijos) tiene que ver con la música, se lo debo y se lo dedico a él", confiesa Julitxu.

[Actuando con el coro Landarbaso Abesbatza en China (foto JGysling)]

Aprender euskera cantando

Julitxu asegura que el haber crecido en la Diáspora le ha dado todo lo necesario para sentir Euskal Herria como su casa y que nunca se ha sentido extranjera aquí. Entre otras cosas, la lengua. Ella habla euskera y su entorno es muy euskaldun. "Lo he oído y cantado desde que nací y eso ayudó, claro", explica. "Con mis hijos, casi hasta me cuesta hablar en erdera, he trabajado en ikastolas y curiosamente en los exámenes de euskera he aprobado con nota alta los orales y se me resiste mucho mucho la gramatica, lo que llaman efecto euskaldunzaharra".

Por su experiencia personal, Julitxu valora muy positivamente el esfuerzo que se realiza en las euskal etxeak en la enseñanza del euskera. "Tengo conocimiento de cuanto se está haciendo por el euskera en la diáspora, desde los pequeños y no tan pequeños grupos de clases en las euskal etxeak a los proyectos a nivel universitario", asegura. "Desde quien sin tener relación directa con él es un estudioso de las lenguas, quien lo estudia por simple curiosidad, hasta los jovenes que sueñan con acercarse a Euskal Herria y saben que hoy tienes que traer el euskera en la maleta si quieres establecerte aquí".