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Buenos Aires, Argentina. A 1.200 kms de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y en la provincia de Chaco, se encuentra la localidad de Quitilipi. A pocos kilómetros de ésta se ubica el Paraje “La Tambora” y allí la Escuela Rural nº 664. La gente que habita en este paraje vive en condiciones de miseria extrema. Los niños reciben sólo una comida diaria, la de la escuela; los más pequeños andan casi desnudos; para conseguir agua potable deben recorrer varios cientos de metros; y enfermedades que en los grandes centros urbanos ya han sido desterradas --como el cólera o el mal Chagas-- allí forman parte de la realidad cotidiana.

El contexto en el que está inserto el Colegio Manuel Belgrano es totalmente distinto. Está en Buenos Aires, en el barrio de Palermo. Sin embargo los alumnos que asisten a esta institución pública son en su mayoría de clase media y baja y esta condición repercute a la hora de llevar adelante los proyectos.

[Niños de la Escuela Rural nº 664 del Paraje “La Tambora” , Chaco]

“Cuando comenzamos con 'Quitilipi' veíamos claramente que era una posibilidad de que ambas escuelas se ayudaran mutuamente”, explican los responsables del programa a EuskalKultura.com. “Las familias del pueblo de Chaco tienen necesidades muy concretas. Por ejemplo, los niños que tienen zapatillas, al jugar al futbol se las sacan para que no se les estropeen. Eso para nosotros es impensable. Sin embargo los jóvenes de acá viven en una sociedad con valores distintos. Y nosotros debemos mostrarles y enseñarles que las cosas pueden cambiar”, argumentan las autoridades del Manuel Belgrano. “El implicarse con un programa de estas características hace que los jóvenes de Buenos Aires conozcan otra realidad, se comprometan con quienes necesitan su ayuda y trabajen en un ambiente de cuidado y respeto mutuo”.

Colaboración de Euskaltzaleak

Con esta meta nació en 1993 el 'Proyecto Solidario Quitilipi'. La realidad económica, sin embargo, juega en contra y si bien en sus comienzos se viajaba cada dos años hasta Quitilipi para entregar en mano cajas con ropa, alimentos, juguetes y útiles escolares, entre otras cosas, desde hace 3 años el viaje no se puede concretar por falta de medios. “Antes viajábamos unos 15 alumnos con tres o cuatro profesores, llevábamos las cajas y allí teníamos un trabajo de mucha responsabilidad. Impartíamos, alumnos y profesores, talleres mediante los cuales les enseñábamos a niños, jóvenes y adultos a cuidarse, a prevenir embarazos no deseados y enfermedades, y a protegerse frente a la violencia familiar y de género. En la actualidad la condiciones económicas han cambiado y pese a que organizamos actividades para juntar fondos a veces lo que conseguimos no es suficiente ni siquiera para enviar las cajas tan esperadas por la gente de Quitilipi. Por eso hemos recibido con gran entusiasmo la idea de la Escuela de Lengua Vasca de participar con nosotros. De hecho, hace unos días hemos podido enviar varias decenas de cajas ya que la institución vasca se hizo cargo del costo del envío”, cuentaAlberto Berazategui, uno de los profesores encargados del proyecto.

“Para nosotros era una materia pendiente”, explica el vicepresidente de Euskaltzaleak Carlos Saharrea a EuskalKultura.com. “Nuestra próxima meta es conseguir que el próximo año se pueda concretar el viaje que desde hace tanto no se realiza. Pero nuestro compromiso va más allá de lo económico”, agrega Saharrea. “Tenemos la posibilidad de formar a los jóvenes de Buenos Aires para que puedan ayudar a las familias de Quitilipi en lo que necesiten. Además, si todo marcha bien, seguramente alguno de nosotros también se animará a viajar junto con los profesores y alumnos del colegio”, concluye Saharrea.