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El Centro Vasco de Valparaíso organiza una exposición con motivo del aniversario de la llegada del Winnipeg

22/08/2005

Una maqueta del Winnipeg, realizada a escala por el modelista chileno Marcelino Aceituno, se expondrá en Valparaíso a iniciativa del Centro Vasco Eusko Etxea de Valparaíso-Viña (Quinta Región Chilena)
Una maqueta del Winnipeg, realizada a escala por el modelista chileno Marcelino Aceituno, se expondrá en Valparaíso a iniciativa del Centro Vasco Eusko Etxea de Valparaíso-Viña (Quinta Región Chilena)

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La llegada desde Francia del buque Winnipeg al puerto de Valparaíso (Chile) un 3 de septiembre de 1939 cargado con refugiados que huían de la guerra y la persecución franquista constituyó todo un aldabonazo a la apacible sociedad chilena de aquella época. Entre los recién llegados había también vascos que, como la gran mayoría de quienes viajaron en el buque, se incorporarían activamente a la sociedad y al quehacer de este país que harían también suyo. Ante la inminencia de un nuevo aniversario de aquella fecha, Eusko Etxea de Valparaíso mostrará en una exposición una reproducción a escala del Winnipeg, junto al relato de su historia.
Hace 66 años, en el transcurso de estos días, un carguero realizaba una arriesgada travesía marítima, llevando en sus reducidos espacios a más de dos mil seres que se dirigían hacia lo desconocido y apostaban a un futuro en una tierra que les prometía albergar sus esperanzas. Desde Trompeloup-Pauillac, la embarcación había salido presurosa por el estuario de la Gironda, para luego pasar por las Azores y cumplir una temeraria ruta a través del Atlántico hasta Isla Guadalupe, antes de aprestarse a cruzar un Canal de Panamá que daría paso al océano de la paz, en cuyos confines era bañado por sus aguas, un modesto país llamado Chile.

El Winnipeg fue por un mes el hogar navegante de hombres y mujeres oriundos de distintos pueblos de España. Víctimas de la ferocidad fascista, se habían dirigido hacia el sur de Francia a pie por los Pirineos. En muchos casos, el éxodo lo protagonizaron mujeres solas con sus pequeños hijos: cientos de niños, asustados y sin comprender bien qué sucedía, obedecieron la guía protectora de sus madres, las cuales escondían la angustia de ver a sus retoños correr peligros y pasar hambre y frío, y disimulaban la desesperación por desconocer el paradero de sus esposos y no saber si al otro lado de la cadena montañosa los volverían a ver.

'Barco de la Esperanza'

Una vez en el país galo, pocos hallaron el confort de un hogar y la mayoría sufrió las mortificaciones de los campos de concentración. Por eso, y en vista de que era imposible retornar a la tierra de origen, el “Barco de la Esperanza” se presentó como la gran oportunidad para empezar una nueva vida.

Con la Guerra Europea casi alcanzándoles la popa y la posibilidad latente de que en cualquier momento se vieran obligados a regresar, los viajantes del Winnipeg tuvieron que convivir con el miedo e intentar hacer de esos 30 días una experiencia llevadera en lo posible. Más de 2.200 almas en una nave con capacidad para apenas 70, tras haberse acostumbrado al hacinamiento y las incomodidades, encontraron en la música, los juegos y las amenas charlas, el lado simpático de la difícil odisea.

66 aniversario de la llegada

Hoy, los otrora ocupantes de la embarcación suelen recordar los aspectos anecdóticos de aquella experiencia: se dice que quienes hicieron el recorrido siendo aún infantes, inventado juegos entre las estructuras del intrincado buque, fueron los que más disfrutaron del periplo.

El 3 de septiembre se cumple un año más desde aquella mañana en que el puerto de Valparaíso dio la bienvenida al Winnipeg. En la afueras de la bahía, sus expectantes pasajeros habían pasado la noche anterior celebrando y entonando canciones a la espera del arribo, y estaban maravillados con el anfiteatro iluminado en que se convertía la ciudad al morir la tarde.

El inicio de una nueva vida

Aquel día primaveral de 1939, justo cuando se recibían noticias del estallido de la Guerra Mundial, miles de personas se aglomeraron en el muelle para dar un apoteósico recibimiento con bandas musicales y autoridades. Ya 30 refugiados habían vivido algo similar en Antofagasta; al anochecer, los 1.600 que siguieron rumbo en tren hacia Santiago se sorprenderían con una Estación Mapocho repleta de entusiastas anfitriones. El grupo que decidió quedarse en Valparaíso alcanzaba un número de 600 inmigrantes.

La gestión de Pablo Neruda había sido cumplida exitosamente. Catalanes, andaluces, gallegos, valencianos, madrileños y vascos ya se encontraban en suelo chileno, pero la historia recién comenzaba: en un país extraño, el trabajo y la hospitalidad serían los pilares fundamentales para recomenzar.

Exposición en Valparaíso de una maqueta del buque

Con el fin de conmemorar aquel heróico peregrinaje marino a bordo del Winnipeg, que trajo a tantos vascos a este rincón del mundo, Eusko Etxea de Valparaíso expondrá una maqueta del “barco de la esperanza” confeccionada en madera de pino y metal por el modelista naval Marcelino Aceituno.

Para la realización de la obra, cuyo tamaño es a una escala de 1:100, el artista se ha basado en datos oficiales acerca de las características y medidas reales de la desaparecida embarcación. La fecha y lugar en que será mostrada al público la representación del Winnipeg se harán públicas en breve.


Enlaces relacionados

Página web del Centro Vasco Eusko Etxea de Valparaíso
www.euskoetxea.cl

El Aniversario de la llegada del Winnipeg del año pasado
Publicado en euskalkultura.com el 02-09-2004

El Winnipeg en la página web de Eusko Etxea de Valparaíso
www.euskoetxea.cl/ahistoria.htm

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