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Azul, Argentina. El Centro Vasco Gure Txokoa de Azul ha celebrado este mes de diciembre sus 32 años de trayectoria, una efeméride que coincide con un hito personal muy poco habitual: los 100 años de una de sus fundadoras y referente ineludible, Alicia Nélida Barbería Zarçabal. Nacida el 12 de diciembre de 1925, Alicia personifica la memoria viva de una institución que surgió, como tantas otras en la Argentina de los años 90, y del conjunto de la Diáspora, del deseo de reencontrarse con las raíces y la cultura de los ancestros.

Nos remontamos a aquel 1993 en que una convocatoria a formar un centro vasco, publicada en el diario local, activó el interés de un puñado de personas, todas de ascendencia vasca. La mayoría eran mujeres, de edad madura, algunas más jóvenes, amas de casa, alguna maestra, empleadas públicas, “y varones, tan solo dos o tres. "Éramos poquitos, pero todos teníamos la ilusión de tener nuestro centro vasco, ya que veíamos que las ciudades de alrededor, todas lo tenían”, recuerda para EuskalKultura.eus Alicia, quien entonces contaba 67 años.

  
El matrimonio Francisco Barbería y Catalina Zarçabal. Y Alicia Barbería junto a su madre, Catalina Zarçabal

Alicia fue la única hija de Francisco Barbería (Arrarats, Navarra) y Catalina Zarçabal (Ibarrola, Baja Navarra), llegados, cada quien por su lado, a finales del siglo XIX a trabajar en el campo azuleño. En Azul se casaron, formaron su hogar, en el que nació Alicia, quien transformaría con el tiempo aquel legado familiar recibido día a día en la casa, de mano de sus padres nacidos en Euskal Herria, en un verdadero compromiso personal, que más tarde llegaría a ser en institucional.

Alicia formó su familia. Se casó, fue ama de casa y madre de un hijo, Roberto O. Palermo, y de una hija, Alicia G. Palermo. Además de sostener a lo largo de los últimos 32 años su adhesión a la euskal etxea, llevando a cabo prácticamente todos los roles dentro y fuera de la Comisión Directiva —desde la presidencia hasta su actual lugar como vocal—, supo in culcar, alimentar y despertar el interés en sus generaciones siguientes. Su hija Alicia Graciela se sumó a las filas de la euskal etxea, y su nieta, Sofía Palermo, fundó y dirigió el grupo de dantzaris adultos Arima Gazte.

 
La vasca azuleña Alicia Barbería Zarçabal (en el centro), rodeada por su familia

“He llegado a esta edad inesperada y estoy muy feliz ocupando mi cargo de vocal". "Aunque no puedo trabajar como antes, a la par de mis compañeros y compañeras, hago lo que puedo”, asevera a este boletín. A pesar de su centenaria perspectiva, Alicia no elude el presente. Reconoce la dificultad de renovar el interés de los más jóvenes y, sobre todo, los desafíos que impone la coyuntura económica. Pero mantiene el optimismo, fundado en una confianza sólida en el grupo humano que hoy sostiene el centro vasco. “Tengo fe y mucha esperanza". "Creo que esto va a pasar, y que vamos a poder seguir adelante, ya que hay un grupo muy trabajador que quiere y respeta la memoria de sus antepasados”, asegura, con la autoridad que le dan 32 años de intenso compromiso y un siglo de enraizada identidad vasca en suelo bonaerense.

Zorionak Alicia!