Carmen Ezcurra, nieta de uno de los fundadores de la Euskal Etxea de Lima, es la cónsul de este país en Bilbao

Su familia volvió al País Vasco cuando ella contaba 18 años. Estudió su carrera y se recibió de abogada en Bilbao. La vasco peruana Carmen Ezcurra es nieta de Gregorio Ezcurra, uno de los fundadores de la primera euskal etxea de Lima. Cónsul del Perú en Bilbao desde 1995, esta hija y nieta de navarros afirma que existen alrededor de tres mil peruanos en Euskadi, de los que alrededor de mil han pasado ya por su oficina. Nekane Lauzirika conversa con ella en un diálogo que publica hoy el diario Deia.

Vive en Euskadi desde que cumplió los 18 años, «nos trasladamos toda la familia aquí coincidiendo con la revolución de Velasco». Carmen Ezcurra estudió Derecho en la Universidad de Deusto y pronto comenzó a trabajar en el mundo de los seguros. Actualmente, y con gran esfuerzo personal, restándole mucho tiempo a su vida familiar, logra compaginar su actividad laboral como directora de la correduría de Seguros Risk& Insurance Services en Bilbao, «para la que me formé y he trabajado muy duro», con la de representar dignamente a Perú en el País Vasco y toda la zona norte del Estado. Es muy consciente de que es precisamente su dedicación lo que permite mantener abierto el consulado. Sin subvenciones ni apoyos de ningún tipo «empecé atendiendo/apoyando a 50 personas, y ahora, durante el último año, las solicitudes de información y tramitaciones han crecido hasta más de 1.000. En Euskadi en total habrá unos 3.000 peruanos», asegura esta dinámica mujer, cuyo abuelo Gregorio Ezcurra fundó la primera Euskal Etxea en Perú. Muestra su orgullo por el quehacer de sus antepasados, así como por la educación recibida de ellos, donde «la palabra de vasco» estaba por «todos los lados».

¿Es fácil para una hija de vasco ser cónsul de Perú en Euskadi?

Facilísimo. Entiendes las dos mentalidades que has vivido desde pequeña. Mi padre, navarro, nos trasmitió muchos principios. No hablábamos demasiado de Euskadi, pero sí nos inculcó la mentalidad de los vascos: el ser respetuoso con los demás, la fidelidad a las personas, a la familia y a la palabra dada. Estos conceptos eran ley en casa.

¿Desde cuándo representa a Perú?

Desde 1995. Encaro esta responsabilidad como una herencia cultural. Creo que hay que devolver lo que la vida te ha dado y mi niñez en Perú fue muy feliz.

¿Qué trabajo le lleva más tiempo?

Hacemos muchos trámites, pero lo que más realizamos es asesoramiento, al tiempo que les explicamos que tienen la posibilidad de convertirse en españoles a los dos años de estar viviendo/trabajando aquí. Soy consciente de que primero me debo a mis clientes de la correduría de seguros, pero intento arrancar tiempo de mi vida privada.

¿Cuál es el perfil del peruano/a que llega al País Vasco?

Son gente que acude a trabajar, porque Perú vive una situación económica complicada. Cuando ven que sus hijos no tienen oportunidades a nivel personal y profesional es cuando se plantean el éxodo bien a América o Europa.

¿Cómo son recibidos los peruanos que llegan a nuestros lares?

Bien. En Euskadi, por ahora, no existe racismo, pero puede llegar a haberlo; esto me preocupa. Es innegable que la actual sociedad del bienestar del País Vasco produce un efecto llamada. Los peruanos vienen a trabajar y cotizan, por lo que pueden acceder a viviendas de protección igual que otros ciudadanos de la CAV. Me preocupa que se confundan a los colectivos de inmigrantes. Y lo digo desde el entendimiento de una persona del Perú que tiene su vida montada en Euskadi y que sabe lo difícil de la situación de las personas ilegales.

¿Ustedes también cumplen con la finalidad de transmitir la imagen de Euskadi fuera de estos lares?

Sí. Nuestra función no se limita a dar consejos a los peruanos para que no pierdan su residencia por desconocimiento. También me preocupo de transmitir lo mejor de este pueblo que, aunque él mismo a veces no se lo crea, tiene mucho que enseñar al mundo.

El consulado funciona por un empeño personal y me consta que incluso además de tiempo le cuesta dinero.

Así es. Ahora contamos con una subvención de la embajada para mantener la sede, pero ni siquiera nos alcanza para pagar a una persona que atienda el teléfono. Voy tirando como puedo y poniendo muchísimo empeño personal. Pero --se sincera Carmen-- en el momento que vea que tengo que desatender a mis clientes de la correduría de seguros tendré que dejar de ser cónsul. Soy consciente de los problemas que pueden provocarse, pero como mujer inquieta social/profesionalmente, tampoco puedo tirar por la borda toda mi vida.

¿Le preocupa no poder dedicarle más tiempo al consulado?

Lo que me preocupa es que la gente que acude al consulado se pueda sentir decepcionada porque no podamos ofrecerle más apoyo. Porque yo vivo de mi trabajo profesional, que es lo que hace que el consulado de Bilbao salga adelante.

¿Y si desaparece el consulado?

Tendrán un grave problema a este colectivo, porque para cualquier papeleo tendrán que acudir a Madrid. Desde que empecé los peruanos han crecido exponencialmente y si no cuento con apoyo de la Embajada llegará un día en que tendré que elegir, y muy a mi pesar antes que desatender mi trabajo que tiene prioridad absoluta y por el que tanto he luchado, tendría que dejar el consulado, algo que también llevo en el corazón.

(publicado el 29-12-2004 en el diario Deia)

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