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Un libro analiza a Loyola y Javier como símbolos de afirmación nacional en la cultura de la Diáspora

17/12/2004

San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier
San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier

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El profesor José Angel Ascunce presentó ayer «Mítica y cultura del exilio vasco», libro del que es coautor, junto con Marién Nieva, y que está centrado en la importancia que las figuras de Ignacio de Loyola y Francisco de Javier tuvieron en la Diáspora. «Las celebraciones en torno a estos santos no fueron sólo reflejo de una fe, ni sólo días de confraternización, sino expresión de un mito colectivo, de una colectividad que en tiempos difíciles quería seguir haciendo patria», manifestó en declaraciones que recoge el diario Gara.
El exilio vasco desarrolló sus propios mitos, sus héroes ejemplares, a través de los cuales revelaba sus valores y aspiraciones. Entre ellos destacaron ­y aún destacan­ Ignacio de Loyola y Francisco de Javier. En ellos han centrado su investigación José Angel Ascunce y Marién Nieva, y el resultado es “Mítica y cultura del exilio vasco”, libro que, además, incluye como anexo artículos rescatados de la prensa de la diáspora, de autores como Vicente de Amezaga, Bernardino de Estella o Manuel de Irujo, que testimonian la relevancia simbólica de ambos santos.

«Nuestro estudio partía de una percepción: en la cultura del exilio aparecían reiteradamente las figuras de Loyola y Javier, y no sólo en torno a sus respectivas efemérides. Sin duda, eso era reflejo de una realidad más profunda. Eran símbolos en el pensamiento mítico del exilio», explicó Ascunce.

Cantar el himno de San Ignacio en la lejanía

El autor del libro recordó que, si bien ambos santos están presentes en la Diáspora «desde muy temprano», esa presencia se intensifica a partir de los exilios carlistas, «los primeros masivos de signo político». A raíz del provocado por la guerra del 36 ­en el que se centra el libro­, el Gobierno Vasco va a potenciar las celebraciones en torno a San Ignacio y San Francisco como medio de unificar a una colectividad dispersa.

«El pueblo vasco, mayoritariamente católico, vio en estas celebraciones la expresión de su religiosidad. Pero los días de San Ignacio y San Francisco no eran sólo días de fe. En cuanto se reunía un grupo de vascos, en seguida surgía la vena patriótica. ‘Nadie que no lo haya experimentado puede imaginarse la emoción que representa cantar con otros vascos el himno de San Ignacio en la lejanía’, se afirma en un testimonio que hemos recogido. Pero ese canto no era sólo de fe, sino de afirmación nacional», subrayó José Angel Ascunce.

Símbolos de una colectividad

Además, puesto que en esas celebraciones la comunidad vasca se reunía, eran días de proyectos de futuro, y también de unidad, por encima de diferencias de todo tipo, así como de reconocimiento a los países de acogida, lo que se evidencia a través de la incorporación de sus manifestaciones culturales a las celebraciones.

«Las conclusiones del estudio ­afirmó el profesor Ascunce­ son claras: las celebraciones en torno a San Ignacio y San Francisco Javier no fueron simplemente manifestaciones de fe, ni simplemente ocasiones para confraternizar, sino verdaderos símbolos de una colectividad que en los tiempos difíciles quería seguir haciendo patria».

Juan Plazaola y José Luis Orella, presidente y secretario, respectivamente, del Instituto Ignacio de Loyola, que, a través de una beca, ha posibilitado el estudio de Acunce y Nieva, subrayaron la oportunidad del libro, que llega en la antesala de la conmemoración del 450 aniversario de la muerte del guipuzcoano y del quinto centenario del nacimiento del navarro.

(publicado el 17-12-2004 en Gara)


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