Ya es Orakunde en Amaiur (Baztan); el eco de Inauteria, el Carnaval, se extiende por toda Euskal Herria

Hace ya semanas que la Dama del Carnaval pulula y envía su pregón por aldeas, pueblos y ciudades de Euskal Herria. Cada núcleo de población, cada barrio o pueblo de sus montañas y llanuras posee su propia versión local y enraizada de dar forma y disfrutar del Carnaval. En Amaiur y Baztan ya es Orakundea y mañana serán cientos los lugares del país que celebrarán Ostegun gizena (jueves gordo), para muchos el inicio del estallido de esta antiquísima fiesta que precede a la Cuaresma cristiana. Es tiempo de celebración y divertimento en Euskal Herria... también en otros lugares de todo el mundo, cada cual desde su cultura y tradición.

Ya es Orakunde en Amaiur. Orakunde, la tercera de las antiguas jornadas previas al carnaval, se inició ayer en Amaiur y seguirá hasta el fin de semana por todos los pueblos de Baztan. En la histórica villa, un total de 26 niñas y niños de la herri-eskola, profesoras y madres, el párroco y el coadjutor, y cuatro txistularis nada menos, abrieron el ciclo festivo, en un día dedicado por completo a la chavalería que contó con un obsequio añadido: dos cajas de óleos, pinceles y útiles de pintura, y bollos, dulces y chocolatinas que les regaló la pintora Ana Mari Marín.

[Las niños y niñas, profesoras y madres, los sacerdotes, la pintora Ana Mari Marín y los txistularis, al inicio ayer de la jornada festiva (foto Ondikol-DNN)]

Según la costumbre del país (euskaldun, fededun: vasco y creyente), los niños amaiurtarras acudieron a la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora para iniciar la jornada, y el ttun-ttun (txistularis y atabalaris) les esperaba para saludarles a la salida, con Javier Larralde, Juan Miguel Iriarte, Mikel Ortega y Patxi Larralde, y para acompañar sus bailes y juegos durante todo el día. La iglesia está en obras de rehabilitación, y también el molino que está enfrente, y las calles patas arriba por los trabajos de saneamiento, pero a la chavalería no le importó ni poco ni mucho sabedora de que por un día el mundo era suyo y de que todos estaban pendientes de ellos y de procurarles diversión y alegría.

Niños y niñas y juego de cintas

Una foto de familia con el párroco Ander Gillegi y el coadjutor Imanol Prieto, las profesoras Nuria Salvoch y María José Eraso, las madres y los txistularis, la pintora Ana María Marín y su amiga elizondarra Tere Olóndriz, dieron paso a la fiesta. Tere Olóndriz recordaba que en su tiempo, las niñas no participaban en la fiesta, como mucho 'en el juego de las cintas', una de las cuales conserva desde pequeña, y ayer disfrutaba con la ilusión de la chavalería amaiurtarra.

Hace tres años, la pintora de Elizondo Ana María Marín adquirió la antigua Casa Rectoral (con la venta se financia la obra de la iglesia) que ha convertido en un txoko acogedor y agradable, y les invitó a entrar para hacerles un obsequio adecuado a su afición y a la creatividad espontánea que tienen los niños y niñas: dos magníficas cajas de óleos y acrílicos, pinceles, espátulas y paletas, caballetes, y tablillas en las que plasmar su imaginación y su visión infantil del mundo y de las cosas.

Ana María Marín está en Amaiur más contenta que unas pascuas, y les explicó el uso y funcionamiento de todo, y les animó a pintar y a crear cosas bellas y coloristas, con los chavales bien atentos e ilusionados. Y luego, al ataque de los bollos, el chocolate y los pasteles.

NIÑOS, TXISTULARIS, MADRES Y SANDALIO

L.S.M./Amaiur. La chavalería lo pasó en grande en Amaiur, una villa que tiene la suerte grande de contar con herri-eskola (escuela unitaria) y de poder oír gritos y risas infantiles que le dan vida todo el día. Niñas y niños jugaron y bailaron, recorrieron casa por casa el pueblo a saludar familiares y amigos, con la protección y atención constante de sus profesoras y sus madres, que les prepararon una comida de fiesta en la sede de Amaiurko Gaztelu Elkartea, en la planta superior porque el comedor se lo llevó un reciente incendio y está en obras. Entremeseses, un caldo sabroso, cordero asado y postres bien ricos, y luego otra vez a jugar hasta que caen rendidos de alegría y emociones y se duermen como benditos. Y los txistularis estuvieron todo el día con ellos, desde el precioso pasacalles llamado Sandalio (por el fundador de la Asociación de Txistularis de Euskal Herria) hasta la anochecida.

(publicado el 22-02-2006 en Diario de Noticias de Navarra)

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