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Woody Allen bajo el sol vasco. El cineasta presentó ayer en San Sebastián su último film, 'Melinda y Melinda', al inicio de la muestra donostiarra (en La Nación)

18/09/2004

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Donostia-San Sebastián. No sólo a partir del frenético movimiento que desde muy temprano rodeó al imponente Centro Kursaal, sino también desde el incesante arribo de estrellas, protagonistas e invitados llegados de todo el mundo, queda claro que, apenas iniciado, el 52º Festival Internacional de Cine ya funciona en plenitud. Ayer, jornada inaugural, la muestra entregó uno de sus platos más fuertes con la presencia de Woody Allen y de algunos de los protagonistas de 'Melinda y Melinda', la flamante película del actor y realizador neoyorquino que puso en marcha el extenso programa de actividades y proyecciones.

No podría decirse, en rigor, que 'Melinda y Melinda' es la obra más reciente de Allen. Consecuente con su metódico ritmo de trabajo que lo lleva a filmar una película por año, el director de 'Annie Hall' acaba de concluir un film todavía sin título y cuyo argumento, como es habitual en él, se mantiene en secreto. Pero trae una curiosa novedad que seguramente marcará un hito en la carrera de Allen: es el primer film con su firma que se rueda íntegramente en Gran Bretaña.

'La industria cinematográfica de Estados Unidos no es de las más sensibles del mundo. A veces hacer una película allí se complica porque quienes ponen el dinero también quieren intervenir en la parte creativa. Por fortuna, encontré en Londres una atmósfera de trabajo muy sana que me permitió hacer las cosas tal como las había planeado desde el comienzo. Fue una de las experiencias de rodaje más gratas de toda mi carrera', explicó Allen durante una multitudinaria conferencia de prensa en la que derrochó buen humor y no dejó de entregar sus clásicas y filosas observaciones sobre las obsesiones de su cine y la actualidad.

Rodeado por tres figuras femeninas (Radha Mitchell, Chloë Sévigny y Amanda Peet) y uno masculino (el moreno Chiwetel Ejiofor, el mismo de 'Negocios entrañables'), Allen no dejó de vincular el eje temático de 'Melinda y Melinda' con algunas cuestiones en las que se mezclaron vivencias personales y hechos de la más candente actualidad. El film propone, a partir del juego propuesto por dos escritores, la posibilidad de narrar una historia con la misma protagonista a través de dos dimensiones paralelas, una en tono de comedia y otra de perfil dramático. Con una mirada ciertamente menos ligera que la de títulos recientes como 'La vida y nada más' o 'La maldición del escorpión de jade' y un admirable equilibrio entre ambas perspectivas narrativas, Allen da aquí otra muestra de su inagotable ingenio y de la ratificación de sus obsesiones de siempre (los conflictos de pareja, el psicoanálisis, el papel del artista, el paso del tiempo) sin perder los chispazos de humor que, en este caso, vuelca a través del personaje encarnado por Will Ferrell, que en el fondo es la propia voz del director.

Pesimismo político

'Es cierto que tengo una perspectiva muy pesimista de las cosas. En mi caso, el vaso puede estar medio vacío o totalmente vacío. Mis propios sentimientos se reflejan en esa voz que dice en la película que la vida es algo básicamente trágico y triste, con algunos islotes de comedia a lo largo del paisaje. Preferí plantearlo a través de Will en vez de hacerlo yo como actor porque necesitaba a alguien más joven para ese papel', detalló Allen.

A la hora de trasladar esos comentarios a la actualidad de su país, Woody Allen dijo que si George W. Bush llegara a ser reelegido estaríamos hablando de una 'tragedia automática'. Dijo que el solo hecho de verlo es algo divertido, y que escucharlo y seguirlo hasta puede estimular la carcajada. 'Pero en el fondo --remató-- todo esto sería un ejemplo perfecto de lo que puede ser una comedia con un fuerte trasfondo de tragedia'.

Risueño, dijo que le puso Melinda a la única y doble protagonista de la historia, encarnada por Radha Mitchell, simplemente porque le resultó fácil teclear ese nombre mientras escribía el guión. Y dijo, a propósito de su método de trabajo, que jamás tiene miedo o aprensión cuando pone en marcha alguna historia, porque se siente totalmente convencido de lo que está haciendo. 'El problema llega a la hora de la edición, cuando uno ve todo lo que estuvo filmando. Entonces llegan el ataque de pánico y la sensación de que todo está en el lugar equivocado. El resultado siempre es como una ducha fría, un baño de realidad', precisó.

También negó que su fórmula de hacer un film cada año respondiera más a un hábito que a la inspiración. 'Siempre tengo muchas ideas que escribo en servilletas y todo tipo de papeles. Y la verdad es que me gustaría hacer todas las películas que pueda antes de morirme. Además, no se tarda tanto como muchos creen. Hay un tiempo de escritura, un rodaje que lleva dos meses y un montaje que se facilita, ahora que es posible usar el video. La película se termina y uno llega a casa para descansar, hasta que pasan dos días y yo mismo me pregunto qué estoy haciendo allí. Por eso empiezo a trabajar en el proyecto siguiente'.

Woody Allen llegó a primera hora de la mañana de ayer a San Sebastián en un avión privado, acompañó al mediodía la proyección de 'Melinda y Melinda' y en la conferencia de prensa confesó su alegría por el primero de los premios Donostia a la trayectoria (los otros dos serán entregados en los próximos días a Annette Bening y Jeff Bridges), recibido de manos de Pedro Almodóvar. 'Aunque en realidad --confesó-- soy yo quien debería entregarle el premio a Pedro. El sí que se lo merece'.

(Por Marcelo Stiletano)

Ya llegaron los argentinos

La delegación argentina promete ser una de las más extensas de toda la muestra. Ya están aquí el presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, Jorge Coscia; los directores Nicolás Tuozzo ('Próxima salida'), Pablo José Meza ('Buenos Aires 100 km') y María Victoria Menis ('El cielito', uno de los tres títulos argentinos en la competencia oficial) y el actor Vando Villamil. A ellos se sumarán en las próximas horas, entre muchos otros, Susú Pecoraro, Marcela Klosterbooer (ambas por 'Roma', de Adolfo Aristarain, también en la sección oficial) y Darío Grandinetti, también por 'Próxima salida', que será mañana, a las 22, el primer film de nuestro país en exhibirse aquí. El segundo, media hora después, es 'Parapalos', de Ana Poliak.

(publicado el 18-09-2004 en La Nación de Buenos Aires)


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