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Mariasun Landa, escritora infantil en lengua vasca: "En la vida se quieren vivir las cosas que una leyó en los libros"

27/06/2007

La escritora Mariasun Landa (foto J.Usoz)
La escritora Mariasun Landa (foto J.Usoz)

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Mariasun Landa (Errenteria, 1949) es, tras Bernardo Atxaga, la autora en lengua vasca de mayor proyección internacional. Su campo es la literatura infantil y juvenil, y muchas de sus obras han sido traducidas a idiomas como el español, catalán, francés, inglés o el alemán. Merecedora de numerosos premios nacionales e internacionales, su nombre ha sido incluido en dos ocasiones en la Lista de Honor del International Board on Books for Young People (Oficina Internacional de Libros para Jóvenes, IBBY). La siguiente entrevista, realizada por Ruth Pérez de Anucita a la escritora euskaldun, fue publicada en el diario Noticias de Gipuzkoa.
Poca gente sabe que Mariasun Landa aprendió euskera después de estudiar la carrera de Filosofía en París, a los 25 años. El euskera fue, prácticamente, su tercera lengua aunque de pequeña lo había escuchado, porque en su casa se hablaba. Empezó a escribir en euskera precisamente porque sus alumnos no tenían apenas material para leer en esta lengua. "No era consciente de que iba a hacer unos cuentos que se iban a publicar", asegura. Tres décadas después, su obra ha sido traducidísima. El aval del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil y la inclusión de dos de sus libros en la lista de honor del IBBY han aumentado aún más su proyección a destinos inverosímiles como Corea o El Líbano.

-Será bonito comprobar que algo escrito en Gipuzkoa lo lea con pasión un adolescente en Beirut.

Ese es el máximo deseo de un escritor, llegar de lo particular a lo universal. Los libros que han tenido más proyección al exterior han tratado asuntos muy humanos, y en ese sentido poco cambiamos los árabes, los coreanos, los de Salamanca y los de Durango si hablas del miedo, la sensación de abandono, la alegría o, en el caso del cocodrilo, la angustia. El cocodrilo trata un problema muy serio: la angustia metaforizada de un cocodrilo que habita entre nosotros y que le lleva al protagonista a consultar a profesionales. Lo más cultural puede ser el humor, la forma de entender el humor en un libro. No nos reímos todos de lo mismo.

-Y no hay una fórmula para llegar a todos. Es mejor escribir, sin buscar recetas.

El reto es ése. Quisieras escribir algo que sugiriera en el otro una respuesta lectora deseada. La cuestión es una incógnita: hay libros hoy en día que están prefabricados en el mercado editorial para tener un contacto masivo con los lectores y no se da. Y, con otros, por determinadas circunstancias se produce el contacto y la gente joven lo hace suyo, lo reivindica. Por ejemplo, el primer tomo de Harry Potter. Es un ejemplo bien claro. Luego, en los siguientes, hubo promoción y marketing, pero el éxito del primero sigue siendo un misterio. ¿Por qué un libro conecta con la sensibilidad lectora, en este caso, de los niños? Todos los escritores desearíamos escribir algo que fuera importante para los demás, participar de una forma u otra en la biografía de las personas. Cuando recuerdo mi pasado pienso en ciertos libros que me han marcado y que los he hecho míos, y me parece una maravilla ser, para algunas personas, la autora de un libro que fue importante en sus vidas. Me encuentro en la Universidad con el asombro infinito de mis alumnos cuando se enteran de que soy la autora de Txan Fantasma. Notas una emoción especial cuando te dicen que ese libro forma parte de su infancia. Todos tenemos libros que nos formaron y que nos transformaron.

-¿Se pierde algo quien sólo lee libros entretenidos?

Lo más interesante sería que todo el mundo tuviera la experiencia literaria, esa identificación que estableces en un momento determinado de tu vida con un texto literario. Sea porque el protagonista se parece a ti, porque el libro te habla a ti, sea porque te hace pensar, o te forma, o te transforma, o te emociona... Cuando ese libro se hace experiencia literaria --que no siempre pasa con todos los libros, ni con los que están de moda, ni cuando queremos nosotros-- se da una emoción que es la que nos convierte en lectores. Porque luego buscamos volver a encontrar esa emoción, que nos llevó a fundirnos con un libro, a estar deseando volver a casa para leerlo y a que lo que le pase a su protagonista sea lo que te pasa a ti. En la vida se quiere vivir las cosas que una leyó en los libros. Estoy pensando en Don Quijote , en Madame Bovary. En toda esa gente la literatura fue mucho más allá de un divertimento. Fue una experiencia formadora. No sólo lo atribuyo a la literatura, hay otras facetas del arte que hacen la misma función, pero el libro la tiene de una forma especial, con una característica: la intimidad, la evocación de la voz, el eco que suscita el lenguaje. Puedes leer más deprisa, más lento, volver a ese párrafo. Todo eso hace que un libro entre de forma distinta a una película, aunque yo sea una cinéfila perdida. El libro facilita una comunicación insustituible. Somos resultado de muchos contactos no sólo con la vida, sino con los libros, con el cine, con las ideas.

-Usted siempre ha buscado ese contacto en euskera.

Empecé a escribir para los alumnos, para tener material, y en los años ochenta cuando surgieron las editoriales vascas, Elkar me pidió los cuentos. Hasta 1984, año en el que se publicó Txan Fantasma, que representa un pequeño hito en mi trayectoria, un salto cualitativo.

-¿Da por cerrada la colección Iholdi?

Puede que haya más. No tengo nada preparado, pero puede que haya porque esa voz... Lo más importante de la colección Iholdi es la voz infantil. Es una voz que considero muy mía, es como un trajecito que viene a mi medida. Un lenguaje minimalista que me encanta, con el máximo de emociones y los mínimos recursos lingüísticos, una voz que tengo muy pegada a la piel, y no me extrañaría nada que me salga una historia con esa voz. Iholdi es un pretexto para hablar desde esa voz infantil, que no es una voz ñoña ni de niñita, es una voz elaborada.

-¿No se ha planteado escribir una obra específicamente para adultos? ¿No ha apuntado alguna idea, algún hilo?

Es algo que siempre he pensado que haría. Tengo algunos cuentos de hace muchísimos años y es algo que sí quiero hacer. Ahora mismo estoy abordando un trabajo de más extensión, más autobiográfico, de tipo memorias, situadas en mi estancia en París desde el 68. Las nuevas metas estimulan, a veces te da rabia porque quisieras publicar y publicar, pero volver a plantearte retos nuevos e intentar hacerlo bien, es una de mis intenciones. Pero pretendo sobre todo que tenga algo que decir y que quiera que contar. No quiero pasar de escribir para niños a escribir para adultos porque sí.

-Alguna vez ha señalado que escribe no pensando en niños o jóvenes, sino en el proceso creativo.

En el primer momento es así. Suena como mal, y yo quedaría mejor diciendo que tengo niños concretos en la mente cuando escribo. Sólo tuve niños concretos cuando escribí cuentos para mis alumnos. Escribir desde el punto de vista literario es mucho más agradable y mi talante es escribir lo que me apetece, como me apetece y probar. Yo trabajo en la universidad, no tengo todo el día para escribir, y no me importa. Porque esa distancia, la nómina, este modus vivendi está a favor de la literatura: no tengo por qué vivir de lo que escribo, ni tengo que escribir cualquier cosa, o pasarme la vida buscando dónde voy a dar una conferencia. Me quitará oficio, pero me da más libertad.

-Esos recuerdos de París ¿se plantea publicarlos como una autobiografía o una mezcla de ficción y experiencias, más novelada?

No lo sé. Puede cambiar. En el proceso creativo he conocido muchas veces que empiezas una cosa con una intención "x" y luego sale algo completamente distinto. Piensas que es una cosa y va derivando en otra, o puede quedarse en el cajón. Muchas cosas se quedan en el cajón, porque no les das el visto bueno. La resolución de lo que estoy trabajando no es inmediata. Voy oteando, pero aún no tengo nada seguro.

-A veces se dejan en el cajón a la espera de un final, como en 'Krokodriloa ohe azpian'...

Los últimos dos libros que más eco han suscitado y más proyección, 'Un cocodrilo debajo de la cama' y 'El calcetín suicida', han pasado unos añitos en el cajón. Yo escribí y escribí, pero llegó un momento que no podía seguir. La espera en el cajón la conozco bastante. También he roto muchos textos. En el cocodrilo no me satisfacían ninguna de las dos salidas que tenía. Al final fue ella la que me dio el final, cuando le dice al protagonista que el cocodrilo se ha ido, pero volverá. Porque el cocodrilo cohabita entre nosotros.

(publicado el 19-06-2007 en Noticias de Gipuzkoa)


Enlaces relacionados

Perfil de Mariasun Landa, por Marijose Olaziregi
En basqueliterature.com

'La buena literatura infantil y juvenil no aburre al adulto'
Entrevistada por Teresa Sala en Euskonews


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