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Kristie Onaindia: "He querido transmitir a los niños que la Euskal Etxea es una extensión de la familia"

22/06/2015

Kristie Onaindia, feliz y contenta en el picnic de 2014, rodeada de varias alumnas (Foto: K.O.)
Kristie Onaindia, feliz y contenta en el picnic de 2014, rodeada de varias alumnas (Foto: K.O.)

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El picnic del pasado mayo en Bakersfield, California supuso un adios en el centro vasco Kern County Basque Club. No total, porque es joven y sigue siendo parte activa del centro, pero sí marcó el fin de más de dos décadas como instructora de baile de Kristie Onaindia. Animadora con su buen humor y su carácter risueño de todas las fiestas, el Club reconoció su labor dedicándole varias páginas en el anuario de la institución. Hemos conversado con Kristie.

Ander Egiluz Beramendi, EE.UU. Entre niños, amigos y con música vasca, Kristie Onaindia puede ser el alma de la fiesta pero, en la vida real, es bastante tímida. “Yo no sirvo para estas cosas”, indicaba antes de la entrevista. “Hay un montón de profesores de danza que han hecho muchas más cosas que yo”. En un comienzo, no parece sentirse cómoda en la posición de entrevistada pero, tras 23 años de instructora, hoy es lo que toca, gajes del oficio.

Han pasado más de dos décadas desde que empezaste a enseñar danzas vascas en el KCBC. ¿Este parón es temporal o es un ‘agur’ definitivo?

-Es definitivo. He disfrutado cada uno de los años en que me he desempeñado como instructora pero creo que es un buen momento para que llegue savia nueva. Además, tengo problemas con una de las rodillas y, aunque parezca broma, este año tenía que tomarme dos pastillas después de cada ensayo. (Ríe) He cumplido 40 años y estoy cansada.

Eres una persona muy querida y carismática, alguien nada fácil de reemplazar.

-¡Muchas gracias! La Euskal Etxea dispone de un gran equipo de buenísimos instructores que va a seguir realizando una gran labor, gente como Josette Daramy, Michelle Bochoz, John Goyenetche, Patric Camou y Nikki Iturriria. Necesitamos a mucha gente porque tenemos más de cien niños.

Veinte años es mucho tiempo. ¿Han cambiado mucho las cosas?

-Sin duda. Por poner un ejemplo, antes, solía ir a casa de Jeannette Harryet a grabar las piezas que tocaba al acordeón, para luego utilizar esas canciones en los ensayos. Ahora recibo la música en el email, me la manda John (Goyenetche).

Jeannette Harryet fue una mujer importante en tu vida pero, ¿cómo te introdujiste en las danzas vascas?

-Jeannette me enseñó mucho, pero di mis primeros pasos con mi amatxi [Catherine (Ermigarat) Ansolabehere]. Siempre me venía a buscar y siempre llevaba puesta música vasca en el coche. Recuerdo que pasé la varicela y ella fue quien, en casa, comenzó a enseñarme a bailar.

¿El baile trajo todo lo demás, tu interés por tus orígenes?

-Así es, siempre me ha gustado el baile. Y gracias a él aprendí quién soy y de dónde vengo. Mis padres [Jesus Onaindia y Mary Lu Ansolabehere] eran miembros de la Directiva de la Euskal Etxea y en ese entorno resulta fácil involucrarte.

Has ido varias veces a Euskal Herria. ¿Dirías que la labor de los profesores de danza en EE.UU. es más que la de ‘simple’ instructor? ¿Sois el puente entre dos mundos para los alumnos?

-Confío en que sí. Pienso que ocurre lo mismo con los profesores de Klika y de Pelota. En el picnic, no me importa que los niños cometan errores, mi objetivo es que disfruten y que sientan algo por el Club. La danza es su vía para estar en contacto con sus orígenes. Y al final sabes que has hecho un buen trabajo cuando, por la noche, cuando ya no tienen que bailar, siguen bailando.

¿Hace falta tener un don especial para senseñar a niños?

Bueno, sinceramente, yo creo que sigo siendo un poco niña (ríe). Te tiene que gustar estar con ellos y a mí me encanta. Te haces su amiga y los domingos, después de cada ensayo, ya tienes ganas de volver a verles la semana que viene.

Como profesora de bailes tradicionales, ¿has intentado dar un toque actual o local, vasco-americano, a la tradición?

-No, nunca he hecho eso, a mí me encantan los bailes tradicionales. Son algo tradicional y divertido. Y con diversión todo funciona.

En la fiesta de Bakersfield de 2013, los grupos de danza se despidieron con la coreografía de ‘Gangman Style’, la canción del momento.

-(Ríe) Eso fue idea de John (Goyenetche). Siempre nos gusta hacer alguna tontería y John tiene muy buenas ideas. Por eso es tan importante que él siga como instructor.

¿Estás orgullosa de lo que has conseguido como profesora?

-La verdad es que sí. Estoy muy orgullosa de los niños. Es cierto que en algunos ensayos, sobre todo justo antes del picnic, suelo pensar, “oh, ¡Dios mío!”, pero luego siempre lo hacen genial. Me gustaría que los críos siguiesen en contacto con el Club y con la cultura vasca. Da igual si es a través de la danza, como voluntarios o participando en los eventos vascos. Es bueno que mantengan sus lazos con el resto de compañeros del Club, porque esas son amistades verdaderas, las que perm anecen y están para lo bueno y para lo malo. Yo estoy orgullosa de ser vasca y me siento afortunada. Y eso es lo que he querido transmitir a los niños, que la Euskal Etxea es una extensión de su familia. Yo así lo siento.



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