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<i>Es enero, y buena parte de nuestros lectores y amigos del Cono Sur americano se hallan en verano, en plena temporada estival. También los de Necochea, lugar en el que los vascos locales celebran San Sebastián como fiesta grande, siguiendo e(a)l patrón donostiarra, con su correspondiente tamborrada. Más al norte, también se toman en serio esta fiesta en Caracas, donde procuran seguir el desarrollo de lo que acontece en la izada de la bandera de la Plaza de la Constitución de Donostia, acto que marca el pistoletazo de salida a las 24 horas de fiesta easonense, que retransmite en directo ETB a través de sus diversos canales, y que a lo largo del mundo puede seguirse a través de internet en jump.tv (de pago), o a través de la señal de Canal Vasco, en el caso de la mayor parte del continente americano.<br><br>

Para quienes no lo sepan, señalar que, al contrario que la mayoría de los pueblos y ciudades de Euskal Herria, en los que las fiestas patronales se alargan durante varios días, una semana o incluso más, en Donostia, su fiesta patronal dura una única jornada. Se inicia el 19 de enero por la noche, con la cena de la víspera de San Sebastián, que proporciona la gasolina al personal para, nada más finalizado el ágape --que hasta hace no mucho solía incluir angulas, hoy día a un precio verdaderamente prohibitivo, este año en torno a los 800 euros--, salir a las plazas centrales de cada barrio donostiarra e interpretar palillo en ristre, llegadas las 0.00 del día 20, la Marcha de San Sebastián, mientras se iza la bandera blanquiazul. Esto acontece simultáneamente en diferentes barrios de la ciudad, si bien la izada de más solera es la que se realiza desde los balcones de la antigua Casa Consistorial (Municipalidad), en la Plaza de la Constitución de la Parte Vieja donostiarra.<br><br>

Con música del maestro Raimundo Sarriegi y letra de Serafín Baroja --padre de don Pío-- la Marcha de San Sebastián es la reina de las piezas de la jornada. 'Sebastian bat da zeruan, Donosti bat bakarra munduan...' (Sebastián, sólo uno en el cielo, Donostia, sólo una en el mundo...) proclama su letra, que no ganaría posiblemente ningún certamen literario, más que en el corazón de las y los donostiarras.<br><br>