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Patrimonio Cinematográfico Vasco

26/09/2002

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Peio Aldazabal (*)<br><br>

En Euskal Herria ha existido siempre un empeño especial en conservar su memoria histórica, especialmente la escrita. Nuestros comportamientos sociales, culturales y políticos recaen sobre ella. Hasta 1978, fecha de creación de la Filmoteca Vasca, ese empeño no cubrió una faceta tan importante de la cultura y la comunicación como es la conservación de la imagen en movimiento, el cine. La obra artística y documental de nuestros realizadores, ciertamente con escasa producción, no pasó de mero empeño personal o colectivo, de testimonial y puntual.<br><br>

Como elemento de producción propia no entró en nuestro entorno hasta casi veinte años después de su nacimiento a finales de 1895. Aparte de diversos documentos sociales o acontecimientos públicos filmados en la década de los años diez, la iniciativa artística en forma de ficción no llega hasta finales de 1923 con la producción del cortometraje “Un drama en Bilbao” de Alejandro Olavarria. En 1924 se realiza el primer largometraje de nuestro cine “Edurne, modistilla de Bilbao” de Telesforo Gil del Espinar, fruto de una apuesta de angulas en Casa Luciano de Bilbao. El segundo largometraje “El Mayorazgo de Basterretxe” de Mauro Azkona, no llegaría hasta 1928. Entre 1930-33 Teodoro Hernandorena realiza el largometraje documental “Euzkadi”, plagado de actos folclóricos y políticos. Del primero solamente se conservan unos 20 minutos de imágenes (la única copia de la que se tiene constancia fue repartida fotograma a fotograma por una empresa de caramelos donostiarra allá por los años 50), del segundo afortunadamente se conserva completo después de una restauración efectuada en 1978, el tercero desapareció totalmente al ser requisado por las tropas franquistas cuando tomaron Donostia.<br><br>

En materia documental es de resaltar los films etnográficos realizados por Manuel Intxausti en 1923, fruto del acuerdo tomado en el Congreso de ese mismo año por la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza, que bajo el nombre de “Eusko Ikusgaiak” representa el primer noticiario vasco. Se conservan documentos que suman una duración de 60 minutos. Los intertítulos nos documentan el contenido en euskera, francés y español.<br><br>

La Guerra Civil y los siguientes años fueron de sequía total salvo las producciones de tipo familiar, propagandística del régimen dominante o de tipo turístico. Hay que esperar hasta los años 60 para que vuelva a verse un cine totalmente producido por vascos, es el caso de Pelotari (1964) y muy especialmente “Ama Lur” (1968), ambas de Nestor Basterretxea y Fernando Larruquert. Esta última crea, a través de su estética, una toma de conciencia que deriva en un valor hacia el cine que permanecía dormido. Al comienzo del Estado de las Autonomías se realizan varias producciones entre la que cabe destacar “El proceso de Burgos” (1979) de Imanol Uribe. Hay que esperar hasta 1981, con las ayudas a fondo perdido del joven Gobierno Vasco, para que se anime la producción. “La fuga de Segovia” (1981) de Imanol Uribe y “7 Calles” (1981) de Juan Ortuoste y Javier Rebollo (esta última sólo obtiene ayuda para el doblaje).<br><br>

La década de los 80 se fructifica con una producción de 34 largometrajes y 94 cortometrajes. La de los 90 se caracteriza por la aparición de nuevos valores que producen gran impacto, generando una espectativa cierta hacia nuestros creadores y técnicos. Directores, actores, músicos, etc. Son codiciados y abstraídos hacia los principales focos de producción en España. No por ello deja de haber una producción estable en Euskal Herria, la aparición de Euskal Telebista dinamiza la creación de productoras y poco a poco el audiovisual adquiere una fuerza, que aún lejos de una producción ideal, garantiza una continuidad creadora.<br><br>

Observando con objetividad lo anterior, podría deducirse que poco se ha realizado hasta la fecha, pero nuestro patrimonio cinematográfico es mucho más amplio. La Filmoteca Vasca ha intentado recabar y conservar toda imagen en movimiento, desde el primitivo, hasta el familiar, el industrial, la producción propia, la ajena con referencia a lo vasco, el documento histórico, el documental, sin olvidar el cine en general.<br><br>

2.500.000 metros de films y 7.000.000 metros en soporte videográfico separan estos 23 años de labor comenzada en 1978 con tan solo 600 metros. 4.500 libros especializados, 19.000 revistas y cerca de 300.000 documentos (fotografías, programas, guías de películas, guiones, etc.), componen un patromonio a conservar, para las presentes y futuras generaciones.<br><br>

La difusión de nuestra cinematografía, de sus cineastas, de nuestra historia audiovisual, ha sido tarea elemental y constante. Los servicios, en una sociedad marcada por la imagen en movimiento, son esenciales para conocer una parte importante de nuestra cultura. Investigadores, estudiantes, productoras, cadenas de tv, tienen como referencia los fondos custodiados.<br><br>

La Filmoteca Vasca responde a una necesidad de custodiar, conservar y difundir un patrimonio de gran valor en la era de la comunicación.<br><br>

(Peio Aldazabal es director de Euskadiko Filmategia-Filmoteca Vasca)<br><br>

Este artículo fue originalmente publicado en el número 1832 de la revista Argia (www.argia.com)



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