Aimar nuevo campeón; superó a Martínez de Irujo tras tener un 15-6 en contra en una apasionante final

El delantero de Goizueta superó a Juan Martínez de Irujo tras tener un 15-6 en contra en una apasionante final manomanista plena en expectación. Contra el pronóstico de muchos, Aimar Olaizola, Olaizola II, cambió radicalmente su guión cuando perdía por 15-6 hasta llegar a vencer al de Ibero, quien partía como claro vencedor en todos los pronósticos. Este es el artículo sobre la final disputada en Donostia que ofrece el Diario de Navarra.

Cruzó un derechazo Aimar Olaizola del ancho a la pared. Irujo intentó el resto de izquierda y no pudo llegar a buena. Fue el final del fragor y el 22-18 definitivo. Olaizola se quedó exhausto en el suelo y le cubrió el abrazo de media docena de seguidores de Leitza. Hubo de rescatarse al pelotari que, posteriormente, fue transportado a hombros al estilo de los toreros grandes. La grada reventaba. Había reventado, por pura impaciencia, antes incluso de que terminara el encuentro previo de parejas.

Fue, en definitiva, una final de enorme expectación, incontenida de ruido y de ambiente, al uso y disfrute de las mejores fechas pelotazales. Se volvió a hacer grande el Manomanista y Aimar Olaizola certifica, con el título, algo que tenía ya acreditado: su enorme clase y su carácter especial. Aunque comenzara con dudas terminó por reconducir la pelea con la sabiduría del mejor estratega. Aimar, en los vestuarios, tras el encuentro, volvía a referirse a los indiferentes que no apostaban por él tras el calvario de su lesión. Da la impresión de que tenía una amargura escondida --y nunca declarada-- de quienes lo habían desterrado previamente de las posibilidades del título. Posiblemente exagere. Aimar había sido, es y seguirá siendo, un pelotari de especial calidad.

Antes de 15-6

Técnicamente, no se trató de una gran final. Los taurinos dirían que estuvo fuera de cacho o fuera de estilo. Pelotazalmente hablando debiera subrayarse que al Irujo-Olaizola le faltó poso. Una confrontación de rango, como la de ayer, con los protagonistas más meritorios del torneo, hubiera exigido teóricamente una mayor maceración. [En la foto, Juan Martínez de Irujo trata de restar una pelota. El de Ibero se dejó remontar un partido que tenía encarrilado]

Irujo comenzó con prisas, lo que no supone ninguna sorpresa si se atiene a su juego eléctrico. Hizo el 1-0 de saque, intercaló posteriormente dos dejadas y siguió con otro par de saques para establecer el primer parcial significativo: 5-0. Un error de zurda de Irujo, que mandó una pelota al colchón superior, le dio el primer saque a Olaizola. Pero el de Goizueta no arrancó bien. Un hombre como él, habitualmente destacable por su enorme temple, por su condición para medir espacios y no salirse de contexto, comenzó a hacer algo que no era previsible: la precipitación.

El primer arreón de Irujo --sacar y terminar-- le creó excesivas dudas al de Goizueta que llegó a hacer cosas que no entraban en ningún guión. Restó blando. En el 8-5 llegó muy lento a una cortada de zurda al ancho de Irujo. El de Ibero tenía prisa y, como siempre, arriesgaba en las dejadas, algunas de ellas muy altas. En el 10-5 Aimar llegó a una de ellas pero en lugar de despejar la pelota por arriba, se enredó con otra. En el 14-6 falló a bote en el seis y medio por falta de colocación. Y en el 15-6, tras venderse Irujo otra vez en una descolgada, Aimar ensayó una dejada que le vino a su rival a la mano para desbordar.

Después del 15-6

¿Quién convenció a Olaizola II de que necesitaba cambiar radicalmente el guión si quería aspirar al título? Habría que preguntárselo al propio botillero o a la propia conciencia del pelotari. Lo cierto es que la historia, a partir del 15-6, cambió de manera radical. Todo comenzaría con un error de zurda de Irujo en el cuadro siete. El de Ibero se vendió en otra dejada precipitada a la que Aimar llegó para despejar hacia atrás. Era ya un síntoma. En el 9-15 Olaizola paró de zurda al ancho y posteriormente se fajó en el tanto más largo de la contienda (29 pelotazos) que ganó tras error de Irujo. Aimar fue recobrando a bocanadas el sentido y el criterio irreprochables que ha tenido siempre. [En la foto, el de Goizueta levanta los brazos tras vencer en el partido]

Irujo, mientras tanto, se fue encogiendo. Las dudas se traspasaron de un pelotari a otro. El de Ibero titubeaba en el resto de saque. Veía cómo su estrategia, en ese sentido, había sido descubierta y desarmada. Y Aimar fue sellando el compromiso con autoridad y de manera progresiva. Del 13-17 llegó al 21-17. Hizo Irujo el 18-21 pero cedió la cuchara.

La final tuvo dos explicaciones diferentes. La primera coincidió con un Aimar Olaizola sorprendentemente fuera de contexto y sorprendentemente lleno de dudas y de imprecisiones. La rapidez en la terminación de los tantos de Irujo y su misma agresividad, no fueron digeridas por Aimar. Posteriormente el de Goizueta recuperaría el espacio perdido en una segunda parte en donde aplicó todos sus registros de temple y naturalidad. Sujetó al contrario a base de empalmar la pelota y ganar espacio con las dos manos, varió el saque, maduró el tanto y terminó en tiempo y con exactitud.

(publicado el 06-06-2005 en Diario de Navarra)

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