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La antropóloga vizcaina Olatz González Abrisketa ahonda en el simbolismo de la pelota en su libro «Pelota vasca: un ritual, una estética», presentado ayer en Durango (en Gara)

08/12/2005

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Durango, Bizkaia. La antropóloga vizcaina Olatz González Abrisketa presentó ayer en la Feria de Durango «Pelota vasca: un ritual, una estética», publicado por la editorial Muelle de Uribitarte. En este ensayo, la autora analiza el mundo de la pelota vasca desde el punto de vista antropológico, incidiendo sobre todo en «el simbolismo que hay detrás del juego, ese juego que configura la plaza del pueblo y que han jugado generaciones en este país». González analiza la historia de la pelota desde el siglo XVI.

Acompañada por Joseba Zulaika, director del Center of Basque Studies de la Universidad de Nevada, quien presidió el tribunal ante el cual Olatz González Abrisketa defendió su tesis doctoral, la antropóloga bilbaina resumió ayer en Durango las conclusiones a las que ha llegado en su estudio sobre la pelota vasca. De su tesis nace el libro “Pelota vasca: un ritual, una estética”, publicado por la editorial Muelle de Uribitarte, que en esta ocasión ha cambiado la poesía por el ensayo.

El libro está dividido en tres partes. En la primera, “Pelota vasca”, González Abrisketa repasa las distintas modalidades existentes y la historia de la pelota vasca. En la segunda, “Un ritual”, habla de la pelota como «lo que da unidad al pueblo, en el sentido de que se representa una lucha, pero dentro de un contexto en el que lo que importa es que todos estamos ahí reunidos», explicó ayer la antropóloga. En la tercera, “Una estética”, analiza «el mensaje cultural que hay detrás de ese juego, que sería ‘juega honestamente, la plaza siempre es juez’», dijo. A estos tres apartados se les añade un epílogo en el que ha recogido cómo ha cambiado el juego, y el comportamiento en el frontón, en los siete años que ha durado su investigación (de 1997 a 2004).

Entre otras tesis, González Abrisketa sostiene que el juego de la pelota es «una especie de transposición simbólica de las luchas medievales entre oñacinos y gamboínos, de las guerras de banderizos, de las que toman los colores rojo y azul».

Superación de un conflicto

Por esa razón afirma que es en el siglo XVI cuando el juego «empieza a adquirir relevancia comunitaria, en el centro del pueblo se empieza a representar el juego de pelota y es como una especie de superación de un drama o de un conflicto». Así, en el proceso del tanteo «los jugadores ven qué armas y qué debilidades tiene el otro, para cazarle. Cuando uno lo consigue y gana, abraza al otro y levanta el puño en alto ­explicó la investigadora­. En el fondo es como que está devorando a su presa, es una especie de sacrificio en el que el puño simboliza la unión otra vez; el dos del partido, de la escisión, se convierte en uno cuando un pelotari gana al otro», dijo.

El mensaje cultural que se esconde detrás del juego, recordó, es «juega honestamente, la plaza siempre es juez», frase que aparece escrita en euskara en el frontón de Aldude y que, en su opinión, es «el ideal que une a los vascos», dijo. «El pelotari aprende que tiene que jugar limpiamente con el otro, porque ese público que le está viendo es su comunidad y es la que está juzgando su juego».

(publicado el 08-12-2005 en Gara)


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