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Al igual que Nueva Orleans, muchas urbes, como Londres (1666) o Donostia (1813), han sido destruidas a lo largo de la historia por diferentes catástrofes (en El Norte de Castilla)

11/09/2005

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L. A. Gámez-C. Coca. «Le he dado el último sacramento a la ciudad. Nueva Orleans ha muerto. Regresaré pronto a la nueva Nueva Orleans». El padre Eutiquiano Miguel, que ha ejercido de sacerdote en la ciudad arrasada por el 'Katrina', resume en pocas palabras la historia de la mayoría de las urbes que han sido devastadas por la naturaleza o la mano del hombre a lo largo de la historia. Las ciudades nacen, crecen y mueren, y con frecuencia resucitan.

¿Por qué mueren las ciudades? La naturaleza ha borrado muchas del mapa y ha dejado otras al borde de la muerte, tal es el caso de Nueva Orleans. Terremotos, como los que acabaron con Port Royal, Helike y Bam; y erupciones volcánicas, como las que destruyeron Pompeya, Herculano y Saint Pierre han sido casos excepcionales en la historia de las urbes desaparecidas. La actividad humana es culpable en muchas más ocasiones: incendios, como los de Londres (1666) y Donostia-San Sebastián (1813); la construcción de presas, como las que han acabado con Fengjie, y a nivel mucho más modesto Riaño; desastres radiactivos, como el de Chernobil; decisiones políticas de regímenes dictatoriales, como la construcción y el abandono posterior de campos de concentración, y, por encima de todo, las guerras --de Dresde a Hiroshima, de Troya a Belchite, de Numancia a Damieta-- han sido las responsables de cientos de desapariciones. Sin olvidar las muertes enigmáticas, como las de Machu Picchu, Caral y varias ciudades en la península de Yucatán.

Resurrecciones

Muchas son ya sólo historia. Bien porque la reconstrucción era imposible o bien porque sufrieron tal contaminación que resultaba inviable regresar a ellas. «Otras veces perdían las ventajas que las habían hecho atractivas», explica el arqueólogo Mikel Unzueta. Palmira y Petra nacieron por razones comerciales y murieron cuando éstas desaparecieron. Éfeso perdió interés cuando dejó de ser puerto de mar por efecto de la sedimentación. Numancia, porque era indefendible.

Pero muchas más han resucitado. Roma es conocida como la 'ciudad eterna' porque ha sido reconstruida mil veces sobre sus ruinas. No hubo una Troya sino más de una decena, al igual que Cartago y Atenas. Además, renacieron cada vez con un diseño más moderno. «Las grandes catástrofes se aprovechan para mejorar las ciudades. Pasó con los incendios de Londres y San Sebastián», comenta Javier Cenicacelaya, catedrático de Arquitectura de la Universidad del País Vasco.
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El renacimiento de una ciudad depende de circunstancias económicas. «Si su papel lo pueden desempeñar otras próximas, habrá menos posibilidades de reconstrucción», dice Marisol Esteban, catedrática de Economía de la UPV. No es el caso de Nueva Orleans, cuyo puerto, instalaciones petrolíferas e interés turístico la convierten en una urbe con una localización insustituible.

Las reconstrucciones son más numerosas que las creaciones de nueva planta. Por eso, bajo los cimientos de los edificios de cualquier gran ciudad española o europea se halla su pasado en forma de diferentes capas de ruinas. «Las ciudades se reinventan constantemente a sí mismas», asegura Unzueta.

Sin embargo, que se reinventen las ciudades no significa que no haya polémica sobre cómo hacerlo. En Europa se han adoptado soluciones opuestas. «Tras la Segunda Guerra Mundial, Coventry y Rotterdam optaron por olvidar el pasado y se levantaron ciudades distintas, siguiendo los postulados del nuevo urbanismo emanado de las ideas de Le Corbusier. En cambio, en Alemania quisieron reproducir las urbes destruidas tal y como eran antes, algo que también sucedió en España tras la Guerra Civil», explica Cenicacelaya. Sin olvidar que en todo proceso de renovación completa de una ciudad se trata siempre de minimizar el riesgo ante el elemento causante de la destrucción. El seísmo de San Francisco en 1906 devastó la ciudad. El de 1989 causó muy pocos daños de importancia. Habían aprendido la lección.

Oportunidades

En Nueva Orleans ya discuten sobre la reconstrucción. Las inversiones serán enormes, pero se traducirán también en beneficios multimillonarios para las empresas que se arriesguen. La experiencia histórica lo demuestra: la reconstrucción de Alemania y Japón se convirtió en el motor que llevó a ambos países a la cabeza de la economía mundial. Muchas empresas están ante una oportunidad única.

Oportunidades que no existen cuando las ciudades han sido condenadas a la desaparición definitiva por el desastre o por la decisión de sus gobiernos. Algunas ya no están, o quizá nunca estuvieron, pero son tan reales que se han instalado en la memoria colectiva. Sucede con las bíblicas Sodoma y Gomorra, destruidas por la ira de Dios. «Desde el punto de vista histórico, no hay ningún resto que avale la autenticidad de esa tesis», explica el historiador Rafael Aguirre. «Es una leyenda para explicar la existencia de un paisaje desolador en una zona muy castigada».

(publicado el 11-09-2005 en El Norte de Castilla


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