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La Emakume Abertzale Batza de Argentina y su asistencia al exilio vasco (from Deia)

10/21/2023

Las acciones de las emakumes en el país austral se vieron alentadas por un número creciente de exiliados y por la necesidad del Gobierno Vasco de concebir al continente americano como lugar para difundir propaganda a su favor

Link: Deia

Nadia Andrea De Cristóforis. Al momento de producirse el levantamiento militar que dio inicio a la Guerra Civil española (17 y 18 de julio de 1936) la comunidad vasca de la Argentina se hallaba ampliamente desarrollada, vertebrada a través de instituciones y órganos periodísticos propios (Bergareche, 2009; Cruset, 2011, pp. 124-125; Sanz Goikoetxea y Álvarez Gila, 2010, p. 205). Durante la contienda y en los años inmediatamente posteriores a la misma, las mujeres vascas establecidas en el país austral fueron ganando protagonismo y visibilidad, de cara a colaborar con el esfuerzo de guerra de sus compatriotas localizados en la tierra de origen, desde la retaguardia rioplatense.

La movilización del sector femenino involucró acciones de asistencia a los refugiados y niños que huían de la represión franquista. Ello también tuvo lugar en el seno de grupos de españoles que se identificaban con alguna región peninsular específica o con la nación en su conjunto, pero la particularidad del caso vasco es que dicho activismo se vio estimulado y canalizado por el nacionalismo de ese origen, el cual ya había logrado para la década de 1930 un importante grado de difusión dentro de determinados círculos de sociabilidad étnica en la Argentina (San Sebastián, 1988, pp. 71-73; Sardo, 1992, pp. 112-119).

El 7 de julio de 1938 el Consejo Directivo de Acción Nacionalista Vasca de Argentina convocó a un grupo de mujeres vascas a una reunión, para invitarlas a desarrollar las actividades sociales y culturales previstas en el estatuto de la institución, y con el fin concreto de que orientaran sus acciones a asistir a los exiliados vascos que se veían obligados a abandonar sus hogares por la ofensiva de los sublevados en el País Vasco. La iniciativa tuvo éxito, dado que como resultado del encuentro mencionado, se designó una Comisión Directiva provisional de mujeres que fue convalidada en una asamblea realizada en el Casal Catalá y que se encargó de poner en marcha las tareas de la Emakume Abertzale Batza (en adelante, EAB) en la capital argentina. Se trataba de un cuadro femenino ligado por lazos de parentesco o amistad con los referentes del nacionalismo vasco de Buenos Aires y especialmente, con el Consejo Directivo de Acción Nacionalista Vasca.

La Comisión Directiva de la EAB de Buenos Aires sostenía que su modelo a seguir era el de las emakumes del País Vasco. Estas últimas, integradas en la Emakume Abertzale Batza desde 1922, habían conformado una organización muy amplia que llegó a contar con 20.000 afiliadas en los primeros años de la década de 1930 con importantes resultados. En esa época llevaron a cabo actividades educativas, culturales, asistenciales y propagandísticas (Ugalde Solano, 1995).

Si bien el fin último de EAB fue político, sus metas se plantearon en términos culturales y de asistencialismo social

La referencia a la entidad femenina vascongada legitimó la aparición de su homónima institución porteña y pareció también autorizar su actuación en espacios públicos de la comunidad étnica dominados hasta entonces por los hombres, dentro de los cuales las mujeres estaban llamadas a desarrollar las tareas de cuidado, protección y transmisión de cultura, propios del entorno doméstico-familiar. De este modo, las tareas de la EAB resultaban en gran medida una prolongación de sus tradicionales funciones maternales y conyugales desempeñadas dentro del hogar vasco, pero realizadas a escala del pueblo vasco en su conjunto, con el fin de proteger el hogar patrio.

Las acciones de las emakumes en el país austral se vieron alentadas por dos factores contextuales: por un lado, la existencia de un número creciente de exiliados vascos que buscaban refugio fuera de su tierra de origen, y por otro, la necesidad del gobierno vasco –instalado en Barcelona tras la dominación del País Vasco por las fuerzas franquistas en junio de 1937–, de concebir al continente americano como un espacio donde difundir una propaganda a su favor, especialmente a través de figuras representativas del nacionalismo vasco, entidades étnicas ya establecidas y afines políticamente, o mediante nuevas instituciones creadas para tal fin.

En este último sentido, recordemos que en noviembre de 1938 inició sus actividades la Delegación del Gobierno Vasco en Buenos Aires, que llegaría a tener una fuerte injerencia en todo el espacio sudamericano. Además de reivindicar la imagen del País Vasco y su pueblo en el Río de la Plata, dicha Delegación tuvo como finalidad estimular las políticas de acogida de los exiliados que buscaban refugiarse en la Argentina (Sanz Goikoetxea y Álvarez Gila, 2010, pp. 158-159).

El accionar de la EAB de Buenos Aires iba en directa consonancia con dichos objetivos, con lo cual contaba con muy buenas condiciones para llevar a cabo sus tareas. Por otra parte, las actividades de la EAB porteña fueron promovidas y estimuladas desde el órgano de prensa que creó la Delegación del Gobierno Vasco en Buenos Aires, el Euzko Deya. La voz de los vascos en América, nacido el 10 de mayo de 1939. Desde el primer momento de su aparición, este periódico anunció y apoyó los propósitos por los cuales se originó la EAB de Argentina, y luego se ocupó de informar sus acciones y labores. En sus páginas aparecían las convocatorias de la EAB porteña a colaborar económicamente con los refugiados vascos: se trataba de anuncios que por primera vez en el ámbito periodístico hacían visibles las voces de un colectivo de mujeres, quebrando el hasta entonces monopolio discursivo de los varones como autores y/o redactores.

Si bien el fin último de EAB fue político, sus metas se plantearon en términos culturales y de asistencialismo social. De la Memoria de sus primeros diez meses de actuación se deduce que la EAB de Buenos Aires se abocó a tareas filantrópicas y sociales, poniendo especial atención a las primeras. De esta forma, y enfatizando la retórica de la “caridad cristiana” y la “fraternidad racial”, recaudaron principalmente dinero y prendas de vestir, destinados a adultos y niños vascos exiliados. Ello se canalizaba a través del accionar desplegado por comisiones de mujeres conformadas en el seno de la EAB de Buenos Aires, y mediante un “Patrocinio del Amor”, constituido para recolectar ropa, juguetes y golosinas para los niños refugiados en la colonia de Barcelona, sostenida esta última por el Casal Catalá de la ciudad porteña. Asimismo, no tardó en surgir (el 29 de septiembre de 1941) una sección especial de la EAB, el Ropero Vasco, que se ocupó de recolectar prendas de vestir para enviar al País Vasco.

A nivel social, la EAB de Buenos Aires participó en distintas festividades patrias y religiosas ligadas al País Vasco, y que propendían al fortalecimiento de la identidad vasco-cristiana en la Argentina. También mantuvo relaciones con las EAB existentes, tanto la de Barcelona, como las que nacieron en Santiago de Chile y en Rosario con fines similares a la porteña.

La EAB se dotó de escudo y una dirección administrativa y otra social, equiparándose a los de Acción Nacionalista Vasca de Argentina

En efecto, luego de iniciadas las actividades de la EAB de Buenos Aires, el 5 de noviembre de 1938 surgió la EAB de Rosario como continuación de las actividades que llevaba a cabo la Comisión de Damas del Zazpirak-Bat. Esta última databa de mayo de 1933 y venía realizando diversas tareas: la organización de festividades vascas, la asistencia social a connacionales necesitados, el cultivo de la religiosidad y la transmisión de la cultura vasca a niños y niñas... En 1938 la Comisión Directiva del Zazpirak-Bat propuso a la Comisión de Damas darse una organización reglamentada como la que tenía EAB de Buenos Aires. Desde ese momento las emakumes del Zazpirak-Bat se dedicaron principalmente a recaudar fondos para asistir a los exiliados vascos en Argentina que se encontraban en dificultades económicas. También participaron y colaboraron con las campañas colectivas organizadas por la Liga de los Amigos de los Vascos y el Comité Pro-Inmigración Vasca (Caula et al., 2002, pp. 97-99).

En sus orígenes, y según su acta constitutiva, la EAB de Argentina desarrollaría sus labores en el marco de la Acción Nacionalista Vasca, pero pudiendo tener “autonomía en materia de administración”. Esta autonomía, prescripta inicial y formalmente, comenzó a crecer progresivamente y llegó a convertirse en un rasgo importante de la EAB, especialmente de la de Buenos Aires. Esta última logró actuar con independencia de la Acción Nacionalista Vasca con sede en dicha ciudad, en asuntos públicos de indudable importancia para la comunidad vasca en la Argentina y en el exilio.

En gran parte como consecuencia de esa elevada cuota de autonomía que alcanzó la EAB con respecto al entramado institucional nacionalista, llegó a equipararse o a colocarse en un mismo nivel que la Acción Nacionalista Vasca de Argentina en varios aspectos: la buena repercusión que tenían sus iniciativas ligadas a la recaudación de fondos o donativos, el funcionamiento reglado a partir de un programa de acción hecho público, la periódica presentación y publicación de sus balances económicos, la organización de un cuerpo de bailarinas que se hacía presente en todos los actos o festividades posibles de la comunidad, o la relación directa con la Delegación del Gobierno Vasco en Buenos Aires, por ejemplo.

Además, resulta interesante advertir que la EAB se dotó de algunos elementos institucionales distintivos, como un escudo propio o una dirección administrativa y otra social, que podían equipararse a los que poseía Acción Nacionalista Vasca de Argentina. Creemos que esta situación de igualación simbólica y práctica con el activismo político de los varones nacionalistas vascos fue un elemento novedoso, que dotó de especificidad a la EAB del país sudamericano, en el marco de las tradiciones existentes dentro de las comunidades vasca y española en general, allí establecidas.

La autora: Nadia Andrea De Cristóforis
Es doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires y ejerce la docencia en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Luján, en el área de Historia Contemporánea. Es Investigadora del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y del IIGG. Dirige e integra proyectos de investigación sobre la inmigración europea en Argentina. Tiene libros y artículos publicados sobre esta temática.


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