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Viaje al interior de ocho esculturas. Richard Serra culmina la instalación del conjunto «La materia del tiempo», formado por ocho piezas de gran tamaño, en el Guggenheim-Bilbao (en Gara)

04/06/2005

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I.L./Bilbao. El conjunto escultórico «La materia del tiempo», de Richard Serra, forma parte ya de la colección permanente del Museo Guggenheim Bilbao. La instalación está formada por siete nuevas obras de gran formato, que se suman a la que la pinacoteca ya poseía, denominada «Serpiente». El museo no duda en calificar éste como «el encargo escultórico más importante de la historia moderna». Con esta obra llega a su término la utilización por parte de Richard Serra de un lenguaje con el que comenzó a experimentar hace algo más de una década. «Ha sido la experiencia más sobrecogedora de mi carrera», señaló el autor.

Richard Serra (San Francisco, 1939) lleva más de un mes en Bilbo trabajando en ‘‘La materia del tiempo’’, una instalación creada por el autor norteamericano por encargo del Guggenheim, con el que mantiene una relación especial desde hace años. De hecho, su ‘‘Serpiente’’ (1994-1997) fue la primera obra que se introdujo en el museo antes de su inauguración en octubre de 1997.

‘‘La materia del tiempo’’ está formada por otras siete piezas nuevas de 4 metros de alto y entre 8 y 31 metros de largo: ‘‘Torsión espiral (cerrada, abierta, cerrada, abierta, cerrada)’’, ‘‘Torsión elíptica’’, ‘‘Torsión elíptica doble’’, ‘‘Torsión espiral (derecha, izquierda), ‘‘Torsión espiral (izquierda abierta, derecha cerrada), ‘‘Entre el toro y la esfera’’ y ‘‘Punto ciego invertido’’.

Las esculturas, realizadas en acero, ocupan un espacio privilegiado dentro de la pinacoteca: una galería de dimensiones extraordinarias (130 metros de longitud), que ha sido rebautizada comoSala Arcelor (antes fue Fish), en agradecimiento al patrocinio otorgado por esta empresa al proyecto.

‘‘La materia del tiempo’’ refleja la estrecha relación que el artista ha mantenido con el acero y que comienza 40 años atrás cuando trabajó en fundiciones para costearse sus estudios universitarios.

El escultor explicó ayer que pisó por primera vez la capital vizcaina hace 25 años. «Ya conocía Bilbao como región industrial y tenía información acerca de los escultores que procedían de esta región. No podía imaginar ­añadió­ que el Guggenheim se instalaría en Bilbao ni que yo haría aquí una propuesta», indicó agradecido.

Este es el elemento de mayor tamaño que ha realizado a lo largo de su carrera. «Ha sido para mí una experiencia sobrecogedora», desveló.

Richard Serra explicó ayer que al cumplir 50 años comenzó a experimentar con un nuevo lenguaje, que con esta creación llega a su fin. «Ahora empezaré a hacer otras cosas», adelantó.

Su intención es experimentar con la torsión de un toro (sección semicilíndrica de un objeto). «Llevo ocho meses trabajando y tengo un modelo», expuso, si bien no está «muy seguro» de que el resultado obtenido sea el deseado.

Aunque pudiera parecerlo, las ocho piezas de este grupo escultórico no son objetos independientes, forman un continuo. Confieren la forma al amplio espacio en el que están ubicadas, de manera que cuando una persona entra en la sala se introduce en el campo escultural de la instalación. Una vez en el interior, el espectador se enfrenta a tres espirales, una torsión elíptica sencilla, una doble torsión elíptica, las curvas cónicas de la ‘‘Serpiente’’ y dos obras formadas por secciones de toros y esferas. El público entra y sale de las distintas estructuras sin abandonar el espacio escultórico. El espectador puede circular o atravesar éste en el orden que prefiera.

«Titulé esta instalación ‘La materia del tiempo’ porque se basa en la idea de temporalidades múltiples o estratificadas. Según vaya el espectador experimentando cada pieza en el conjunto de la instalación, se dará cuenta de las distintas duraciones del tiempo. Lo que dura experimentar la espiral de mayor tamaño, por ejemplo, tiene una naturaleza distinta a lo que dura experimentar ‘Punto ciego invertido’. La experiencia es, por un lado, íntima, privada, sicológica, estética y, por otro, externa, social y pública», señaló el escultor.

El significado de esta instalación no existe, pues, independientemente de la experiencia del espectador y, «por consiguiente, cada individuo se convierte en el tema central», tal y como explicó Serra.

Las piezas presentan distintos niveles de oxidación, debido a que han permanecido en el exterior expuestas a la inclemencia por distintos períodos de tiempo. Con los años, todas ellas alcanzarán una misma tonalidad.

La instalación no se inaugurará hasta el próximo miércoles, 8 de junio. Ayer, Richard Serra acompañó a un grupo de periodistas en un recorrido por la Sala Arcelor. Con ayuda de una libreta fue dando explicaciones mediante trazos y dibujos de las formas escultóricas que ha conseguido.

El escultor advirtió de que cada persona experimentará distintas sensaciones en el interior del conjunto. La inclinación de las paredes de algunas de las esculturas, sus formas laberínticas y la falta de un horizonte definido hacen que el espectador se sienta desorientado: «no sabes si vas a la derecha o a la izquierda», apuntó el propio Serra.

Comentó que hay incluso quien no se atreve a caminar hacia el centro de las elipses por temor a lo que vaya a encontrarse en su interior. «Hay también gente que ha bailado y cantado aquí dentro ­señaló­. Cualquier tipo de reconocimiento es válido, cada persona debe decidir por sí misma», insistió.

En este sentido, se refirió a la influencia sicológica de las distintas piezas. «Te entregas a lo que quiere su estructura interna». El efecto es mayor en unas que en otras.

Explicó que si no fueran de acero, si estuvieran construidas con cualquier otro material, las piezas que forman el grupo «no tendrían la carga gravitacional que tienen; la carga que parece que cae sobre tu persona».


«SE HA PROPUESTO ACTUALIZAR LA ESCULTURA DE SIEMPRE»

I.L./Bilbo. La exposición de Richard Serra ha sido comisariada por Carmen Giménez. La experta, que acompañó al artista en la visita que realizó ayer a la instalación, se declaró «emocionada y conmocionada» por el resultado del proyecto, que se muestra en un espacio que alabó por sus enormes dimensiones y por las características que presenta, libre de columnas, para la exposición de una obra como la de Serra.

En referencia al autor norteamericano, la comisaria opinó que «en toda época hay artistas que despiertan la admiración del resto de artistas y Richard Serra es uno de ellos.El papel de Serra es único», sostuvo, porque «se enfrenta con los problemas de la escultura tradicional; se ha propuesto actualizar la escultura de siempre». En palabras de Carmen Giménez, Richard Serra «vive el espacio hasta el límite» y añadió que «ha hecho del espacio una cosa suya, su casa».

En sus palabras, ‘‘La materia del tiempo’’ «cobija y desconcierta al espectador». Explicó que, «en esta obra, la materia del tiempo es el espacio» y afirmó que el conjunto escultórico constituye toda «una lección de arquitectura, en el sentido griego».

Con motivo de la inauguración de ‘‘La materia del tiempo’’, el museo ofrecerá el lunes una cena gala, a la que están invitados representantes institucionales y empresariales, así como personas vinculadas al mundo de la cultura.

El martes se celebrará el cóctel de inauguración en el atrio y el miércoles la muestra se abrirá por fin al público general.

(publicado el 04-06-2005 en Gara)


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