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Julio Medem: 'Parece que soy menos malo cuando digo que soy vasco y español'. Entrevista al realizador donostiarra en el nº 100 de la revista de Elkarri (en Elkarri)

01/02/2004

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[El cineasta donostiarra afincado en Madrid vuelve a ser de involuntaria actualidad debido al boicot hacia su persona y su película 'La pelota vasca, la piel contra la piedra' protagonizado por miembros de la AVT (Asociación de Víctimas del Terrorismo) y Basta Ya con motivo de la reciente entrega de los premios Goya. Por su actualidad reproducimos aquí parte de una entrevista publicada el pasado 1 de enero. El cuestionario es un fragmento de la entrevista que vio la luz en el número 100 de la revista homónima de Elkarri, movimiento social por el diálogo y la paz de Euskal Herria. Puedes acceder a la entrevista en su integridad y su formato original pinchando aquí]


Elkarri: Con la calma que da el tiempo, ¿cómo recuerdas aquellas semanas?

Julio Medem: lo más frustrante es ver cómo se me ha negado todo lo que he pretendido con la película. El linchamiento de los medios de comunicación hacia todo lo que sonara a nacionalismo vasco relacionándolo con el terrorismo fue lo que originó la película, y este mismo linchamiento lo han dirigido en contra mía. Por desgracia, creo que las cosas están peor de cuando yo comencé a rodar la película. Las cosas no pueden estar peor, y a este respecto creo que también estamos tocando fondo. Desde el poder, desde el Partido Popular, se está dejando la democracia española en una situación agónica. Con algunas excepciones, los medios de comunicación están al servicio de su amo y sólo se limitan a difundir ciertas consignas injustas con el tema vasco. Conmigo han hecho lo mismo.

E.: ¿Destacarías algo en concreto?

J.M.: A mí se me ha calumniado. Han mentido sabiendo que lo hacían. De mi película han dicho que incitaba al terrorismo. Además, han manifestado que no mostraba ningún respeto por las víctimas del terrorismo. ¿Pero qué me estás diciendo? ¿Pero tú qué película has visto?

E.: También se te ha acusado de que la película estaba escorada.

J.M.: La película está escorada porque faltan los que no han querido estar. Yo quería que estuvieran todos. Yo quería hacer una película compleja, donde todas las ideas tuvieran cabida y al final he tenido que hacerla con los que me han dejado. Las personas que aparecen merecen un respeto puesto que representan 2/3 partes de los vascos. Sólo faltan los dos extremos, aunque al PP le moleste mucho que le compare con ETA. Sin embargo, creo que realmente están en los dos extremos del conflicto. Es así. Los dos practican el pensamiento único, si bien ETA mata. Es más. La solución en estos momentos está en manos de estos dos extremos. Está claro que ETA tiene que dejar de matar y parece que puede declarar una tregua. Tengo esperanza. Ojalá lo haga, y renuncie de una vez por todas a la lucha armada. En cuanto a la actitud del gobierno español, ésta es neofranquista. Estamos viviendo una vuelta al franquismo en democracia.

E:: Entre otras personas, quisiste entrevistar a Cristina Cuesta, Fernando Savater o Jon Juaristi. ¿Cuáles fueron los argumentos de su negativa?

J.M.: Yo prefería que hubiera mucha cantidad de gente antes que poca gente participando más tiempo. En la memoria que les envié les explicaba que quería entrevistar desde cocineros a políticos, desde artistas a presos de ETA, desde sus víctimas a representantes políticos. Consideraron que yo daba la misma importancia a una víctima que a un preso de ETA. Yo no hacía ninguna jerarquía, aunque para mí el problema principal y más grave es que ETA existe. ETA no tiene ninguna justificación. Sin embargo, aunque sea la más grave, no es la única violencia relacionada con el problema vasco. Ahí está la tortura.

E.: ¿Pensaste en echar la toalla?

J.M.: Por un tiempo no estuve seguro de si merecía la pena seguir adelante, de si el documental tenía sentido. Al final, me quedé con la idea del pájaro y me plantee la equidistancia, pero sólo la equidistancia ideológica y no la moral. Era una película a favor del diálogo, y con las ausencias la misma necesidad de diálogo adquiría mayor valor. Me acordé del abuelo de Vacas. Un hombre que no es de la guerra, que no entiende las guerras, ni por qué se lucha, ni contra quién se lucha.

E.: pese a las ausencias, la cinta destaca por la diversidad de voces que recoges en ella. ¿Hasta qué punto conocías todas estas distintas sensibilidades antes de acercarte a la película?

J.M.: Conocía parte de los matices que luego se reflejan en el documental. Luego, conforme íbamos haciendo las entrevistas para el documental, uno se encuentra con personas y cada una de ellas tiene su propia voz. La documentación previa era muy importante. Es cierto que la película se fue abriendo más y más, se fue haciendo más compleja, más matizada, más particularizada. Es tanto el sufrimiento que éste lo impregna todo. No sólo se están expresando ideas, también se expresa una gran preocupación por el tema. Las víctimas hablan en primera persona y su sufrimiento es evidente. Pero también sufre el resto de las personas que están relacionadas con el mundo de las ideas. Todos expresan su sufrimiento. Además, destaca el gran nivel a la hora de verbalizar lo que pasa.

E.: ¿A qué crees que se debe esto?

J.M.: La gente está muy preocupada y necesita argumentar su opinión. En este sentido, la sociedad vasca está muy politizada, más que otras sociedades civilizadas de su entorno. Somos político-dependientes. Tal vez esto sea lógico, ya que vivimos el conflicto en nuestra propia piel. En Madrid, la gente no quiere ser autocrítico con nada, y menos con el problema vasco. El nivel de análisis es muy bajo. Influye que la prensa esté muy contaminada. Incluso gente muy cabal para otros temas con los que te puedes sentir identificado, llega el tema vasco y no quieren pensarlo más. Aunque este año ha ocurrido una cosa muy grande como ha sido la unanimidad de la sociedad española en contra de la guerra de Irak.

E.: ¿Cuál de los testimonios te impactó más?

J.M.: Tenía muchas ganas de entrevistar a Bernardo Atxaga e intuía que su opinión podía ser la mía. Los argumentos políticos eran necesarios para el documental, pero sabía que Atxaga le podía dar otra dimensión. Atxaga tiene esa capacidad de volar unos centímetros y de ahondar en el problema. Atxaga me llega cuando habla de Euskal Hiria, de la ciudad vasca con barrios distintos donde todos quepamos y donde nadie se sienta con más derechos que otros. No es una coincidencia que Bernardo Atxaga abra y cierre el documental. Además, esta reflexión sobre la ciudad vasca me inspiró para no utilizar ningún paisaje urbano hasta el final de la película.


la entrevista íntegra aquí


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