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Un cúmulo de cubos imprime verticalidad al entorno de Arantzazu, uno de los grandes centros espirituales vascos

11/07/2005

La última incorporación arquitectónica al Santuario de Arantzazu, obra del pamplonés Miguel Alonso (Foto Joxean Agirre-Gara)
La última incorporación arquitectónica al Santuario de Arantzazu, obra del pamplonés Miguel Alonso (Foto Joxean Agirre-Gara)

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El Santuario de Arantzazu, con la Basílica y Santuario en honor a la Vírgen del mismo nombre, situado en plena montaña vasca, constituye un centro espiritual de primer orden, vivo y cambiante en el corazón de Euskal Herria. Lugar en el que Arte y Devolución se dan cita desde hace más de 500 años, Arantzazu, su entorno natural y conjunto monumental están dotados de vida propia, que discurre, evoluciona y aporta en el seno de la cultura, la arquitectura, el arte, el ser y el alma vasca. Joxean Agirre firma en Gara este reportaje sobre las nuevas construcciones y aportes que el siglo XXI ha proporcionado al lugar en el que la tradición sitúa la aparición de la Vírgen sobre un espino allá por el siglo XV.
En el transcurso de cuatro años han desaparecido de Arantzazu el viejo frontón y el vetusto seminario, construcciones pesadas y horizontales que rompían con la estética vertical de sus riscos y las torres del santuario y han aparecido en su lugar volúmenes cúbicos que trepan por la ladera. El milagro se ha podido llevar a cabo gracias a un presupuesto de 7 millones de euros y el acierto del arquitecto Miguel Alonso, que ha sabido restituir al entorno el espíritu que Sáez de Oiza y Oteiza imprimieron al santuario.

Cuentan que Eduardo Chillida sintió miedo de que su Peine del Viento quedara ridículo ante la inmensidad del mar, si lo miraban desde lejos. El arquitecto Peña Ganchegui le tranquilizó diseñando una rampa que vela por completo la visión de la escultura hasta que el visitante está a pocos metros.

[Panorámica general del Altar Mayor de la Basílica de Nuestra Señora de Arantzazu, en Oñati, Gipuzkoa, con la imagen de la Vírgen de Arantzazu en el centro (foto Arantzazu Santutegia)]

Es la solución adoptada también por el arquitecto Miguel Alonso con el friso de los Apóstoles de Oteiza. «El visitante que deja su coche en la explanada o en el nuevo parking construido por la Diputación ve desde lejos las torres del santuario pero no el friso. Tendrá que vadear el porche y la rampa que se han construido como elementos de separación para encontrarse de frente con el friso. Para Miguel Alonso, que ha diseñado la remodelación del entorno del santuario y del viejo seminario, los apóstoles tienen que verse de cerca. Fue uno de los puntos que nos gustó de su lectura de Arantzazu», señala Iñaki Beristain, uno de los frailes de la comunidad franciscana que ha seguido de cerca el desarrollo de las obras que en el transcurso de cuatro años han transformado los aledaños de a la basílica, «humanizándolos», tal como solía repetir el poeta Gandiaga, que vivió prácticamente toda su vida en el lugar. La verticalidad es el rasgo que define no sólo a las torres erizadas que simbolizan el espino que acogió a la Virgen, sino al santuario en su conjunto.

Iñaki Beristain me enseña la serie cronológica de fotografías que adorna el pasillo central del convento y asombra ver cómo con las técnicas de la época se atrevieron a construir edificios tan contundentes encima de un barranco. «Tenían mejores opciones para construir el santuario en los alrededores, pero decidieron que tenía que ser aquí, entre los riscos», comenta Beristain delante de una fotografía de 1886, en la que se ve los destrozos causados por un incendio. [En la fotografía de la izquierda, la imagen de Nuestra Señora de Arantzazu que preside el Altar de la Basílica]

Esta serie cronológica de fotografías es parte de una futura exposición permanente sobre la historia de Arantzatzu que acogerá el centro de cultural Gandiaga. El nuevo centro sustituye al viejo seminario, que en su época de esplendor llegó a albergar a más de 300 estudiantes y que ahora se encontraba vacío. «Esta remodelación coincide con el 50. aniversario de la inauguración de la actual basílica, que se abrió en el 55, aunque los apóstoles de Oteiza se colocaran mucho más tarde, en el invierno del 68-69, tras un debate que llegó hasta Roma», recuerda Beristain.

Sintonía total

La remodelación, en la que han participado otros dos arquitectos, ha sido definitivamente rematada por Miguel Alonso, un arquitecto navarro casado con una oñatiarra. «Desde el principio quedamos muy impresionados por la lectura que hacía Alonso del santuario de Arantzazu. Es un admirador de Oteiza, conocía muy de cerca el lugar y nos gustó mucho sus propuestas de recuperación de la naturaleza a base de espacios verdes y senderos que ahora recorren el trecho que media entre el santuario y el actual centro cultural.

Hubo desde el principio una sintonía total entre nuestra forma de ver Arantzazu y la suya. Gandiaga solía repetir que teníamos que humanizar la explanada, dotándola de mayor presencia de la naturaleza. Es lo que hemos hecho. Hay que tener en cuenta que tanto el frontón como el seminario eran construcciones que no casaban con la estética del santuario. Eran dos mamotretos que nacieron para cubrir las necesidades del momento. Miguel Angel Alonso ha optado por darle una verticalidad a base de volúmenes cúbicos que se montan unos encima de otros, acomodándose así a la estética del santuario», señala Beristain. [En la parte superior de la fotografía de la derecha, aspecto del Seminario antes de ser demolido y sustituido por la obra arquitectónica de Miguel Angel Alonso; en la inferior, aspecto actual de los cubos de Alonso (fotos Santutegia y Joxean Agirre, respectivamente) ]

El deseo de la comunidad franciscana hubiera sido construir una carretera que evitara el tráfico por delante del santuario. «Queríamos evitar el paso de los coches que los domingos suben hacia Urbia o que vienen a los restaurantes del lugar, pero los técnicos de la Diputación son muy pesimistas y ven difícil su construcción», añade. En la primera planta del centro cultural se instalará un albergue juvenil abierto, para acoger a los jóvenes y niños que vengan a Arantzazu a pasar un día o dos. Esta primera planta tiene tres frontones. La segunda planta quedaría destinada a un lugar de encuentro para jóvenes. «Los franciscanos que trabajan con los jóvenes dicen que el concepto mismo de estos lugares para jóvenes está cambiando en estos momentos y no sabemos a ciencia cierta cómo será el funcionamiento del lugar», dice.

En esa misma planta se ha habilitado un gran salón de actos para 300 personas, que puede dividirse en espacios menores y hay también otras dependencias para reuniones de trabajo en grupo. Completan la planta otros dos salones para 120 personas cada uno. La gestión de estos espacios, que servirán para la organización de congresos y encuentros la lleva la empresa Bultz-Lan.

[Vista general de las nuevas edificaciones de Arantzazu desde un punto frente a la Basílica (foto Joxean Agirre)]

Y queda la tercera planta que por el momento está vacía. «Porque nos hemos quedado sin dinero y porque todavía no están definidos los contenidos de las posibles actividades. Pensamos montar una exposición permanente sobre la historia de Arantzazu. Hemos desechado tras muchas consultas el traslado de la biblioteca de la comunidad al lugar. La Escuela de Pastores quiere mantener una exposición internacional sobre esa actividad. La fundación Naturgintza también tendrá su sede aquí y hay otras asociaciones que se han mostrado su interés por el lugar.

Además de estos servicios que ofrecemos, nos gustaría que el centro cultural Gandiaga fuera en un futuro cercano un centro de interpretación de la historia de Euskal Herria desde el punto de la cultura y de la fe», dice Beristain. La rehabilitación se ha podido llevar a cabo gracias a los 400 millones de pesetas aportados por la Diputación, otros 400 del Gobierno de Gasteiz y 300 millones que ha reunido la comunidad. El desarrollo de la rehabilitación ha recogido también algunas anécdotas que han quedado plasmadas en la construcción. Destaca un cubo que Iñaki Beristain llama el Misterio de Oteiza.

Las bromas de Oteiza

«Oteiza, mientras estuvo aquí construyendo sus apóstoles, bromeaba con Gandiaga diciéndole que lo de la aparición era una tontería, que fue un fraile quien puso a la Virgen en el árbol. Gandiaga se enfadaba y Jorge le regaló una escultura en la que aparecía el fraile con la Virgen en brazos. Poco antes de morir, Gandiaga escribió una carta muy emotiva a Oteiza en la que le anunciaba su muerte, le prometía reunirse con su mujer Itziar y le pedía que regalara la escultura a la comunidad. A los tres días de recibir la carta, la escultura estaba en Arantzazu. Hemos querido realizar una réplica de la escultura para colocarla en los que hemos llamado el Misterio de Oteiza», dice Beristain. Se trata de un lugar de recogimiento que reúne en unas cristaleras interiores las imágenes de líderes religiosos de todo el mundo y frailes de la comunidad junto a artistas como Oteiza y Gandiaga.


«QUERÍA QUE DESCUBRIR EL FRISO FUERA UNA SORPRESA»

J. A./Arantzazu. El arquitecto Miguel Alonso es miembro del estudio AH& y ha trabajado en el proyecto de rehabilitación de Arantzazu junto a Rufino Hernández. No conoció personalmente a Oteiza, pero quedó impactado por su obra a raíz de la exposición “Propósito experimental” que se realizó en Madrid. Pese a estar a punto de sumergirse en los Sanfermines, contestó a nuestras preguntas.

«La elección del lugar para la construcción del santuario es sorprendente, aunque hay algunos santuarios como el de Monserrat que se han construido en lugares complicados. Da la sensación de que algo singular e importante debió de ocurrir en el lugar para elegir e insistir a lo largo de los siglos en la misma ubicación, un lugar entre dos simas, totalmente aislado, cuando 200 metros más adelante, en Iturrigorri, tenía un lugar mucho más cómodo. Pero eso mismo le da al santuario una singularidad que también atrapa», dijo.

El proyecto de rehabilitación de Miguel Alonso ha sido fruto de una larga reflexión. «El convento y la basílica están construidos verticalmente, enclavados entre dos simas y rematados por una torre que hace de colofón. Pero las construcciones posteriores y el aparcamiento habían desnaturalizado esa situación original de Arantzazu, que eran un equilibrio entre naturaleza y la arquitectura, y de que estaban comiendo el santuario. Hay que tener en cuenta que los autobuses y los coches se metían casi encima del apostolado. Era la situación que más inquietaba», señaló Miguel Alonso. Por otra parte, se quería recuperar el perfil del monte que la construcción del frontón había cubierto y reducir la presencia del viejo seminario y llevarla a otra escala más acorde con el entorno del santuario.

«Hace cuatro años había un continuo edificado desde la basílica hasta el seminario. En los 90 se derribó el seminario viejo y ahora la operación ha consistido básicamente en derribar los frontones e introducir naturaleza en ese tramo, y luego transformar un edificio de cien metros de largo y siete plantas de altura en un elemento vertical, cambiando su dimensión horizontal por una dimensión vertical», añadió.

Se han respetado los porches y a partir de ahí se ha realizado un derribo selectivo para construir los cubos que imprimen una verticalidad al conjunto, «enfatizando un movimiento de volúmenes que parte del propio terreno y va trepando por la ladera, siguiendo un crecimiento no racional y funcional sino más integrado en el paisaje».

La remodelación ha añadido un pequeño porche bajo la pieza que acogerá la oficina de prensa y que los franciscanos han llamado ‘las antepuertas’, un elemento que separa el parking y la basílica. «Es quizás el elemento más novedoso de todo el proyecto de remodelación, porque durante cuarenta años han estado tratando de liberar la perspectiva de la basílica y este elemento trata de ocultar parcialmente esa fachada. Oiza y Oteiza crearon esa fachada con un apostolado que casi tiene un tamaño natural y está colocado a la altura del peregrino para que se mirara desde unos pocos metros. Era necesario pues no cerrar la perspectiva para que de lejos se pudieran ver la Piedad y las torres, pero no los apóstoles, de forma que el descubrimiento posterior de la fachada constituya una sorpresa», prosiguió Miguel Alonso.

Este elemento crea además un porche intermedio, donde guarecerse, entre el porche del centro cultural y el del convento. Los porches y otros elementos han quedado recubiertos por chapas de hierro oxidado, material que tiene una relación con las puertas de Chillida y que se utilizó con profusión en la basílica.

(publicado el 10-07-2005 en Gara)


Enlaces relacionados

Santuario de Arantzazu (Arantzazuko Santutegia)
www.arantzazu.org


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