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La localidad navarra de Lesaka vivió ayer un memorable día de homenaje a sus vecinos que emigraron a EEUU

23/10/2006

Uno de los pastores que participó de las demostraciones en la plaza lesakarra (foto Ondikol)
Uno de los pastores que participó de las demostraciones en la plaza lesakarra (foto Ondikol)

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Artzain (amerikanuen) Eguna ayer en Lesaka, jornada de tributo a quienes hubieron de marchar a EEUU a trabajar como pastores. La villa navarra se convirtió en la capital del pastoreo euskaldun y reunió a más de tres centenares de artzainak de Iparralde, Navarra y otras regiones de Euskal Herria, en una entregada e intensa jornada de reconocimiento a quienes en los tres últimos cuartos de siglo marcharon a trabajar a EEUU y a quienes les precedieron en la que fue para algunos pueblos y zonas la mayor emigración de su historia. La fiesta fue redonda y el sentimiento sincero, con ramo de flores simbólico sobre una silla vacía en la comida de hermandad en homenaje a quienes se quedaron en el camino.
“Reunión de pastores... oveja muerta”, dice el viejo refrán, pero nada más lejos de la realidad que se vivió en Lesaka, donde lo que predominó fue la alegría del encuentro con los viejos compañeros de pastoreo en las inmensas praderas de los estados vascos de Nevada, Utah, Wyoming, Arizona y sobre todo California. La industrialización y la mejoría en las condiciones laborales y de vida ya no animan a los jóvenes a marchar de sus pueblos, lejos de sus familiares y amigos, pero el fenómeno de la emigración ha dejado una huella imborrable en el pueblo vasco.

Ayer, la plaza Zaharra acogió a centenares de viejos (en el mejor sentido de la palabra) y no tan viejos pastores, algunos, como los Agirre de Estebanea de Arizkun, dos hermanos que marcharon en 1978, y otros que lo harían todavía hasta finales de la década de los 80. Entre otros acudió a Lesaka, Francisco Kisko Dufur, de Burguete, que emigró en 1960 y regresó en 1964.

Un importante episodio en la historia de Euskal Herria

El suyo es uno de los casos típicos de la especie de relevo familiar que se ha dado tantas veces. Su padre Fermín marchó en 1953, dejando en casa mujer y cinco hijos. Y a poco de su regreso sería Kisko (así es como le conocían sus compañeros) el que emigrara para trabajar en la localidad de Tranquility, en el valle californiano de San Joaquín, no lejos de Bakersfield que es otro destino que acogió a decenas de pastores vascos.

[Uno de los pastores 'amerikanuak' a caballo, que iniciaron el desfile y participaron de los actos de homenaje ayer en Lesaka (foto Ondikol)]

[La plaza de Lesaka, repleta de gente que asistió a la jornada de homenaje a los convecinos emigrados a EEUU (foto Ondikol)]

[Esquileo de ovejas, al estilo del Oeste, una de las labores, entre muchas, que tocó aprender a buen número de emigrantes que marcharon de Euskal Herria a EEUU para trabajar como pastores (foto Ondikol)]

Al festejo acudió el consejero de Agricultura y Ganadería Javier Echarte, que estaba como nunca en su papel, en su salsa, cambiando impresiones con unos y otros, y dispuesto como afirmó a prestar la ayuda del Gobierno de Navarra y la suya personal a jornadas como la que se celebraba. Y el expresidente del Parlamento Vasco y de la Fundación Artzain Mundua, Juan Mari Atutxa, con alcaldes y concejales de Lesaka, Arantza, Valle de Baztan y Sara (Jean Aniotzbehere), que no se quiso perder la ocasión de compartir la fiesta con los pastores.

Para Juan Mari Atutxa, la emigración de los pastores vascos es una de las páginas “más relevantes de la historia de Euskal Herria”, y un auténtico ejemplo de sus protagonistas de “fidelidad a su tierra y a su lengua, que han llevado siempre en su corazón”. En Lesaka, los pastores bajonavarros Erramun Martikorena y Mixel Aire, aquel cantor y éste bertsolari como su padre, el inolvidable Xalbador, intervinieron en la misa que ofició el Párroco de Doneztebe, Jesús Goldaraz, él también hijo de pastor emigrante, y las ovejas recorrieron las calles como si fuera una cañada dirigidas por pastores a caballo, y hubo esquileo que provocó curiosidad de los profanos y sonrisas de complicidad de los viejos pastores.


La aventura ‘pastoril’ de Ana Mari (Marín) y Laura (Yanci)

L. S./Lesaka El protagonismo de la mujer en la historia de la emigración vasca está por escribir, aunque hay constancia fehaciente de la importancia de su labor y de su valentía y capacidad de sufrimiento compartidos con sus maridos en los Estados Unidos. Ayer, en la sobremesa de la comida de hermandad, con medio millar de pastores y familiares puestos en pie, el frontón acogió dos de las mayores, emocionantes y más entregadas ovaciones de su existencia ofrecidas a dos mujeres.

Una, a la elizondarra Ana Mari Marín que desde la gestoría familiar formalizó el papeleo y ayudó y aconsejó a centenares de jóvenes que emprendían la aventura americana.

Y otra, a la concejal lesakarra Laura Yanci por el esfuerzo extraordinario e inagotable en la organización de la jornada, tan particularmente sentimental para ella, su amatxo y familiares, esposa e hijos de pastor en América, Angel Yanci, que esperaba ilusionado una fiesta a la que su reciente fallecimiento no dejó llegar. Fue la culminación emocionante de un día inolvidable.



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