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'Nuestra Señora del Juncal', la tentación de los cazatesoros (en El Diario Vasco)

28/11/2021

El galeón de Hondarribia que se hundió hace 390 años en México cargado con más de un millón de monedas de plata es el protagonista de una exposición que se abre mañana en el Archivo de Indias

Enlace: El Diario Vasco

Borja Olaizola. Se llamaba 'Nuestra Señora del Juncal' y se fue a pique hace 390 años frente a las costas de México con un cargamento de un millón de monedas de plata, además de oro, piedras preciosas y otras valiosas mercancía. El galeón, construido en Hondarribia por un matrimonio de la localidad, ha estado en el punto de mira de decenas de cazatesoros de todo el mundo, entre ellos la empresa Odyssey, y ha alimentado fantasías sin fin sobre las riquezas que transportaba. La embarcación guipuzcoana es la principal protagonista de una exposición que se inaugurará mañana en el Archivo de Indias de Sevilla y en la que se podrán ver los resultados de la investigación arqueológica llevada a cabo por los gobiernos de España y México en el lugar de su hundimiento.

La Carrera de las Indias enriqueció a miles de armadores y comerciantes vascos. El transporte a la península de los metales preciosos y las mercancías del Nuevo Mundo exigía buenas embarcaciones y nadie entonces estaba en condiciones de competir con los astilleros del Cantábrico, especialmente los de la costa vasca, en el terreno de la fabricación naval. El matrimonio formado por los hondarribiarras Antonio de Ubilla y María de Izaguirre no tenía vinculación con el mar, pero hacia 1620 decidieron convertirse en armadores y lanzarse a construir un galeón. A sus oídos habían llegado sin duda noticias sobre las riquezas que la empresa podía comportar, lo que llevó a Ubilla, que era contador de artillería de las fortalezas de Hondarribia y San Sebastián, a invertir todos los ahorros familiares en el proyecto.

LA EXPOSICIÓN
Título: La flota de la Nueva España y la búsqueda del galeón Nuestra Señora del Juncal.
Lugar: Archivo de Indias (Sevilla)
Fechas: Del 29 de noviembre al 14 de abril.

Cuenta Ernesto Goiriceleya en la publicación 'Cosas de Alde Zaharra', que se edita con el respaldo del Ayuntamiento de Hondarribia, que el barco fue levantado en el más importante de los cuatro astilleros que a principios del XVII había en la localidad, el situado en terrenos del Puntal. El galeón, muy grande para los estándares de la época, tuvo que ser trasladado a un astillero de Lezo para ser arbolado porque el calado de Hondarribia era insuficiente. La nave se terminó en 1623 y los Ubilla la enviaron a Cádiz cargada de mineral con el propósito de venderla a algún comerciante de Andalucía, apunta Goiricelaya en su escrito.

Pronto se vio que el destino de 'Nuestra Señora del Juncal' no se iba a ajustar a los deseos de sus armadores. La Casa de Contratación, que se encargaba de las expediciones al otro lado del Atlántico, seleccionó el galeón para participar en la Flota de Nueva España de 1624. La primera participación de la nave guipuzcoana en la Carrera de las Indias se saldó de forma favorable y permitió a sus propietarios recuperar parte de lo que habían invertido. El galeón, sin embargo, fue modificado en Veracruz para incrementar su capacidad de carga. Goiricelaya explica en su trabajo que ese cambio lo hizo más inestable y, por consiguiente, lo invalidó para participar en las expediciones comerciales al Nuevo Mundo. «Durante cinco años (1625-1630) quedó fondeado en la ensenada gaditana de la Carraca, abandonado a su suerte», escribe el investigador.

La captura en 1628 del tesoro de la Flota de Nueva España en aguas de Cuba por parte de los holandeses hizo que los criterios de selección de las naves para la Carrera de las Indias se relajasen. Los oficiales de la Casa de Contratación recuperaron la embarcación hondarribiarra y ordenaron artillarla para convertirla en una nave de guerra. La incorporación de 24 cañones con un peso de 30.000 kilos, apunta Goiricelaya, mermó aún más las aptitudes marineras de un galeón que había sido concebido para transportar mercancías. Pese a todo, el barco llegó a Veracruz sin incidentes en el otoño de 1630 al mando del general donostiarra Miguel de Echezarreta. La presencia de piratas holandeses en el Caribe retrasó el regreso a la península más allá del verano de 1631. La repentina muerte de Echezarreta, capitán general de la flota, postergó aún más la partida, que se produjo el 14 de octubre. Hubo muchas dudas entre los nuevos responsables de la expedición a la hora de levar anclas porque era ya época de huracanes, pero las urgencias de la Corona, que precisaba una inyección inmediata de fondos para financiar las guerras, terminó de inclinar la balanza.

Carga en 'B'

El 'Nuestra Señora del Juncal' partió de Veracruz junto a otros 13 barcos con las bodegas repletas y una tripulación de 300 personas. El barco, cuentan las crónicas de la época, iba a todas luces sobrecargado: en el registro de salida consta que llevaba 120.000 kilos de oro y plata, piedras preciosas, tintes y especias muy valiosas, y hasta el botín capturado por corsarios españoles a una embajada del reino de Siam en aguas de Extremo Oriente. Eso sin contar la carga en 'B' que la tripulación solía llevar bajo manga para mercadear a su llegada a la península sin tributar ante la hacienda real. La nave, que ya hacía agua desde que salió de Veracruz, navegaba con dificultades y no tardó en encontrarse en una situación crítica en cuanto las condiciones de la mar empeoraron. Al cabo de dos semanas de agonía el galeón se fue a pique y todos sus tesoros quedaron en el fondo del mar. Solo se salvaron 39 de sus 300 tripulantes.

El hundimiento del barco, uno de los mayores reveses del reinado de Felipe IV, quedó perfectamente documentado. La Corona española intentó rescatarlo 40 años después pero la tentativa resultó un fracaso. El galeón hondarribiarra cayó en el olvido hasta que los avances técnicos propiciaron la aparición el pasado siglo de empresas de cazatesoros. Hubo varias que lo intentaron, entre ellas la estadounidense Odyssey, que luego protagonizaría una sonada disputa con el Gobierno español por el botín del 'Nuestra Señora de las Mercedes' que inspiró la serie televisiva 'La Fortuna', pero la firme oposición al saqueo por parte de las autoridades mexicanas dio al traste con sus planes.

Tras el fracaso de las tentativas de los cazatesoros, el país azteca alcanzó un acuerdo con España para llevar a cabo una investigación arqueológica en el área del hundimiento del galeón. Los resultados de esa campaña verán la luz mañana en la exposición 'La Flota de Nueva España y la búsqueda del galeón Nuestra Señora del Juncal' que se inaugurará en el Archivo de Indias. La muestra, organizada por el Gobierno español y el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Hondarribia, que ha cedido una maqueta de la población y documentos. El alcalde, Txomin Sagarzazu, se ha congratulado de que salga a la luz una parte de la historia de la localidad: «La exposición es una gran noticia en la medida en que va a permitir que se conozca la interesante y trágica historia del galeón y todo lo que tuvieron que vivir sus promotores hondarribiarras».

Sin compensación pero con un hijo que llegó a secretario real
El hundimiento del 'Nuestra Señora del Juncal' fue un varapalo económico en toda regla para sus armadores, el matrimonio formado por los vecinos de Hondarribia Antonio de Ubilla y María de Izaguirre. La mujer, que ya había enviudado cuando el barco se perdió, pidió al rey Felipe IV una compensación y recibió dos licencias para fletar otras tantas naves en la Carrera de las Indias. El comercio de ultramar, sin embargo, vivía horas bajas y la viuda no recibió ofertas de compra de los permisos.
Ernesto Goiricelaya explica en el número 32 de 'Cosas de Alde Zaharra' que la armadora solicitó entonces al monarca que nombrase a su primogénito secretario real, cargo que terminaría alcanzando con el paso del tiempo. Antonio de Ubilla y Medina, hijo de este último y nieto de los armadores del galeón hondarribiarra, llegó a ser una de las principales figuras políticas en las cortes de Carlos II y Felipe V, y obtuvo en 1697 una licencia para navegar 900 toneladas en la Carrera de las Indias. «Y así, por fin, los herederos de Antonio de Ubilla y María de Izaguirre consiguieron recuperar una parte de las pérdidas de sus abuelos en aquel negocio ruinoso iniciado en el Puntal de Hondarribia 80 años antes», escribe Goiricelaya.


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