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Eneko se hace sentir

12/11/2020

Después de un silencio vacacional, supongo, Eneko Las Heras Leizaola volvió a publicar sus cartoons, sus viñetas, sus tiras, sus caricaturas, en el diario digital español Público. Hay mucha historia y periodismo tras este venezolano acunado en el Centro Vasco de Caracas, hijo de dos artistas de la comunicación y el periodismo madurados y consagrados en el exilio de sus familias: de casta le viene al galgo. Hace años ya que Eneko se desnuda y desnuda sucesivamente en diversos medios, lo que me hace pensar que en todos era, fue incómodo, que en ninguno dejó de ser él, sus circunstancias y las ajenas asumidas. Que es lo mejor que se me ocurre en favor de su persona y su oficio. A los que conocimos el mejor tiempo de aquel diario que fundaron los Otero Silva y acogió en sus páginas a periodistas y escritores ilustres, El Nacional de Pepe Moradell, otro exiliado, los trabajos de Eneko, esquemáticos, agudos, irónicos, ácidos, nos traen a la memoria los Zapatazos y otras colaboraciones críticas en una prensa que vivía mejores tiempos. En aquella Venezuela hubo constructores vascos, industriales, médicos, trabajadores especializados, y también comunicadores, diseñadores, impresores de altísima calidad, como el hermano del bertsolari Basarri, que fue en un tiempo el que imprimía los pasaportes, y siempre, libros artísticos.

Tuve dos suspensos en la carrera, uno en historia de Venezuela por razones fácilmente comprensibles: me habían obligado de niño a aprenderme los nombres de los Reyes Godos, pero de Boves el Urogallo, por ejemplo, no sabía nada. Aquel profe catalán –la Historia del país estaba en ese tiempo en las expertas manos de varios catalanes exiliados– disculpó mis comprensibles lagunas en segunda convocatoria. Tuve otro aplazamiento a segunda convocatoria, en diagramación, porque el profe, un argentino, no aceptaba que siendo yo vasco no fuera más competente en la materia: para él, los vascos éramos todos como aquellos que destacaban en el mundo del diseño gráfico y la impresión. No era mi caso, pero lo de escribir, todo sea dicho, sí me produjo satisfacciones en forma de matrículas y sobresalientes, y la de que me hicieran ayudante del profesor de Redacción periodística antes de terminar la carrera, y responsable luego de ella, una vez concluida. Para aprobar la Historia de Venezuela me prestó un libro de Primaria aquel buen amigo de La Guaira, el único alumno de color por cierto en aquella aula. En ella estaba también Alicia Rodríguez Aguerrevere, arquitecto antes de estudiante de Periodismo, de corta pero rica vida: con ella, y con Jesús Mari Aguirre (SJ) vimos en mi casa la llegada del hombre a la luna, mientras mi hija Oihane –el nombre que Andima Ibiñagabeitia inventó en Caracas- nacía en Gernika y era registrada con ese nombre solo porque era hija de “extranjeros”, y porque mi mujer se puso brava con el juez Santodomingo.

En estas andaba yo cuando me entero por Euskalkultura del fallecimiento de Luis Las Heras, aita de Eneko y de otros tres hermanos, tentado también uno al menos, Txomin, por la comunicación, el periodismo. Le recuerdo como parte de aquel grupo de intelectuales de izquierda, los del partidico, que convivía y disentía en el Centro Vasco como ANV con el PNV, Eusko Gaztedi, Soli, Jagi, ETA, en un ejercicio de democracia vetado a sus correligionarios que vivían entonces en dictadura y clandestinidad. Era madre de Eneko una Leizaola, Karmele, sobrina del lendakari, hermana de activísimos militantes de lo vasco como jeltzales. Era en ese tiempo el Centro de El Paraíso una muestra inédita de la nación vasca en la que no faltaban las manifestaciones culturales, en el que funcionó durante varios años una ikastola que iniciaba su tarea diaria izando la bandera de Venezuela y la ikurriña de los vascos. Por esa ikastola pasaron Eneko, sus hermanos, sus primos, los hijos y nietos de aquellos patriotas que encontraron en el Centro Vasco refugio, calor y holganza. También mis hijos. Esas cosas no se olvidan. Tampoco esos nombres. Esos hombres y mujeres. Que a Eneko le vaya bien, que lo haga tan bien, lo sentimos como algo propio. Me ha parecido especialmente lúcida su viñeta del 30 de noviembre sobre la emigración africana en el diario Público.



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Jose Felix Azurmendi

Jose Felix Azurmendi

Durango, 1941. Haurtzaroa Durango eta Markina artean bizi izan zuen, eta nerabezaroa eta gaztaroa Gernikan. 1963ko abenduan, polizia frankistari izkin egiteko gurasoen etxetik alde egin eta ezkutuan bizi izan zen ETAko militante gisa. 1966an Venezuelan babestu eta Caracaseko Euskal Etxeko kide izan zen. Venezuelan ezkondu, familia sortu eta kazetari egin zen. Euskal Herrira itzulita ibilbide profesional oparoa izan du, besteak beste Egin-eko zuzendari izanik, baita Deia-ko zuzendariorde, Radio Euskadiko zuzendari, ETBko Nazioarteko Kanaleko zuzendari, zenbait libururen egile, eta batez ere, gaurkotasuneko iruzkingile eta solaskide zenbait komunikabidetan.

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