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Los secretos de la Real Sociedad: El orgullo vasco, la pasión por el fútbol y el gusto por la vida (en Espn.com)

18/01/2022

Llueve en San Sebastián. Casi siempre llueve allí, o acaba de dejar de llover, o está a punto de hacerlo. Situada alrededor de un rizo de playa en la costa norte de España, la compacta ciudad de elegantes paseos marítimos es uno de los escenarios más hermosos de Europa, y cuenta con algunos de los mejores restaurantes del mundo. Pero nadie la visita para disfrutar de su clima.

Enlace: Espn.com

Bruce Schoenfeld / San Sebastián, España.  Las estadísticas oficiales informan que San Sebastián tiene aproximadamente 150 días soleados al año, menos de la mitad del promedio. Cuando llego al complejo de entrenamientos del club, que trepa por una ladera de la cercana población de Lasarte, la llovizna cae de un cielo del color del humo de chimenea. Es el decimoctavo día consecutivo de precipitaciones en la región.

Al día siguiente, cuando la Real Sociedad reciba la visita del PSV Eindhoven en el encuentro que eliminará a uno de ellos de la UEFA Europa League, seguramente será la decimonovena jornada de lluvias al hilo. Mi rápido y poco científico sondeo del vestuario revela, con toda precisión, que a nadie le importa. "El hecho es que se trata de una ventaja para nosotros", expresa Mikel Oyarzabal, nacido a poca distancia del lugar, específicamente en Éibar. "Estamos acostumbrados a ello y los otros equipos no".

Oyarzabal ha pasado toda su carrera profesional en la Real Sociedad. Se encoge de hombros cuando se le pregunta cómo él y sus compañeros lidian con los cielos permanentemente sombríos. "Prefiero cuando hay mal clima", responde. "No sé por qué. Simplemente, me hace sentir cómodo".

Para cuando los jugadores empiezan a subir de dos en dos, o de tres en tres, en dirección a un campo de un verde tan iridiscente que parece irreal, la lluvia cae con mayor fuerza. Se acumulan nubes cada vez más oscuras. En otro lugar, la sesión de entrenamiento se habría mudado a un sitio bajo techo. Por el contrario, nadie se inmuta. "Solo es algo normal para nosotros", indica Ander Barrenetxea, un joven y prometedor extremo nacido y criado en San Sebastián.

Gran parte de la plantilla es oriunda de esta región, los pequeños pueblos de las laderas y las ciudades señoriales del País Vasco. Sus apellidos, con una proliferación de zetas, equis y las "k", reflejan su singular herencia: Zaldua, Zubimendi y Zubeldia; Oyarzabal, Barrenetxea, Dozagarat y Karrikaburu. Mientras patean un balón en círculo, puedo oírlos hablar en euskera, la lengua vasca.

El euskera no está relacionado con el español o el francés que se habla del otro lado de la frontera, a pocos kilómetros al este. De hecho, no tiene relación conocida con ningún otro idioma del mundo. Es extraordinariamente difícil de aprender: si no empiezas a hablar euskera en tu niñez, es casi seguro que nunca lo harás.

Eso puede intimidar a cualquier persona que se mude a la región, tal como lo hicieron en años recientes los delanteros de la Real Sociedad Alexander Isak y Alex Sorloth, de origen nórdico y que anteriormente fueron figuras del Manchester City. Afortunadamente, sus compañeros entienden la situación. "Leen el salón", expresa Mat Ryan, portero australiano. "Si hay un grupo de chicos sentados, probablemente hablan en euskera. Pero si entra uno de nosotros, casi siempre cambiarán al español".

Sobre la cancha, el idioma secreto permite a los jugadores de la Real Sociedad discutir abiertamente su estrategia contra casi cualquier oponente, excepto uno del resto de equipos vascos. "Hasta en los partidos de LaLiga", expresa Ryan, "nadie tiene la mínima idea de lo que hablan".

Durante siglos, los vascos cultivaron sus cosechas, cuidaron de sus rebaños, se impusieron a los elementos y mantuvieron la discreción. "Cortos en palabras, pero en obras largos", es la descripción que hizo el español Tirso de Molina en una de sus obras teatrales escritas en el Siglo XVII. Actualmente, parece ser una apta descripción de sus equipos de fútbol: Athletic de Bilbao, Osasuna y el Éibar (que juega en Segunda División), pero especialmente de la Real Sociedad.

Guipúzcoa, la provincia a la que pertenece San Sebastián, es la más compacta de España. La ciudad en sí, llamada Donostia en euskera, apenas cuenta con 185.000 residentes. Cuarenta ciudades de España tienen mayor dimensión. A pesar de ello, la Real Sociedad ha pasado gran parte de la actual temporada liderando la tabla de LaLiga. A principios del año pasado, ganó la Copa del Rey. (Este miércoles, se enfrentará al Atlético de Madrid en octavos de final de la presente edición de Copa). La Real Sociedad ha clasificado seis veces a competiciones UEFA en el presente siglo. Jugó Champions League en las ediciones 2003-04 y 2013-14.

Ryan, fichado durante el verano y proveniente del Brighton y Hove Albion, es el último forastero en llegar a este club pequeño, pero curiosamente ambicioso. El primero fue el galés John Toshack, quien dirigió su banquillo en tres ocasiones desde 1985, seguido por el astro inglés John Aldridge, delantero que llegó del Liverpool cuatro años después. Nunca hay muchos a la vez, lo que sirve para asegurar que la cultura vasca permanezca intacta. Sin embargo, la Real Sociedad se esfuerza por competir con los mejores clubes de España y, en ocasiones, de toda Europa.

A veces tiene éxito. El club era líder de LaLiga a finales de octubre pasado. Fue entonces cuando el director técnico Imanol Alguacil advirtió que sus posibilidades de terminar la campaña superando a Real Madrid, Atlético de Madrid y Barcelona eran sumamente remotas. Los jugadores se inquietan incluso cuando se habla de un posible regreso a la Champions, aunque en estos momentos se encuentran en el quinto puesto, fuera de las cuatro primeras posiciones por diferencia de goles. "Queremos estar allí, pero no podemos decir que lo estaremos", indica Mikel Merino, volante de origen vasco, que creció del otro lado de la carretera en Pamplona.

El estilo vasco es dirigir la atención a la tarea pendiente, ya sea conduciendo pacientemente un rebaño de ovejas al corral, o preparando el próximo partido. "O ni siquiera el próximo partido, sino el próximo entrenamiento", indica Merino. "No prestamos atención al futuro".

Los vascos se han mantenido en el mismo rincón de Europa desde la era paleolítica, lo que les convierte en el grupo étnico sobreviviente más antiguo del continente. Su resistencia a las influencias exteriores es punto de intenso orgullo: el País Vasco fue la última región de Europa Occidental en convertirse al cristianismo. Asimismo, fue el último lugar donde las familias del campo se congregaban para formar lo que llamaríamos "pueblos". Los vascos incluso tienen su propia fuente tipográfica (la "A" mayúscula se parece a una mesa de cartas, o tal vez a un teléfono antiguo; la "L" mayúscula podría ser una cómoda silla), adaptada de las inscripciones de sus tumbas medievales.

Esta insularidad ayuda a la Real Sociedad a competir. En un sentido, es un club de barrio, aunque el barrio se extienda por tres provincias españolas. "Se siente como una hermandad", afirma Merino. "Nos protegemos unos a otros". Merino hizo paradas en Newcastle y Borussia Dortmund antes de que la Real Sociedad lo hiciera volver a casa en 2018. "Soy afortunado", afirma ahora. "Este es un sitio especial para vivir y jugar".

Toshack recuerda cuando llegó a San Sebastián en 1985. Había jugado allí, una década antes de su llegada al Liverpool, y se sintió gratamente impresionado por la ciudad. Ahora, había sido contratado para asumir la dirección técnica de la Real Sociedad tras haber terminado en el segundo puesto de la Primeira Liga con el Sporting de Lisboa. Antes de ello, alcanzó el notable logro de avanzar al Swansea City de la cuarta división del balompié inglés a la primera, ascendiendo en tres campañas consecutivas. Era un producto altamente cotizado.

A pesar de ello, su contratación fue recibida con incredulidad y hasta enfado por parte de una significativa cantidad de hinchas de la Real Sociedad. Durante la historia del club, que se remonta a 1909, todos y cada uno de sus entrenadores fueron vascos. "Mi contratación fue un paso importante", afirma Toshack en la actualidad. "Uno de los grandes periódicos de la ciudad estaba a favor de la idea. El otro, si no eras vasco, estaba en tu contra. Así también se dividió la hinchada. Mucha gente en la ciudad estaba en contra de los técnicos extranjeros. Al principio, tuve algunos momentos muy, muy difíciles".

Toshack tenía otro reto formidable frente a él: sus jugadores eran vascos. Todos sus jugadores. Por varias décadas, solo los futbolistas oriundos del País Vasco, o de ascendencia vasca, tenían permitido jugar con el equipo. Cuando la calidad del fútbol español empezó a aumentar en la década de 1980, esto marcó una clara desventaja. Mientras el resto de los clubes buscaba talentos por todo el mundo, la Real Sociedad se limitaba al puñado de jugadores de élite que hacían vida en una población menor a 2 millones de personas. También debía competir por hacerse con los servicios de dichos jugadores con el Athletic de Bilbao, entre otros clubes.

El Athletic juega en la ciudad más grande e importante de la región. Tenía una plantilla compuesta en su totalidad por jugadores vascos, política que se mantiene hasta la actualidad. Como resultado, la Real Sociedad rara vez hacía fichajes; prácticamente la totalidad de su plantilla se nutría de la cantera. Algunos de esos jugadores (particularmente Txiki Begiristain y José María Bakero, quienes posteriormente ganaron la Copa de Europa de 1992 vistiendo la camiseta del Barcelona, con Bakero como capitán) emergieron como figuras de primer nivel. Pero muchos otros quedaron por debajo del nivel esperado.

"Debías elegir jugadores que probablemente no habrían sido suficientemente buenos en otros clubes", afirma Toshack. "Parecía ridículo que este club pudiera seguir jugando en Primera División bajo esta mentalidad".

En su segunda campaña en la Real Sociedad, Toshack llevó a su plantilla a alzar la Copa del Rey, palmarés que no obtenía desde 1909. Ese fue un punto de inflexión, no sólo para Toshack, sino para todo el club. El técnico estaba presionando para fichar algunos jugadores de fuera del País Vasco y ese trofeo le dio suficiente prestigio para hacerlo.

Aldridge era un artillero del Liverpool, forjado a imagen y semejanza de Toshack. Su fichaje fue un éxito: Aldridge marcó 40 tantos en dos temporadas con la Real Sociedad, convirtiéndose en máximo goleador del equipo. Pero también fue un fracaso. Aldridge nunca se sintió aceptado por los leales del club. Hasta el propio Begiristain, criado en la población montañosa vasca de Olaberría, describió la llegada de Aldridge como "triste". Para entonces, Toshack había partido con rumbo al Real Madrid para volver a la Real Sociedad. Asumió la dirección técnica del club por tercera vez en esa misma década. Un total de ocho temporadas, repartidas entre 17 años.

"No tienes que ser demasiado inteligente para entender que me gustaba mucho estar allí", indica. "Es uno de mis lugares favoritos. Quizás sea mi lugar favorito".

Después de la salida de Toshack, la Real Sociedad tuvo temporadas en las que le fue bien, y otras en las que no tanto. Durante sus peores momentos, entre 2007 y 2010, jugó en Segunda División. Desde entonces, casi todos sus técnicos han sido de origen vasco, con la memorable excepción de David Moyes.

Moyes, actualmente encargado del banquillo del West Ham, llegó a la Real en 2014 luego de sus éxitos sostenidos con el Everton, y su posterior frustración al intentar seguir los pasos de Sir Alex Ferguson en el Manchester United. En la Real Sociedad, Moyes primero quedó en el puesto 12, tuvo un inicio mediocre a la campaña siguiente y luego fue cesanteado. Nunca pareció entender a la ciudad y a su gente. En San Sebastián, su paso por el equipo es recordado con poco afecto.

Alguacil, el actual entrenador, es mucho más popular. Criado en Orio, un pueblo pesquero cercano, inició su carrera en la cantera de la Real Sociedad en 1988. Jugó con el primer equipo, dirigió el plantel juvenil y después, el equipo B de la Real Sociedad. Fue ascendido en diciembre de 2018. Nunca había dirigido fuera del País Vasco.

Por estos días, aproximadamente dos terceras partes del primer equipo de la Real Sociedad proviene de su cantera. Otros jugadores, como es típico, son vascos que empezaron con otros clubes. El resto procede del resto de la región, el país y el mundo.

Isak fue adquirido tras un decepcionante paso por el Borussia Dortmund. Sorloth, que había jugado con Crystal Palace, llegó cedido por el RB Leipzig. En la que fue la incorporación más llamativa desde la llegada de Alguacil a la dirección técnica, corrían rumores de que Silva (que era ficha del Manchester City) había abordado en agosto de 2020 un avión para fichar por la Lazio por tres años, cuando la Real Sociedad logró convencerlo de cambiar sus planes.

Alguacil ha conseguido a la mayoría de sus jugadores en las siete canchas dentro del complejo de entrenamientos de Zubieta, que llegan al primer equipo caracterizados por su buena calidad. "Esto es algo que el club siempre ha hecho bien, y somos conocidos por ello", dice Barrenetxea. "Cuando un jugador asciende al primer equipo desde el B, está listo para competir a este nivel. Eso nos da una gran ventaja".

Actualmente, la Real Sociedad B es el único equipo de desarrollo que juega en la segunda división española. El resto de los planteles B, incluyendo Barcelona y Real Madrid, se encuentran al menos a un peldaño por debajo. El técnico es Xabi Alonso, quien inició su carrera con la Real Sociedad para después convertirse en figura con Liverpool, Real Madrid, Bayern Munich y la selección de España.

Hasta esta temporada, los partidos del equipo B se disputaban en Zubieta. La gigantesca grada frente a una línea de banda casi siempre estaba llena. Pero en Segunda División, las reglas exigen un mayor aforo. Por eso, ahora la Real Sociedad B juega en Anoeta, el mismo estadio utilizado por el primer equipo. (Anoeta ahora es oficialmente denominado Reale Arena por temas de patrocinio; pero nadie lo llama así, a menos que le paguen por hacerlo).

En una reciente tarde de domingo, los blanquinegros del Burgos CF estaban en la ciudad. Aparte de la esquina de loas hinchas visitantes que viajaron desde Burgos, la multitud estaba esparcida por el estadio. El partido tenía la sensación de un acontecimiento celebrado en un pueblo pequeño, similar al béisbol de ligas menores. Durante el descanso, varias chicas adolescentes se congregaron frente a la tribuna. Cuando algunos jugadores salieron del túnel para jugar el segundo tiempo, las jóvenes los llamaron. Los jugadores respondieron.

La Real Sociedad B perdió ese partido 3-0, siendo su tercera derrota al hilo. A los hinchas no les importó. Aplaudieron mientras el equipo dejaba la cancha. Después, se pusieron sus abrigos y sombreros para salir en medio de la lluvia.

Para muchos de ellos, la mejor parte de la noche estaba por venir.

Las colinas que rodean el centro de San Sebastián están salpicadas de restaurantes premiados con estrellas Michelin. Once de dichos restaurantes han recibido el reconocimiento, más que cualquier otro lugar del planeta con población similar. Si los donostiarras no cenan en uno de ellos en una noche cualquiera, podrían estar en uno de los cerca de 120 txokos o "clubes sociales" de la ciudad, donde los hombres (y ahora, finalmente, algunas mujeres) cocinan elaborados platillos para los demás, que después hacen sus críticas hasta altas horas de la noche. O están sentados frente a una alta mesa junto a una barra reluciente mientras degustan pintxos, pequeños platos minuciosamente elaborados que pueden acumularse hasta formar una comida extraordinaria.

"Nos sentimos orgullosos de contar con una grandiosa, excelente gastronomía", dice Merino. "Es simplemente genial, y lo aprovechamos. Nuestro nutricionista no está tan contento como nosotros; pero no es que ingerimos comida rápida. Esta comida es especial. Y la gente aquí se preocupa por ello. Forma parte importante de nuestra cultura".

Los residentes del País Vasco gastan más del doble de su ingreso discrecional en platillos de restaurante, en comparación con los estadounidenses. Se afirma que dicho porcentaje es el más alto del mundo en San Sebastián. "La cultura gastronómica aquí es extremadamente seria", expresa Hilario Arbelaitz, chef y dueño de un restaurante. "Salir a comer es parte importante de quienes somos".

Arbelaitz nació en un caserío de piedra de 500 años de antigüedad situado en la ladera de una colina de Oiartzun, población de 10,000 habitantes al suroriente de San Sebastián. En 1981, cuando tenía 30 años, convirtió el caserío en un restaurante. Llamado Zuberoa, sigue siendo uno de los mejores de España.

La conexión del Zuberoa con el fútbol es muy fuerte. La mayoría de los almuerzos y cenas oficiales de la Real Sociedad se llevan a cabo en el establecimiento, y no sólo porque el hijo de Arbelaitz está casado con la hija del presidente del club. Incluso después de su pase al Liverpool, Alonso volaba ocasionalmente para comer allí porque extrañaba la gastronomía y su ambiente. Jorge Valdano, exdirector deportivo y técnico del Real Madrid, sigue siendo huésped frecuente. Cuando la Real Sociedad negociaba la venta de Antoine Griezmann al Atlético de Madrid en el verano de 2014, los representantes de ambas partes se reunieron para comer en Zuberoa por tres días consecutivos. El pacto se concretó sólo después de la tercera cena.

A menudo, y especialmente durante la temporada baja o un receso, se puede ver a los jugadores de la Real Sociedad cenando en Zuberoa o Arzak, Martín Berasategui o Akelarre, tres de los menos de seis restaurantes españoles que actualmente poseen tres estrellas Michelin, la calificación más alta dentro del prestigioso ranking gastronómico. También se les puede ver con facilidad por las calles, paseando con familiares o amigos por el paseo playero que da al Golfo de Vizcaya, o disfrutando de un plato de pintxos en uno de los íntimos bares que bordean con las estrellas calles del casco antiguo. Rara vez se les molesta dondequiera que vayan.

"Has visto los lugares donde los aficionados están todo el tiempo sobre ti, preguntándote por esto y aquello, diciéndote cómo ellos creen que jugaste", afirma Merino. "Aquí no es así. Se nos trata con gentileza".

Las divisiones juveniles aportan casi dos tercios de los futbolistas del primer equipo de la Real Sociedad. Courtesy of LaLiga

La ciudad considera a los jugadores como algo no tan cercano a los hermanos o hijos, sino como algo parecido: tal vez primos o sobrinos. Les saludan con la mano, quizás un rápido saludo, les desean suerte para después partir. "Casi todos somos de aquí", dice Oyarzabal. "Formamos parte de la comunidad. Por eso, en la calle, la gente se comporta de forma distinta a otros lugares. También lo sentimos cuando vamos al estadio".

"Nuestros seguidores son tranquilos en lo que respecta a los resultados", prosigue Merino. "Quizás pierdes un partido, pero ellos no se frustran. Nunca escuchas cosas como: ‘Estos tipos no hacen lo suficiente’ o ‘no corren lo suficiente’".

Los partidos de la Real Sociedad se asemejan más a películas de arte que a filmes de acción. Rara vez, sus equipos tienen el talento de sus más fuertes oponentes. Una táctica cuidadosa les da las mejores probabilidades de tener éxito. Hasta una desastrosa derrota 3-1 ante Villarreal en su último encuentro del 2021, la Real Sociedad había marcado un gran total de cinco goles en toda su temporada de LaLiga. Apenas había tolerado tres. Eso significa mucho más que algunos pasajes poco inspiradores de fútbol sin tantos; pero recortar los partidos a pocos minutos esenciales le permitió competir al equipo. "Nuestros hinchas son gente inteligente", afirma Merino. "Lo entienden".

Las relaciones entre este lugar, sus seguidores y el equipo de sus amores puede hacer de Anoeta un sitio particularmente peligroso para jugar al fútbol. "La Real Sociedad es un club especial", me dijo Roger Schmidt, técnico del PSV Eindhoven. Entre 2014 y 2017, Schmidt fue entrenador del Bayer 04 Leverkusen, en una situación que era prácticamente el radical opuesto. El Leverkusen es ridiculizado como uno de los "clubes de plástico" del fútbol alemán. Con sede en una ciudad que esencialmente sirve como complejo de una corporación, casi no tiene ninguna base natural de seguidores. La relación con sus jugadores se siente como una transacción comercial. Schmidt aprecia la simbiosis que puede ocurrir cuando jugadores e hinchas se ven reflejados mutuamente.

"Si tienes ese enfoque, con muchos jugadores de la zona, eso significa que tendrán una identificación muy alta con el club", afirma. Eso, a su vez, frecuentemente ayuda a motivar a los jugadores. "Ellos lucharán", prosigue. "Trabajarán muy duro por su club. Tendrán un gran espíritu". A pesar de que el PSV solo necesitaba firmar un empate para clasificar a la noche siguiente, Schmidt reconoció que el partido sería difícil.

Y eso fue antes que el clima diera un giro negativo.

Cuando me desperté en la mañana del jueves, se había emitido una advertencia de clima severo para las provincias del norte de España. Pronosticaba torrenciales aguaceros y fuertes vientos de hasta 45 millas por hora. Sonaba como un mal día, incluso para San Sebastián. Sin embargo, sería un buen día para la Real Sociedad.

En el partido de esa fecha, el PSV Eindhoven fue mejor según la mayoría de las estadísticas: 68% de posesión, más remates, mas del doble de pases completos. Uno de los tiros golpeó el travesaño. Otro fue atajado por un zaguero al primer palo. Y en el segundo tiempo, el clima parecía haber tenido un efecto adormecedor. No pude evitar pensar que lo único que querían hacer los jugadores del PSV era dejar la lluvia y volver al autobús del equipo.

La victoria 3-0 de la Real Sociedad no fue vistosa. Consistió en un penal convertido luego de sancionar una mano, un balón perdido ganado de forma oportunista por Oyarzabal y un gol espurio durante el alargue. Pero se sentía como si toda la ciudad de San Sebastián estaba allí, aplaudiendo tras el final del cotejo. Un reconocimiento sincero a la tarea lograda.

Schmidt creyó que su equipo pudo haber ganado, quizás debió haber salido victorioso. Cuando un periodista holandés particularmente contundente le preguntó durante la rueda de prensa postpartido, el técnico se puso a la defensiva. "¿Crees que jugaron mejor que nosotros?", preguntó Schmidt. El periodista respondió afirmativamente y Schmidt le veía boquiabierto. A mi criterio, ambos tenían razón. El PSV Eindhoven ejecutó su plan de juego y se mostró como el equipo más elegante. La Real apenas marcó todos los goles.

Al lunes siguiente, la Real Sociedad quedaría en el sorteo de Europa League enfrentada al RB Leipzig, un talentoso oponente con una temporada por salvar. En aquel momento, su revés 3-1 ante Villarreal, su cuarta caída consecutiva en LaLiga, les hizo caer hasta el sexto puesto, su peor posición en varios meses.

Por los momentos, los vigorosos hinchas que casi llenaron el estadio salieron animados, en medio del torbellino de lluvia. Su club había ganado para clasificar a las fases de eliminación directa y los bares estaban llenos de pintxos, listos para comer.



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