EN MI RECIENTE VIAJE este pasado julio-agosto por Idaho y Nevada, que se suma a los numerosos que llevo haciendo a la zona desde hace casi un cuarto de siglo, es curioso, pero sigue sorprendiéndome la profundidad del legado vasco en el Oeste Americano, tanto en la construcción de su imaginario, como en cada nivel de las diferentes facetas de su sociedad. La imagen extraordinariamente positiva de este legado, que las distintas comunidades vasco-americanas y sus instituciones disfrutan hoy en día, es muy probable no se corresponda con su peso real. Se trata, sin embargo, de un patrimonio inmaterial de valor incalculable y que bien gestionado podría ayudar a cimentar el futuro de esta histórica y compleja diáspora estadounidense, y a su vez posibilitar que sus miembros continúen optando por vincularse a lo vasco.
El Oeste Americano es aquel lugar a donde fueron a nacer los sueños y esperanzas de miles de vascos durante sucesivas generaciones.
Entre la hiperbólica imagen pública de la identidad vasca generada este verano por el Jaialdi de Boise, Idaho —el mayor festival vasco en Estados Unidos (EEUU)— en su octava edición (del 29 de julio al 4 de agosto) y los picnics vascos anuales de Mountain Home, Idaho y de Gardnerville, Nevada, de carácter más sobrio, celebrados ambos el fin de semana del 9-10 de agosto, se halla de alguna manera la situación, más cercana a la realidad, en la que se encuentran las comunidades vascas del Oeste Americano.
Navegante de un B-17, el segundo teniente Richard Aguirre Urquidi, hijo de emigrantes vizcaínos y natural de Boise, fue la primera víctima mortal de la Segunda Guerra Mundial de Mountain Home, lugar donde su familia había establecido la residencia. Derribado en 1943 sobre la isla de Rabaul, fue hecho prisionero, y posteriormente ejecutado en 1944. Un parque municipal de Mountain Home está dedicado a su memoria. (Foto Pedro J. Oiarzabal).
LA DIÁSPORA VASCA, sea la de EEUU o la de cualquier otro país, sea histórica o más reciente, constiuye una gran cadena en la que todos y cada uno de los eslabones son necesarios para su propia existencia. También a nivel local o comunitario. En el mercado postmoderno de la identidad, optar por identificarse con lo vasco en la diáspora es similar a un pequeño salmón que lucha contracorriente por llegar a su destino. Vincularse a lo vasco es contemplar la importancia de las pequeñas cosas de la vida, moldeadas por el tiempo y el legado de tus antepasados, y disfrutarlas antes de que se desvanezcan irremediablemente.
El Oeste Americano es el lugar en que los descendientes de aquellos emigrantes vascos tejen día a día complicidades transformadoras de presentes, enraizadas en un pasado lejano, y llenas de futuros imprevisibles e inciertos. Cada generación lucha por evitar que aquel legado que vivieron y amaron desaparezca, mientras cada acción y decisión que toman los lleva a convertir sus recuerdos en proyectos de presente de cara a las nuevas generaciones. En cada paso de baile, en cada nota musical, en cada bertso, y en cada bocado de comida, se encuentra la semilla de una identidad vasca cargada de memorias y recuerdos que honran la visión y la acción de sus padres, abuelos o bisabuelos en su esfuerzo por mantener vivo y transmitir su legado histórico y cultural.
Reconocer y honrar a los veteranos de origen vasco de la SGM
Desde hace una década, la asociación sin ánimo de lucro Sancho de Beurko Elkartea lidera la investigación “Fighting Basques”, el primer estudio académico de carácter sistemático sobre la contribución de veteranos de origen vasco de la Segunda Guerra Mundial (SGM) en las Fuerzas Armadas y en la Marina Mercante de EEUU. Se trata de un estudio pionero tanto en Euskal Herria, como en nuestro contexto geográfico más inmediato, sobre el papel jugado por un grupo emigrante minoritario y sus descendientes hasta segundo grado (nietos de emigrantes) en la última guerra mundial bajo bandera americana. Es en sí la historia de EEUU durante la SGM a través de una mirada vasca.
Un momento de la presentación de Pedro Oiarzabal en el Simposio Internacional de Boise el 30 de julio de 2025. (Foto via autor).
Casi concluido el estudio, tuve el honor de presentar sus principales resultados en Boise durante el Simposio Internacional sobre la Diáspora Vasca “Zortziak Bat” en la Boise State University (BSU) y en Reno, Nevada, de la mano de la Nevada Historical Society.
Mes a mes, año a año, hemos ido recopilando las piezas del hasta hoy un muy desconocido puzle de la contribución vasca y vasco-americana en el seno de las fuerzas militares estadounidenses durante la SGM. Hemos identificado a día de hoy a casi 2.100 hombres y mujeres de origen vasco nacidos y/o alistados en 30 estados, además de Washington DC y Puerto Rico de la Unión, lo que supone un 60% del país americano. De ellos, un 70% de ellos nacieron y/o se alistaron en California, Idaho y Nevada (no sorprende, puesto que la mayoría de la población de origen vasco se halla hoy día en estos tres estados). 2.100 soldados que sirvieron en todas las ramas militares y combatieron en todos los frentes de guerra.
CERCA DE 270 DE ESOS SOLDADOS nacieron en Euskal Herria y más de la mitad de estos no eran ciudadanos estadounidenses a la hora de alistarse, lo que nos habla del verdadero compromiso que adquirieron con su país de adopción. A pesar de su participación, desafortunadamente, muchos de ellos no lograrían la ciudadanía.
Presentación de Oiarzabal en Reno el 6 de agosto de 2025, sobre los 300 nevadenses identificados de origen vasco que lucharon durante la SGM. (Foto via autor).
Muy poco o incluso nada se sabía al comienzo de nuestra investigación de la participación vasca en la SGM bajo bandera estadounidense y menos aún del relevante volumen que ha adquirido el número de soldados identificados hasta la fecha. Eran sombras en el olvido. Es una generación, “la más grande”, pero la más desconocida, que había pasado desapercibida para el mundo académico y solo se mantenía viva en la memoria de sus familiares más directos. Sin ninguna duda, los momentos más entrañables de mi viaje han estado relacionados con los encuentros con hijos, sobrinos o nietos de nuestros veteranos, ya fuera en Boise, Elko (Nevada), Reno o en Gardnerville.
RECONOCIMIENTO PÚBLICO. Si algo comparten las decenas de familiares con los que he podido hablar estos días ha sido la reclamación de un hueco para sus familiares, para nuestros veteranos, en nuestra historia pública, en nuestra memoria colectiva. Sus familiares sobrevivieron a la Gran Depresión e hicieron frente al autoritarismo y lucharon por la democracia hasta las últimas consecuencias en muchos casos. Es por esto que reclaman un reconocimiento público inmediato. Ya va siendo hora. Se lo debemos y en ello estamos, trabajando, bajo el liderazgo de la North American Basque Organizations (N.A.B.O., federación de asociaciones vascas de Norteamérica), en la construcción de un monumento conmemorativo oficial en suelo estadounidense que honre su memoria de manera permanente, con la apuesta por inaugurarlo a finales de 2026, coincidiendo con el 85º aniversario de la entrada de EEUU en la guerra.
Mayi Berterretche Petracek, presidenta del Comité Especial en Memoria de los Vascos en la SGM de N.A.B.O., habla con amigos y familiares de veteranos vascos sobre el futuro monumento, durante el Jaialdi de Boise el 3 de agosto de 2025. (Foto Pedro J. Oiarzabal).
Antes de que mi viaje llegase a su fin, visité el pequeño cementerio de la localidad californiana de Coleville, en Antelope Valley, donde rendí un pequeño tributo a tres hermanos veteranos, de padre vasco y de madre nativa americana, que son parte de un capítulo poco estudiado de la historia vasca del Oeste Americano. No son muchos los veteranos vasco-nativo americanos que participaron en la SGM, pero nos cuentan una historia de entendimiento entre culturas aparentemente muy separadas, pero indudablemente muy cercanas en sus experiencias de vida nómada, de desposesión y, en el caso nativo americano, de supervivencia extrema en desiertos y montañas de gran altitud, tanto de Nevada como de California.
Entrada del Cementerio Antelope Valley, de la localidad californiana de Coleville, donde yacen los restos de tres hermanos, héroes de la SGM, de origen vasco-Washoe. (Foto Pedro J. Oiarzabal).
No olvidemos que N.A.B.O. ha lanzado una campaña de recaudación de fondos con el objetivo de construir el Monumento Nacional Vasco a los Veteranos de la Segunda Guerra Mundial en honor a todos los veteranos de origen vasco.
Para lograr este objetivo, necesitamos tu ayuda. La ayuda de todos nosotros, individuos e instituciones tanto privadas como públicas para hacer realidad esta loable iniciativa de memoria histórica.
¡Dona ahora! No lo dejes. No permitas que ningún veterano caiga en el olvido.