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Basque Company, la empresa de salsas creada en California por el navarro Ramón Ylarregui, cambia de dueños después de 35 años

13/04/2015

Ramón y Michael Ylarregui, padre e hijo, fudador y antiguos dueños de Basque Company (Foto: Basque Company)
Ramón y Michael Ylarregui, padre e hijo, fudador y antiguos dueños de Basque Company (Foto: Basque Company)

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La familia Ylarregui ha vendido la empresa Basque Company, fundada en 1980, a un empresario mexicano-americano de nombre Julio López. A pesar de que la cuantía abonada por la compra no se ha hecho pública, Ramón Ylarregui ha declarado a EuskalKultura.com que ha sido “una buena cantidad de dinero”. Los productos de Basque Company continuarán estando disponibles en los establecimientos habituales, mientras los expropietarios Ramón y su hijo Michael inician una nueva etapa: el primero como jubilado y el segundo como entrenador personal. La razón de la venta habrían sido discrepancias generacionales en la gestión.

Madera, EE.UU. Julio López es el nuevo propietario de Basque Company, la exitosa firma de salsas que ha llegado a vender 15.000 botellas al mes, en 48 estados de los EE.UU, según los datos de su fundador. La empresa comercializa dos tipos de salsa: una para carnes y otra para pescados. Michael creó una tercera, picante, con la intención de sacarla a la venta, pero la idea de la expansión no convenció a su padre.

“Desde el punto de vista del marketing, cuantos más productos tengas en un supermercado es mejor –opina Michael, diplomado en empresariales y mercadeo−. Por eso quería que otra persona se dedicase a fabricar las salsas y que nosotros nos centrásemos en la venta”. Pero Ramón prefería seguir dirigiendo la empresa como lo había hecho en las tres últimas décadas.

“Solo trabajamos dos o tres personas en la empresa –indica el fundador, con una deliberada falta de exactitud, propia de un antiguo pastor−; nadie conocía la receta. No me gusta hablar de estas cosas porque, luego, todo el mundo te intenta copiar. Cuanto menos hables, mejor. Aquí te roban los calzoncillos antes de bajarte los pantalones”.

La fábrica en donde trabajaban, que ha sido vendida a un comprador diferente, medía 100 m2. “Éramos una empresa pequeña que trabajaba como una grande”, dice Ramón. Y en su opinión, hoy en día habría sido más complicado poner en marcha Basque Company, porque, “antes, casi todas las tiendas eran familiares y era fácil hablar con la gente y vender tu producto”. De hecho, él solía dejar varias botellas de salsa en cada tienda, bajo la promesa de volver al de unos días a recoger las que no se habían vendido. “Pero nunca tuve que recoger niguna, siempre vendía todas”.

Otra de las características que hace de esta empresa algo especial es que nunca pidió dinero un crédito: “Cuanto más dinero pides, más gastas; es un círculo vicioso”, opina. “Yo puedo decir que no debo ni un céntimo a nadie”.

No es fácil encontrar empresarios como Ramón, pero lo que le caracteriza no es su método, sino su “gran imaginación y curiosidad”, en palabras de Michael. “Es un hombre tremendamente curioso. A pesar de que ya está más mayor, no ha perdido esa curiosidad que le empuja a perseguir nuevas metas”. El propio Ramón es consciente de ello: “Tengo una gran imaginación, más que nadie en el mundo, así es que creé la mejor receta del país”. Puede sonar presuntuoso, pero teniendo en cuenta que quien lo dice emigró, con tan solo 25 años, y “poco más que una maleta medio vacía”, es entendible.

De Navarra a California

Ramón Ylarregui nació en Itsaso, Navarra, en el año 1930. Al de poco, su tío Miguel decidió emigrar a California para trabajar como pastor. Fue él quien convenció a Ramón a seguir sus pasos y trabajar con las ovejas. Era 1955 y el joven navarrico contaba con “poco más que una maleta medio vacía”. “Ni sabía hablar el idioma”, apunta.

Desde su llegada a esa nueva tierra, Ramón ha vivido en el estado de oro, en California, siempre en la zona de Fresno. Durante cinco años se dedicó a la labor del pastoreo, oficio que tuvo que dejar por una lesión de espalda: “Me tuvieron que operar y no pude volver a trabajar con las ovejas”. Compró un camión y comenzó a repartir alfalfa, pero su imaginación no dejaba de trabajar. “Antes de crear Basque Company se me ocurrió patentar el futbolín en EE.UU., pero ya había unos alemanes trabajando en eso”.

Con esa capacidad de crear cosas nuevas y consciente de que a los americanos “les gusta mucho el cordero”, preparó una receta para una salsa “diferente, la mejor, hecha con ingredientes de calidad”. “No es barata, pero lo bueno se vende bien”, agrega. El eslogan de su marca lo dice todo: “Pruébame, te gustaré”.

Ahora, Ramón, con 85 años cumplidos, cree que en EE.UU. “hay casi una obsesión con crecer y crecer, sin parar”. “Esto va a explotar”.Esperemos que el futuro sea más prometedor y que Basque Company siga alegrando los paladares de tantos y tantos comensales.



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