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Si se buscara al primer vasco que pisó esta tierra que mucho después fue el Partido de Balcarce, el índice seguramente apuntaría a un fundador. Juan de Garay, quien en 1580 puso el mojón de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre –en la costa del llamado Río de la Plata -al año siguiente encabezó una expedición hacia el sur. Se ha escrito que recorrió las sierras del Tandil y anduvo por estos campos. Fue así el primer vasco en esta tierra. También antes había fundado Santa Fe en 1573.

Hay noticias sobre las décadas iniciales de los años 1800 cuando llegaron otros desde la región del norte de España, que atrajeron más adelante la atención y concurrencia de compatriotas. Esto es explicado en un trabajo elaborado para El Liberal, donde se habla de esas radicaciones realizadas “a pesar de la proximidad e incursiones de tribus indígenas”

Poco después aparecieron apellidos. Juan Manuel de Rosas en 1839 creó el partido de La Lobería abarcando estos campos, los cuales, por la ley de enfiteusis, fueron arrendados a varios interesados, entre ellos vascos o descendientes: Otamendi, Dupuy, Luro, Alzaga, Peña, Monasterio, Garmendia, Aguirre, Zárate, Lahitte, Areza y Ortiz.

La lista se amplió luego con Aparicio, Eguía, Iraizos, Alchourrón, Heguilar, Sorondo, Bordenave, Urdampilleta, Larrondo, Ugartechea,  de la Sota, Idoyaga, Patalagoity, Iparraguirre, Iturralde y Agrasar.

En otros apuntes se pone énfasis en destacar a quienes tuvieron en aquel tiempo la férrea voluntad de los pioneros y se dice que allí se vio a los “hijos de Euskadi” (el País Vasco) “con abnegación y espíritu de lucha”. El relato sigue con apreciaciones de la vida que tuvieron, adaptándose a otra realidad –la nuestra, hace 150 años– y a los trabajos que entonces se hacían en el campo. “Se casaron con mujeres criollas, tan valoradas como ellos”, comenta el cronista que siguió en la narración la presencia, cada día más evidente, de los llegados de la tierra cuyas costas baña el Mar Cantábrico.

Creado este Partido en 1865, surgió once años después otro apellido importante en nuestra historia cuando se llevó adelante la iniciativa de establecer un pueblo cabecera del distrito. Dos son los fundadores oficialmente considerados por el Archivo Histórico de la provincia. Uno, vasco, José de la Cuadra; el otro, José Andrés Chaves, con origen en Portugal.  Se sumaron más nombres vascos en esa época fundacional porque el primer juez de Paz ya era Juan G. Peña, propietario del campo Las Tres Lomas, y el primer sacerdote que llegó fue el capellán Juan Orué, quien levantó un altar en una habitación de la vivienda ubicada en calles 16 y 17, esquina en cuyo edificio hoy funcionan un polirrubro y locutorio.

Distintas fuentes destacan de ese tiempo a Ramón Sorondo. Ha apuntado Carlos Alberto Segura en su libro sobre Balcarce que arribó luego de la guerra civil Carlista en España –1833 / 1840– y que se lo debe contar entre los precursores del progreso del pueblo. “Recio y vigoroso” –señala–, perfeccionó tareas rurales, apoyó al comercio y a las incipientes industrias. También El Liberal destacó la presencia aquí de aquel nativo de Vasconia que, como tantos, se integró a la vida de nuestra tierra. Explicó el diario que fue quien le dio una nueva orientación a la agricultura utilizando máquinas para la recolección y aprovechamiento de las cosechas, además de haber comprado el primer molino harinero para molienda de la harina: “era múltiple en su acción”, apuntó el diario, sobre quien también se interesó por la vida institucional. Las profesoras María del Carmen Helguera y Francesca Arena de Tejedor, de la Universidad Nacional de La Plata, marcaron la presencia del vasco Sorondo en la primera elección de autoridades que se hizo antes de 1890. Fue elegido con otros tres vecinos para integrar la Comisión Municipal (Concejo Deliberante) y también estuvo al frente de la comuna. La calle 23 lleva su nombre.

En el comercio de esas décadas iniciales fue activa la presencia de la colectividad. Se considera que el primer comercio es de 1877 –pocos meses después del nacimiento de San José de Balcarce–, gracias al impulso de José Andrés Chaves, uno de los fundadores del pueblo. Lo llamó precisamente La Fundadora y estuvo en las actuales Kelly y 17. En El Liberal se apuntó que tiempo después ese local pasó a manos de dos vascos: Ellisamburu y Rentería. En ramos generales surgieron al año siguienteLa Perla, con Echeverría y Mendizábal, y La Estrella de Ezequiel Retes, donde cumplió una larga y fecunda labor su sobrino Florencio, quien mucho tiempo después fue presidente de dos entidades:la Sociedad Española y la Cámara de Comercio e Industria. Volviendo al libro de Segura, el autor apunta que entre otros locales importantes estuvo la librería y bazar La Euskalduna, de José Martínez Temundegui.

Ya en el siglo 20 abrió sus puertas Azcárate y Cía., de descendientes vascos y que a partir de 1910 fue una presencia relevante en ramos generales, materiales de construcción, cereales y finalmente supermercado.

El censo realizado cuatro años después de esa fundación marcó que en la población del partido el 38% era extranjera, entre ellos los “hijos de Euskadi”.  El dato figura en páginas de la Historia de Balcarce, escrito por un grupo de profesionales coordinado por el profesor Pablo Zubiaurre, casualmente apellido vasco.