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Los vascos de Boise se vuelcan con la carrera a Robie Creek, "la más dura del noroeste", este año de temática vasca

29/04/2015

Casi un tercio de los participantes de la edición de este año eran voluntarios, muchos de los cuales eran vascos (Foto: Sawtooth Photo Pros)
Casi un tercio de los participantes de la edición de este año eran voluntarios, muchos de los cuales eran vascos (Foto: Sawtooth Photo Pros)

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Alrededor de 2.400 personas participaron el pasado 18 de abril en la 38 edición de la Race to Robie Creek (carrera a Robie Creek). El evento, con los años, ha ido adquiriendo un tono de reunión social, más que de una competición únicamente para profesionales, a pesar de que, sostienen los organizadores, sigue siendo “la carrera más dura del noroeste (estadounidense)”. La presente edición contó como temática central con la cultura euskaldun.

 

Boise, EE.UU. Había hombres y mujeres en buena forma, corriendo ladera arriba; otros iban al trote y otros, simplemente, caminaban, sin particular prisa. 2.400 participantes registrados en total. Y alrededor de 800 voluntarios, que ayudaron a la organización a poner todo en marcha; muchos de ellos eran vascos.

Los boiseanos de origen vasco siempre han estado involucrados con esta carrera −también conocida como el largo ascenso a la Cumbre Aldape, bautizada así en memoria del vasco-americano Felipe Aldape− "pero este año ha sido especial, ya que la temática principal también era vasca, siendo su lema “Gora! El encierro de los sapos” (en clara referencia a los Sanfermines de Pamplona), asegura a EuskalKultura.com Brian Rencher, miembro de la comisión organizadora,. “Cada año escogemos una temática diferente y siendo tan rica la cultura vasca de la ciudad, en esta edición decidimos adoptarla como concepto". "Pero los vascos siempre nos han ayudado mucho, no sólo este año," asevera.

Dan Ansotegui y Jill Aldape, miembros del grupo de música Amuma Says No, colaboraron con la organización en temas culturales e históricos. Pero los dantzaris de Oinkari y algunas de las empresas vascas de la ciudad también aportaron su granito de arena.

“Nosotras estuvimos al inicio de la carrera, tocando la txalaparta, mi hermana Alaina, Lael (Uberuaga) y yo misma”, explica Annie Gavica, responsable de los programas educativos del Museo Vasco de Boise. “ Los Oinkaris bailaron una parte de la Ikurrina dantza y el alcalde Bieter comenzó la carrera gritando 'Gora, Gora Gora!'. Fue muy bonito”.

Fueron varios los corredores que se vistieron con atuendos sanferminero, mientras otros decidieron disfrazarse de rana, ya que estos animales tienen una larga historia en Robie Creek.

En junio, tras haber liquididado las cuentas con los proveedores, la organización pretende donar los beneficios a organizaciones locales e internacionales. El año pasado, por ejemplo, donaron más de 81.000 dólares.

Robie Creek y los sapos…

Según explica Gavica, “los sapos tienen una larga historia en la zona, que aún pervive. El camino es de gravilla y pasan muchos coches que a veces atropellan a estos animales, quedando planos y secos con el paso del tiempo. Por lo que tengo entendido, algunos corredores se los encuentran en el camino y los lanzan como si fuesen un frisbi. Por eso les llaman también los sapos voladores”.

…y los vascos

Para promocionar la edición de este año la organización divulgó una historia que explica la relación de los vascos con la zona y con estos anfibios.

La leyenda de Robie Creek - Los vascos

Primero fue el Hombre Rojo. El Hombre Rojo estaba en paz con la tierra. Las montañas se alzaban y el agua brillaba. Había paz.

El Hombre Blanco llegó después. Partió la tierra y abrió las montañas para que por ahí desfilaran sus automóviles. El Hombre Rojo desapareció y el agua se contaminó. Ya no brillaba. No había paz.

Cosaverde vivía en las aguas y quería volver a traer la paz al Hombre Rojo y al Hombre Blanco. Quería paz para esa tierra. Trató de detener el desfile de coches pero fue aplastado. Seguía sin haber paz.

Pasó el tiempo y se construyó una carretera alternativa, para evitar la montaña sagrada. Todo se calmó. Y entonces... el Hombre Vasco llegó.

El Hombre Vasco amaba la tierra y honraba la montaña. Trajo sus ovejas y su ganado y su cultura. A menudo bailaba junto a una fogata, soñando con su tierra natal.

Un buen día, el pastor, conduciendo su carro hacia la cumbre se cruzó con Cosaverde. Pero lejos de aplastarlo, paró y lo llevó a un lado del camino, para no hacerle daño.

"Aupa Txantxiku! -le dijo- Me alegró de verte. Soy de Oñati. Los vascos siempre nos saludamos así y celebramos nuestra cultura siempre que podemos. Ven conmigo a la cima y la celebraremos juntos".

Al llegar a la cumbre, el vasco contempló orgulloso la ciudad, en la que muchos vascos vivían en prosperidad. "Txantxiku, por favor, ayúdame a proteger esta tierra. Bautizaré esta montañana con el nombre de mi familia. La llamaré Aldape. Y cuando así tenga que ser, la Carrera de Robie Creek celebrará la cultura vasca! Gora! Gora!".

Txantxiku sonrió por el Hombre Rojo, el Hombre Blanco y el Hombre Vasco... Por todo lo antiguo y todo lo nuevo... Y, finalmente, volvió a haber paz en esta mágica montaña.



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