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La ikurriña aún ondea en Nevada (en ElDiario.es)

22/02/2020

"Lo que el hijo quiere olvidar, el nieto lo quiere recordar" es la máxima que guía a los descendientes de la histórica comunidad vasca de Winnemucca, un pueblo en medio del desierto de Nevada (EE.UU.), que celebra esta semana los caucus del Partido Demócrata.

Enlace: ElDiario.es

Efe / Winnemucca, Nevada, EEUU. Esta villa de 7.400 habitantes, donde las ikurriñas ondean junto a la bandera estadounidense, está rodeada de montañas de secano que "recuerdan a las de Euskadi pero sin el verde", donde miles de pastores llegaron desde el País Vasco entre mediados de los siglos XIX y XX para cuidar ovejas.

Casi setenta años después de las últimas migraciones, ya no queda casi nadie vivo de aquella generación, aunque se estima que quedan unas 3.000 personas con por lo menos un 25 % de linaje vasco, lo que preocupa a sus descendientes, que ven cómo lo que durante décadas fueron las señas de identidad vascoamericanas están en peligro en el oeste de Estados Unidos.

EL EUSKERA, LAS MORCILLAS Y EL MUS, EN RIESGO

"No tenemos maestro de euskera en Winnemucca", lamenta en declaraciones a Efe uno de los vecinos, Mike Errea, de origen vasco tanto por parte de padre como de madre, rodeado de "lauburu" (trébol de cuatro cabezas) en el museo Humboldt de historia local, que acogerá a partir del próximo fin de semana una exposición sobre cultura y tradiciones vascas de la zona.

Mike, que se considera primero estadounidense y luego vasco a diferencia de los primeros inmigrantes, creció hablando euskera en casa, una lengua que sus padres le enseñaron "antes que el inglés" y con la que sigue comunicándose con su hermana, su cuñado, su sobrino y algunos habitantes del lugar.

Su caso es excepcional, ya que la mayor parte de los descendientes de vascos no dominan el idioma de sus ancestros, del mismo modo que se están perdiendo otros restos del legado.

Mike pasea por las salas del museo vestido con un polo verde con el emblema del Club Vasco de Winnemucca, acompañado por Paige Brooks, otra miembro de esta comunidad, que no habla euskera, pero a quien le inquieta una posible falta de morcillas en el futuro.

"Nos preocupa que el hombre que nos hace las morcillas tenga ya más de ochenta años", alerta esta concejala del Ayuntamiento de Winnemucca y propietaria de un centro de belleza.

Pero no solo el euskera y las morcillas corren el riesgo de extinguirse, sino también algo tan vasco como el mus. Antes los ancianos enseñaban a jugar a los pequeños, pero muchos han fallecido y no hay quien transmita esta y otras tradiciones.

LOS VASCOAMERICANOS "PASAN" DE LOS CAUCUS

Dentro de los esfuerzos para no perder este legado, se encuentra la exposición de cultura y tradiciones vascas, que se inaugurará el sábado en el museo, coincidiendo con las primarias de Nevada, lo que no quita el sueño a Mike, porque "aquí no hay mucho entusiasmo por los caucus".

Mike se define como conservador, al igual que su padre, su abuelo, toda su familia y gran parte del condado de Humboldt, donde se encuentra el pueblo, que votó en un 70 % a favor de Donald Trump en los comicios de 2016.

"Siento que por lo general España y Europa son más progresistas, pero en esta comunidad somos probablemente todos muy conservadores -opina Paige entre risas-. Creo que no seguimos a nuestros padres fundadores".

UNOS INICIOS DIFÍCILES

Pese a las iniciativas para conservar la herencia vasca, no siempre fue fácil sentirse orgulloso, como explica Frances Uriguen, veterana de la comunidad, quien recuerda cómo su padre, nacido en EE.UU., le explicaba que, cuando era joven, otros chicos se metían con él por ser vasco, como "hacen hoy con los latinos o los vietnamitas".

Con el paso del tiempo, lo vasco fue adquiriendo prestigio en el oeste americano y, así como en los años 40 del siglo pasado, eran tratados como ciudadanos de segunda; en los 60, cuando Frances iba al instituto, "ya empezaba a estar aceptado"; y a día de hoy, lejos de ser un estigma, es algo que las nuevas generaciones reivindican con orgullo.

Paige tiene claro que la esperanza está en el futuro. "Nuestra generación es la que se siente apasionada por aprender acerca de nuestro linaje, de nuestras familias... Somos nosotros quienes queremos conocer. Ellos (sus padres) no querían hablar de ello, querían pasar página".

LA COMIDA Y LOS BAILES, GARANTÍA DE SUPERVIVENCIA

Y si hablamos de vascos no podría faltar la gastronomía, presente en Winnemucca de la mano del restaurante Martin Hotel, que a lo largo de décadas ha sido propiedad de distintas familias, como los Uriguen, los Bilboa, los Forgonne, los Yrueta y así hasta llegar a los dueños actuales, los Arant.

Fue precisamente la madre de Frances Uriguen, Rosie, la artífice de uno de los platos estrella del local: "Seguimos sirviendo la pata de cordero de acuerdo con la receta de Rosie Uriguen", cuenta su propietario, John Arant, en un tono sereno.

Este es un establecimiento de ambiente familiar, con una camarera que llama a sus clientes por sus nombres de pila y que está lleno a la hora de la comida para degustar especialidades como el solomo de cerdo o el Picon, un cóctel vascoamericano a base de granadina, licor de naranja, brandy y soda.

Más allá de la gastronomía, Winnemucca cuenta con 42 bailarines de danzas tradicionales vascas, que en junio de cada año participan en las fiestas locales, en las que también hay alzamiento de pesos, corte de troncos y "sokatira".

Marc Arcas



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