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Mauro Telletxea: intérprete, luthier y referente de albokaris en Argentina, con proyección al exterior

05/12/2011

Mauro Telletxea (foto Eduardo Libedinsky)
Mauro Telletxea (foto Eduardo Libedinsky)

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Cuando se habla de la cultura de Euskal Herria en los países de la Diáspora en seguida nos vienen a la cabeza sus danzas, su gastronomía, la lengua, el deporte. Y la música, claro, sobre todo en esta época de nuevas tecnologías que permiten acceder fácilmente al trabajo de músicos y bandas de lugares lejanos. Pero ¿qué pasa cuando en la Diáspora se quiere aprender a tocar un instrumento típico vasco, inédito fuera del País? El argentino Mauro Telletxea emprendió un camino interesante cuando hacia el 2004 quiso recuperar aquel sonido de alboka que escuchaba en su niñez. Tras estudiar con expertos en Euskal Herria, Mauro es en la actualidad maestro de albokaris y luthier con proyección internacional. Las albokas hechas a mano por él han llegado hasta Alemania, Estados Unidos, Venezuela y Uruguay, entre otros destinos.

Buenos  Aires, Argentina. “Comencé a tocar la alboka en 2004. La alboka sonaba como fondo de mi infancia pero no recuerdo bien por qué. Sí sé que un día me regalaron un disco de Kortatu, en el que León Bilbao tocaba con Mauritzia Aldaiturriaga, pareja mítica de la alboka zaharra. Ahí comenzó este viaje”, cuenta Mauro Telletxea a EuskalKultura.com al preguntársele cómo surgió su pasión por esta disciplina. Pero Mauro es de Buenos Aires y si bien tenía muchas ganas de aprender no le resultó sencillo conseguir un ejemplar de este instrumento milenario, para abordar su estudio. “El primer impedimento que tuve fue cómo hacerme de una alboka. Empecé a fabricar una ya que nuevas eran carísimas. Conseguí en Internet un plano de Txilibrin -- antagonista de León -- y comencé. El resultado fue bueno y esto me permitió tener una buena carta de presentación con Ibon Koteron, referente actual de la alboka, quien no solo me concedió una beca para estudiar en su academia sino que también me puso en contacto con Osses, el mejor luthier de albokas, quien me envió una absolutamente gratis para poder estudiar seriamente”.

Con la beca en mano, aun quedaba afrontar el coste del pasaje aéreo. “Comencé un derrotero por las euskal etxeak de Buenos Aires para lograr ayuda para el pasaje, pero no encontré tal cosa; hasta me negaron cartas de recomendación por no ser socio en instituciones muy conocidas, de las que había sido parte antes. Finalmente trabajé un año como camarero, quemé las naves, y viajé al País Vasco en la primavera del 2006”.

Viaje a Euskal Herria

Una vez en Euskal Herria los esfuerzos comenzaron a dar frutos y el encuentro en persona con Ibon Koteron fue “mítico”, en palabras de Mauro. “Ibon koteron se brindó con máxima generosidad y como mi casa estaba en Casco Viejo de Bilbao, igual que su escuela, tuve permiso para tomar clases todos los días, cuantas horas quisiera o pudiera. Así pasó poco menos de un año. También pude aprender lutheria con Osses”.

Mauro Telletxea no se considera músico, pero aún así reconoce que no fue difícil aprender a tocar. “Ciertamente no soy músico, sino actor, pero no fue difícil aprender alboka a nivel musical, ya que cuenta con una notación bastante clara. Prefiero todavía abordar los temas desde el oído. Con respecto a la lutheria... eso es realmente un trabajo fino. Es sorprendente el nivel de precisión y evolución que tiene la alboka, siendo que se trata de un instrumento popular. En este aspecto, el paso más notable lo dimos junto con Roberto Aguirre, mi primer alumno y hoy amigo y socio en esto, y con Juan Carlos Urruspuru, amigo también, con quienes logramos fabricar las primeras fitas de alboka (fitas: boquillas). Cada par de fitas importadas cuesta 60 euros... imposibles para nosotros. Por ese motivo, construir las nuestras era un paso gigante. De esa manera logré introducir mis propias modificaciones y particularidades a mis albokas”.

Actor, albokari y luthier

Las albokas que construye Mauro son el resultado de una elaboración artesanal, proceso que tiene su parte más compleja, según él reconoce, en el acceso a la materia prima. Sin embargo, en este punto también ha encontrado la manera de allanar el camino. “Lo más difícil de conseguir del material es la caña ya que se usa un tipo muy especifico, por resistencia y forma. Yo las corto a mano de un cañaveral que sembré en el Club Hípico Argentino, -- cabe aclarar también que Mauro es jardinero y se desempeña en este oficio dos días a la semana --. Y también es trabajoso conseguir es el cuerno. De hecho, en Euskal Herria incluso ya son raras las albokas con embocadura de cuerno, se hacen de madera. Por eso cuando tengo la oportunidad, yo compro una cantidad”.

En cuanto al precio del instrumento, éste ronda los mil pesos. Para encargar la confección de una, solo hay que contactarse con Mauro por mail (mtxea@yahoo.com.ar) o Facebook (Mauro Telletxea). Así lo han hecho personas de distintas partes del mundo. De hecho, el joven luthier ha vendido albokas en Alemania, Estados Unidos, Venezuela, Uruguay y por supuesto, en su país, Argentina. “Ese precio incluye alboka, estuche y juego de fitas de repuesto. Por supuesto que es negociable. Pero de todas formas, hay que tener en cuenta que la creación de la alboka lleva una mano de obra de mucha precisión”, destaca Mauro.

[En el festival “Buenos Aires Celebra”, Mauro Telletxea tuvo la oportunidad de tocar con otros músicos. En el video, fragmento de una pieza realizada con Jon Iraola Treku, participante de la versión 2011 del Hator Hona de Necochea (video EuskalKultura.com)]

Sin duda, el desafío comenzado por el albokari es sinuoso pero no está solo en su camino. “Hoy por hoy toco alboka a diario y me junto a tocar con diferentes músicos, aunque reconozco que me gusta especialmente la alboka solista, acompañada de pandero o percusión, y también la combinación de electrónica con alboka. Doy clases una vez por semana – lunes de 13 a 15 --  en un taller en Eusketxe que ya lleva 4 años, y también doy clases particulares”, nos cuenta Mauro quien además comparte con nosotros su opinión sobre los centros vascos de Argentina. “Las euskal etxeak siempre me parecieron ámbitos especiales, algunos con una doble conciencia escalofriante, mezclando símbolos nacionalista folclóricos vascos con actitudes claramente de derecha en Argentina. O sea, defendiendo libertades que aquí son negadas. En los más afines a mi ideología encontré, sin embargo, grandes amigos, personas magníficas, historias emocionantes, pero también mucha división, 'que si Eta', 'que si Batasuna', 'que si Otegi', 'que si Bildu'... En cualquier caso cumplen una labor imprescindible. Hoy por hoy, lo que aprendí, está a disposición de quien quiera aprovecharlo, venga de donde venga”.

De esta manera describe Mauro Telletxea su experiencia en el mundo de las albokas y los albokaris, que puede parecer tan lejano de estas costas del sur, y al que sin embargo él unió con esfuerzo, talento y pasión. No recuerda Mauro cómo llegó a su vida aquel sonido aflautado, persistente y tan ligado a la naturaleza como las partes del instrumento del que emana. Pero seguramente, sus bisabuelos euskaldunes tuvieron algo que ver con esa música que acompaña las imágenes de la niñez. Y si bien en el presente ya no hay lazos de sangre que lo unan a Euskal Herria, desandar los pasos de sus ancestros no le resulta una idea lejana. “Mis bisabuelos paternos eran de Mungia y los maternos de Ordizia. En la actualidad no tengo familia allí, pero me gustaría viajar y refundarla”, reflexiona el artista argentino al terminar la entrevista.



Comentarios

  • Aupa Mauro!

    Son admirables tu trabajo y tu pasión. Respeto tu voluntad y perseverancia en aprender a tocar este antiguo instrumento y aplaudo tu entrega en difundirlo en Argentina en las casas vascas. Esperamos pueda concretarse ese taller en el centro Vasco de Arrecifes, quizá para los festejos de los 90 años!

    Tere Zavaleta, 05/12/2011 23:08

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